Me llamó por teléfono Jacinto Chupiquiondo, el librero y anticuario, para decirme que tenía una oferta muy interesante. Querían venderme una colección de 20 libros de los siglos XVIII Y XIX en muy buen estado de conservación pero, la negociación debería ser personal y en el Cuzco.

   <Querido Ingeniero, creo que vale la pena el viajecito>, me dijo entusiasta. <Es sólo una hora en avión y de paso lo invito al Chiaraje de mi sobrino Cirilo, estoy seguro que lo sabrá apreciar. Alguna vez le comenté de esta batalla ritual en la provincia de Canas y usted me dijo que le gustaría estar allí, pues bien, podemos matar dos pájaros de un tiro, los libros y la fiesta de la Pachamama>.

   <¿Cuánto me va costar esta “ganga”, dos por uno?> le respondí preocupado por mis bolsillos. <Baratito nomás, mi estimado profesor, si se concreta lo de los libros, lo que sea su voluntad... total, siempre hemos hecho buenos negocios y lo de la fiesta en Canas, es gratis. Es una reunión familiar y su presencia sería un honor para los Chupiquiondo, eso no se cobra, pues>.


Foto de Cuzco obrante en la Nueva Geografía Universal de Espasa Calpe editado en 1929

   Realmente no sé cómo se encadenaron tan rápidamente las acciones correspondientes, hasta que me di cuenta que estaba desembarcando en el aeropuerto del Cuzco con sólo una pequeña maleta para los tres días de la expedición.

   Inmediatamente, Jacinto me llevó a ver el “tesoro” bibliográfico que realmente disfruté, analizando cada uno de los libros, sin mostrar mucho interés para que no subiera el precio como la espuma del vaso de chicha que tenía enfrente. Luego, tal como lo había convenido con Jacinto, ofrecí la tercera parte del monto pedido y en tono despreocupado pero enérgico les dije: Señores piénsenlo bien... regreso en un par de días... voy a una fiesta familiar en Canas y luego vendré a escuchar su decisión. Salud y hasta pasado mañana.

   Luego, y sólo minutos después, me encontraba como pasajero de una minivan acompañado por una pareja de turistas alemanes y dos profesoras norteamericanas de la universidad de Nueva York, rumbo a las pampas de Chiaraje, que separan a las comunidades campesinas de Checca, Qquehue, Langui y Yanaoca. Subimos por un sinuoso, empinado y florido camino hasta más de 4500 m.s.n.m. Me faltaba un poco de aire, clara evidencia de que no estaba en perfecta forma, el peso de los años sedentarios, de maestro lector, estaban haciendo mella y diciendo presente.

   La guía, una inteligente mujercita llamada Sonaly, comenzó su relato en un inglés estilizado que a Shakespeare le habría hecho soltar una sonrisa franca de aprobación. Por supuesto concluí que esta Eliza Doolittle había pasado por las canteras del Profesor Higgins.

   <Vamos a la fiesta del Tupay>, nos dijo Sonaly a modo de saludo. <Es conocida desde tiempos inmemoriales como el Chiaraje. En realidad es un combate ritual en el que las comunidades en pugna, representadas por dos equipos de jóvenes solteros, disputan su honor en un combate de insultos, luego pedradas y para terminar látigos y puño limpio. Al final de la tarde habrá heridos y Dios no lo quiera, hasta muertos>. Pensé, está exagerando un poco.


Foto de mercado obrante en la Nueva Geografía Universal de Espasa Calpe editado en 1929

   Prosiguió, asegurándose que había conseguido su propósito... ¡asustarnos! <Luego, como fin de fiesta, participaremos de un verdadero festín andino y podremos compartir la comida, la chicha y las danzas de la comunidad>. Ensayó una enigmática sonrisa, parecida a la de la Mona Lisa, tras la cual retornó a su asiento junto a Jacinto y no volvió hablar durante el viaje.

   Cuando llegamos a nuestro destino, nos instalaron en una especie de tribuna natural. La pampa del Chiaraje estaba dispuesta como para un partido de fútbol, con los dos bandos moviéndose nerviosamente frente a frente en sus puestos de combate.

   De improviso empezó el sonido de los pututos, enormes trompetas ancestrales, anunciando el inicio de la “fiesta”. Los designados de cada equipo y en forma alterna se acercaban al centro del campo y comenzaban a insultar a cada uno de los rivales, estrenando lisuras y agravios inimaginables, haciendo gala de mucho ingenio, con el consiguiente festejo y algarabía de sus partidarios. Mientras tanto, los rivales trataban de hacer blanco con sus hondas y municiones de piedra.

 

El provocador trataba de esquivar los proyectiles, instintivamente nosotros también, pero estos eran tantos y tan certeros que a menudo hacían “pleno”, pero en lugar de demostrar algún signo de dolor, cada impacto era celebrado como una victoria del herido, reglas del puntaje de esta competencia que no terminaba de entender.

Luego, la violencia en el escenario fue creciendo, de muchas formas y estilos, carreras, trompadas, latigazos, patadas voladoras, al mejor estilo del Karate Kid... pero en vivo y en directo. Los quiñes, trompicones, magulladuras y sangre a raudales eran reales. 

