El Cairo (Egipto). Puesto de carne en
mercado callejero, en torno a la mezquita-universidad de Al-Azhar,
vendiendo patas y cabezas de ternera
Ar-Rawdah (Yemen). Matadero de reses.
Desangrando corderos
Sana'a (capital del Yemen). Puestos de
carne en un mercado cubierto
Raydah (Yemen). Carnicero en el zoco
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Bism'illah arrahman arrahim.
En el nombre de Dios, clemente y misericordioso.
Con esta invocación ritual empieza el Corán,
libro sagrado de los musulmanes y texto fundacional del Islam, y de la
misma manera comienza cada uno de los 114 suras o azoras (capítulos; del
árabe, surah) del Libro, a excepción del sura IX, de Attauba
o del Arrepentimiento, debido a que este apartado sólo contiene
conminaciones para los idólatras mientras que la sentencia encabezadora
mencionada constituye un anuncio de paz.
La frase forma parte de la llamada fatiha, la plegaria inicial
recogida en el sura I (de Alfatiha o de la Apertura), de siete
versículos, que es la más recurrente en las oraciones de los fieles, en
cierto modo equivalente al padrenuestro cristiano, y que, al completo,
dice así:
En el
nombre de Dios, clemente y misericordioso.
Loado sea Dios, creador del
universo,
Clemente y misericordioso;
Soberano en el día del juicio;
Sólo a Ti adoramos y de Ti
imploramos ayuda;
Indícanos el recto camino;
El camino de quienes agraciaste, y
no el de los execrados y extraviados.
(Sura I, 1-7)
La fatiha se resume a menudo en una
fórmula abreviada: la que se enuncia en el primer versículo (Bism'illah
arrahman arrahim), que es conocida como el basmalah o
bism'illah ("En el nombre de Dios").
Cada vez que los musulmanes se disponen a comer, pronuncian previamente
la palabra Bism'illah como un breve rezo de invocación a Allah
(Dios), y tampoco olvidan dar gracias a Dios al terminar la comida (Al-hamdul'illah).
El bism'illah también encabeza los documentos legales y de
transacciones comerciales, y es citado como protocolo previo en todo acto
oficial. Aparece también en amuletos contra el mal de ojo, y los magos
aseguran que está inscrito en el costado de Adán, en un ala del arcángel
Gabriel, en el sello de Salomón y en la lengua de Jesucristo.
El mismo Corán exhorta a agradecer a Dios por los alimentos y bienes de
que disfrutan los humanos en la Tierra, pues todos provienen de Él como
creador del universo, y son proporcionados al hombre merced a su
misericordia. Y prohíbe comer ningún animal que haya sido sacrificado
invocando otro nombre que no sea el de Dios:
(Dios)
creó para vosotros los ganados, de los que obtenéis abrigo, alimento y
otros beneficios;
Y os proporcionan encanto cuando los
lleváis al corral, y cuando por la mañana los conducís a pastar.
(...) Y también creó para vosotros
el caballo, el mulo y el asno, para cabalgarlos y para lucimiento, y
creará también para vosotros cosas que desconocéis.
(...) Él os envía el agua del cielo
que bebéis, y gracias a la cual surge la hierba con que apacentáis
vuestros ganados.
Y con la que brotan las plantas, los
olivos, las palmeras, las vides y todo tipo de frutos. Ciertamente que
aquí hay una señal para quienes piensen.
(Sura XVI, de Annahi o de las
Abejas, 5-11)
¡Creyentes! Disfrutad de todo lo bueno que
os ha sido concedido y agradecédselo a Dios, el único, a quien adoráis.
Él sólo os prohibió (...) todo lo
sacrificado al conjuro de otro nombre que no sea el de Dios.
(Sura II, de Albaqara o de la Vaca,
172, 173).
Este último versículo o aleya (del árabe ayah, en plural ayat;
literalmente: 'signos') se repite con variantes en el sura V, de Almaida o
de la Mesa Servida, 1-5; y en el XVI, de Annahi o de las Abejas, 115.
Comed de
aquello sobre lo que haya sido invocado el nombre de Dios, si creéis en
sus aleyas.
(Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado,
118)
No comáis de aquello sobre
lo que no haya sido invocado el nombre de Dios, porque es una profanación,
y porque los demonios incitan a quienes lo hacen para condenarlos. Mas si
les obedecéis, os contaréis entre los idólatras.
(Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado,
121)
No cabe duda de que el Islam incide directa o indirectamente en casi
todos los aspectos de la vida de los fieles, incluidos la dieta y los
hábitos alimenticios, siendo el Corán, como Libro infalible inspirado por
Dios, la última palabra, el referente definitivo a partir del cual dirimir
toda controversia, hasta en lo que concierne a cuestiones legales o
jurídicas. De él emana la sharia o ley islámica, que con mayor o
menor grado de rigor en su aplicación regula el cotidiano transcurrir de
las sociedades musulmanas, en países que van desde Marruecos hasta
Indonesia.
Pero ¿qué dice el Corán en concreto sobre la alimentación? ¿Qué es lo
que recomienda y qué lo que prohíbe a los creyentes? Y, sobre todo, y
puesto que la presente exposición fotográfica La carne y el Corán
se centra en el tema de la carne en los países islámicos, ¿qué prescribe
exactamente el Corán sobre la carne?
Demos, pues, un repaso al Libro, y quizá así podamos entender mejor lo
que percibiremos al contemplar las fotos, o entrever algo más de lo que a
primera vista captemos. Pues el tema de nuestra exposición va de
carnicerías, mercados de carne, pollerías, mataderos... que siguen
escrupulosamente los preceptos del Corán.
Antes de adentrarnos en la materia, no queda otro remedio que tener en
cuenta una serie de consideraciones previas, a fin de poder apreciar, si
no en su verdadera dimensión, al menos de la forma más aproximada posible,
el sentido de los extractos del Libro que vamos a citar. Conviene
recordar, en concreto, qué es el Corán, cuál es su origen, cuáles sus
principales contenidos, por qué su importancia. Y recalcar, dadas las
dificultades intrínsecas que conllevan su traducción y su interpretación,
el hecho de que la doctrina coránica no es tan ajena al pensamiento
occidental como pudiera parecer de entrada, pues lejos de refutar las
creencias y tradiciones judeocristianas, las aprueba y corrobora, como
tendremos ocasión de ver. |
Introducción
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