En la tribuna pude apreciar un muestrario completo de sensaciones entre los cincuenta “turistas” que asistíamos al espectáculo. Algunos estupefactos, otros en silencio, todos en medio de una extraña ola de sorpresas. El frío había desaparecido completamente dejando el paso a una corriente húmeda de desconcierto.

Cuando terminó la batalla de más o menos una hora, la adrenalina estaba al máximo. A nadie en la tribuna se le ocurrió moverse, era como si nos hubieran clavado en los asientos de piedra y de paso quitado el habla. Cada uno estaba procesando su propia información, asimilando las claves del mensaje que nos habían enviado desde la eternidad los Apus.


Foto de explotación minera en los Andes obrante en la Nueva Geografía Universal de Espasa Calpe editado en 1929


Llamas en los Andes obrante en la Nueva Geografía Universal de Espasa Calpe editado en 1929

Cuándo logré articular palabra, le dije a Jacinto a modo de exclamación: ¡Qué bárbaros! <Sí, mi distinguido amigo” respondió, somos realmente unos bárbaros, salvajes>. Inmediatamente protesté, ese no era el sentido de mi comentario. <¡Jacinto, tú estás tergiversando mi expresión!>

<Seguro, Ingeniero, no se preocupe. Este espectáculo es sólo una demostración del folklore, pero realmente refleja de cierta manera la cultura de esta comunidad. Pero no se olvide que existen muchas otras expresiones del mundo civilizado que podemos comentar, como la lidia de toros, las peleas de gallos, o los sanfermines, esa fiesta española, donde corren despavoridos junto a unos toros bravíos, o los tomatazos ensuciando la ciudad a más no poder>.

<Si quiere podemos seguir comentando sobre “la civilización” en el tercer milenio: los tatuajes, los piercing, las siliconas en las tetas, la lipo, esa masacre con unas enormes agujas que arrancan la grasa  de las panzas para luego volver a rellenarlas con el asqueroso fast food. O si usted prefiere, en el buen sentido de la expresión, podemos comentar sobre el aceite de avión que se enchufan las gringas en el culo para tenerlo redondito y encender la libido de los evolucionados yuppies. Mire Usted, aquí ninguna de nuestras cholitas caderonas lo necesita, todas están bien mulliditas>.

<Mejor vamos a disfrutar de la Pachamanca y a bebernos un buen pisco puro>.

<Tienes toda la razón Jacinto, como siempre me has dejado con un palmo de narices y sin comentarios>, dije mientras recibía la primera especialidad del suculento almuerzo. Se trataba de un exquisito cuy chacctado, que me sorprendió cuando noté la expresión burlona con que me miraba desde el centro del plato, directo a los ojos y más aún cuando comentó muy suelto de huesos: “Gringo, ¿qué te parece la fiesta de mi comunidad?”. Quedé completamente atónito. A renglón seguido una señora que se había percatado de mi asombro y mi expresión idiota mirando fijamente al animalito atrevido, cubrió rápidamente su simpática carita con una cucharada de llajua, la salsa picante, y asunto terminado, listo para dar trámite al expediente. Pero, no me lo pude comer... nadie se puede devorar a un amigo que está conversando contigo.

La mesa del almuerzo fue amplia, colorida, olorosa, picante. Los choclos gigantes reclamaban ambas manos para sostenerlos, sus granos eran inmensos, dulces como la miel, la quinua atamalada, el chairo humeante, las ocas pecosas, el chuñufuti saladito, la chalona durita, las papas de mil formas y sabores, yucas atrevidas, hierbas... muchas hierbas, chicha a raudales y la música muy alegre con un sonsonete contagioso. Realmente lo disfrutamos.

De regreso a la minivan, notamos en el horizonte a las docenas de heridos, cada uno a cierta distancia del otro. Jacinto me señaló a Cirilo. Los combatientes estaban como protegidos por el alto follaje y tenían especiales “enfermeras”: lindas cholitas, sus cholitas, que amorosas los estaban curando y reconfortando.

Junto a la camioneta, Jacinto me preguntó: <Ingeniero, ¿siente el temblor en las montañas y ese canto acompasado?>. Sí, respondí... qué raro. <Es el rítmico estruendo del amor>, me explicó. <Cada uno de los participantes ha comenzado a hacer el amor con su pareja, se están cepillando a su cholita, es un descomunal follaje grupal>. ¡Qué Bárbaros! Exclamé. <No comencemos de nuevo, mi querido profesor>...

Glosario

Apus. Los dioses del antiguo Perú.

Canas. Provincia del Cusco.

Chairo. Plato originario de la sierra sur del Perú, especialmente del departamento de Puno, preparado con cadera de res, chalona y lengua de cordero, condimentadas con ají amarillo y sal y acompañadas con zapallo, zanahoria, repollo, choclo, papas, habas y chuño.

Chalona. Carne especialmente secada con el propósito de preservarla, tiene un sabor característico.

Checca. Comunidades campesinas de la Provincia de Canas en el Cuzco.

Chiaraje. Fiesta folclórica del departamento del Cuzco. Batalla ritual donde jóvenes de la comunidad se enfrentan formando dos equipos, primero son los insultos, luego las piedras con hondas y manos y luego la disputa es a puño limpio. Es una forma ritual de iniciar la cosecha.

Chicha. La bebida sagrada de los Apus. Bebida emblemática y milenaria básicamente de maíz fermentado, pero también hay excelente chicha de otros insumos como la yuca y el maní.

Choclos. Mazorcas de maíz. En el Cuzco son los más grandes del mundo, enormes, tienen un sabor incomparable, sin lugar a dudas es una atracción turística del valle de los Incas.

Chuño. El hostil altiplano andino ha obligado desde siempre a sus habitantes a tomar todas las medidas necesarias para asegurar la supervivencia alimenticia en condiciones casi siempre adversas, la región de la Puna, encima de los 4,000 m.s.n.m tiene fríos intensos, con suelos muy pobres, muchas veces con alta salinidad y, lo más importante, con largos períodos de sequía o también de lluvia.

La sabiduría de nuestros antepasados ha desarrollado, junto a otros alimentos, uno que constituye la base de la alimentación del hombre andino, el chuño, producto de la deshidratación por medios naturales de la papa o patata, la joya de los Andes que tiene su cuna de nacimiento precisamente en estas regiones  y que hoy se ha convertido en una de las bases de la cocina mundial.

La producción de chuño se inicia, como casi todo en estas regiones, con una ceremonia andina de agradecimiento a la pachamama o madre Tierra, por utilizar sus entrañas en la producción de un alimento. Luego de las tareas de preparación y cultivo de la tierra, las mujeres y los hombres despliegan banderas blancas al cielo para simbolizar la flor de la papa y pedir una buena cosecha. La ceremonia, aún en estos tiempos, exige de un sacrificio animal conocido como "Wilancha", en el cual se ofrenda una llama. La deshidratación es una tarea minuciosa, complicada, cotidiana, exitosa.,

Chuñufuti. Delicioso plato andino preparado con chuño picado, huevo y hierbas aromáticas.

Cuy. Puede considerarse como uno de loa animales representativos de la cultura gastronomíca peruana, es sin lugar a dudas un delicioso manjar. El cuy también es protagonista en la medicina tradicional al ser utilizado por brujos y chamanes para “pasar el cuy” y con esta acción extraer males, brujerías y encantamientos.

De alguna manera, el cuy esta emparentado con ronsocos, añujes, pacaranas y vizcachas, un conjunto muy especial de roedores  comestibles denominados “caviomorfos. Se encuentran solo en Sudamérica y debemos señalar que no son de la misma rama de ratas y ratones.

Los caviomorfos son producto de una singular evolución en pleno continente, hace unos 30 millones de años. En la era terciaria, hace 65 millones de años, nuestro continente se separo del resto del mundo y evoluciono una fauna y flora diferente a la del resto del mundo.

Cuy Chactado. Plato emblemático de las serranías peruanas, cuy eviscerado y adobado en una salsa picante, se le aplasta con un peso, que generalmente es una piedra, toda la noche para que esta “planito” al momento de freír el cobayo en aceite caliente.

Cuzco. El ombligo del mundo. Capital arqueológica de América. La capital del Imperio de los Incas. Ciudad de la sierra sur del Perú considerada patrimonio de la humanidad.

Langui. Comunidad campesina de la Provincia de Canas en el Cuzco.

Ocas. Delicioso tubérculo andino, dulce y con un ligero aroma a anís, muy apreciado en la culinaria tradicional andina.

Pachamama. La madre tierra. Divinidad principal de la mitología andina.

Pachamanca. Olla enterrada, tradicional forma de cocimiento, fiesta principal de la comunidad, es muy elaborada, se hace un hueco especial en la tierra, se lo caliente con piedras de río al rojo vivo, luego se colocan diversas carnes adobadas, papas, camotes, ocas, habas, todo en forma ritual y en un orden pre-establecido, luego se cubren todos los ingredientes con hojas, hierbas aromáticas y al final con más piedras calientes y tierra. Después de dos horas estamos listos a disfrutar un banquete delicioso.

Pisco puro. Aguardiente de uva. Denominación de Origen, del valle de Pisco, a 300 kilómetros al sur de Lima. Licor emblemático de la gastronomía peruana, con el que se prepara también el famoso pisco Sour.

Pututos. Enormes instrumentos musicales andinos, especie de trompetas.

Repollo. Col

Quinua. Planta de la familia de las quenopodiáceas, utilizada como alimento en el Perú precolombino, sus hojas tiernas se comen como espinacas. Conocida también como el “grano de oro”, por su valor proteico y vitamínico, ha sido seleccionada por la NASA, como uno de los alimentos de los astronautas a bordo de las naves espaciales.

Yanaoca. Comunidad campesina de la Provincia de Canas, en el Cuzco.

Yuca. Planta americana de la familia de las liliáceas, comestible y muy apreciada en la culinaria pre-colombina. De la Yuca se obtiene también una harina empleada en la alimentación con mucho suceso, Variedad de la familia de la mandioca.

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