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Mahoma se consideraba a sí mismo
como un simple Mensajero o vehículo transmisor de la palabra de Dios, un
predicador que se limitaba a recordar a sus gentes los preceptos divinos,
los mensajes (tanto albriciadores como amonestadores) que el Señor enviaba
a la Humanidad para guiar a los seres humanos por el recto camino, que
contienen promesas de recompensa paradisíaca para los fieles y de castigo
infernal para los incrédulos. Sus principales ataques no iban dirigidos,
pues, a los creyentes en el judaísmo o el cristianismo, sino a los
no-creyentes, los idólatras o los ateos.
Y reveló al siervo de Dios lo que Él reveló a Gabriel.
(...) 'Con mi castigo azoto a
quien quiero; mi clemencia lo abarca todo, y la otorgaré a los temerosos
(...) que sigan al Apóstol, el Profeta iletrado que es mencionado en su
propia Biblia y en el Evangelio, que les llamará a hacer el bien y les
vedará lo ilícito, les prescribirá lo bueno y les prohibirá lo inmundo,
les aliviará de su carga y romperá las cadenas que les atenazan.' (...)
Ten claro que este Corán es
revelación del Creador del universo;
Es inconcebible que Dios hable
directamente al hombre, si no es por revelación, o de forma velada o
mediante el envío de un Mensajero, gracias al cual transmita, con su
consentimiento, lo que Él quiere; porque es altísimo y prudente.
(...) el Corán no es sino un
mensaje para la Humanidad. |
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Las recitaciones del Profeta producían gran
impacto y controversia entre las gentes que las escuchaban, por su
elocuencia argumental y la belleza poética de su estilo, y la tradición
musulmana afirma que sus versos eran aprendidos de memoria y
posteriormente transcritos por diversas personas y en distintas ocasiones,
utilizando para ello toda clase de soportes que hallaban a mano: trozos de
papel o de piel, piedras, hojas de palmera, y hasta costillas y omóplatos
de dromedario. Tras la muerte de Mahoma en el 632 d C, sus seguidores se
encontraron con un corpus doctrinal sumamente fragmentario y disperso, y
dado que muchos de los que lo habían memorizado iban falleciendo también,
se temió que la revelación terminara por desaparecer, por lo que se
planteó la necesidad de hacer una recopilación de todos los fragmentos
procedentes de las distintas fuentes escritas, y de los conservados en 'el
corazón' (la memoria) de las gentes, hasta reunirlos en un solo libro, que
es el Corán tal como lo conocemos hoy. Estos textos fueron presentados
oficialmente al califa Omar, y, más tarde, el califa Othman (644-656 d C)
los mandó ordenar, unificar y contrastar, hasta establecer una
recopilación definitiva que sería el texto-autoridad. |
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No ha de deducirse de estos datos que el Corán es un libro de poesía o el texto de un poeta. El mismo Libro lo advierte:
Que este
Corán es la palabra del honorable Apóstol;
Y, sin embargo, todos los conocedores de la lengua árabe clásica coinciden en que se trata de un texto de una belleza insuperable. Es corriente oír a los musulmanes afirmar que a quien lo escucha con verdadera devoción y entendimiento, se le pone la carne de gallina o se le saltan las lágrimas, o que siente emociones semejantes a las que puede suscitar la más alta poesía.
Dios
reveló el más bello Mensaje: un Libro homogéneo, en estilo y elocuencia,
cuyas aleyas son reiterativas. Al escucharlo, se les eriza el vello a
quienes temen al Señor; (...)
Y que cuando escuchan lo que fue revelado
al Apóstol (Mahoma),
comprobarás que las lágrimas brotan de sus ojos; porque reconocen la
verdad (...)
(...) y cuando se les recita las aleyas
del Graciabilísimo, se postran llorando.
Y cuando se les recita
(el Corán),
exclaman: 'Creemos en él, porque es la verdad de nuestro Señor. En verdad
que ya éramos musulmanes antes de su revelación.'
(...) pero la mayoría de los humanos lo
desdeña sin escucharlo.
Es de lamentar que la mayoría de los humanos
no conozcamos el idioma árabe clásico, que es la clave para aprehender la
verdadera sustancia del Corán, ya que ésta se resiente inexorablemente al
pasar a cualquier traducción, al igual que merma la belleza de un poema al
ser trasladado a otra lengua, perdiéndose por el camino su rima, su ritmo
y su multiplicidad de sentidos y matices. Si toda traducción es traición,
tanto más lo será todo intento de volcar a otro lenguaje una escritura que
en sí misma es considerada perfecta, inalterable e infalible, por ser la
palabra de Dios.
En
verdad que quienes desprecian el Mensaje cuando les llega, serán
castigados. ¡A pesar de ser el Libro por excelencia!
(...) 'Dado que el Corán procede de Dios,
y lo rechazáis, ¿habrá alguien más desencaminado que quien cae en ese
error profundo?'
No sólo inalterable: también inalterado. Así
lo ha sido a lo largo de la historia, en que el Corán ha sido copiado y
editado innumerables veces sin variar un ápice del texto árabe original,
según se asegura, por contraste con lo que ocurre con otros textos
sagrados, como pueden ser los del Nuevo Testamento cristiano, que
históricamente han sufrido cambios, mutilaciones y cribas, y que resultan
por ello menos fiables como registros epigráficos (ahí tenemos, por
ejemplo, la existencia de evangelios canónicos y apócrifos).
Por cierto que lo revelamos en tu habla,
para que reflexionen.
(...) te lo hemos revelado en lengua
arábiga para que sea un código.
Y si hubiéramos revelado un Corán en
lengua extranjera, habrían dicho: '¿Por qué no fueron detalladas sus
aleyas? ¿Cómo puede ser un libro extranjero y un Mensajero árabe?'
Respóndeles: 'Es guía y bálsamo para los creyentes; pero quienes no creen
están sordos y les resulta incomprensible, como si les llamaran desde un
lugar lejano.'
Y así te revelamos un Corán arábigo para
que exhortes a la ciudad y sus alrededores, y les recuerdes el día
inexorable de la comparecencia, en que una parte de la humanidad irá al
Paraíso, y la otra al averno. |
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La escritura coránica se convirtió en el
canon de la lengua árabe clásica. Reconocida su procedencia divina,
admirada por su pureza y belleza estilística, y su riqueza de inflexiones,
se tomó como referente para fijar la gramática y la lexicografía del
idioma. Numerosos sabios y estudiosos de los primeros siglos del Islam
analizaron a fondo sus peculiaridades gramaticales para establecer una
normativa que sirviera de guía en el uso del idioma. En ciudades como
Basora y Kufa (en el actual Iraq; en aquel entonces bajo la dinastía
abbasí) se fundaron escuelas de lengua árabe y se potenciaron los estudios
coránicos, que contribuyeron a unificar la morfología y la sintaxis,
instaurando así los cánones que aún hoy rigen para el árabe clásico.
Cuando existían dudas en la pronunciación de alguna palabra (lo que ocurre
con frecuencia en la lengua árabe debido a que las vocales cortas no se
escriben), se acudía como fuente de referencia al dialecto de los Quraysh,
la tribu del mismo Profeta.
¡Lee! En
el nombre del Señor que todo lo creó. (...) Que os enseñó el uso del
cálamo.
Aunque todos los árboles de la Tierra se
transformaran en cálamos, y el océano en tinta, y se le añadiesen otros
siete océanos, no sería todo ello suficiente para escribir las palabras
inagotables de Dios; porque Dios es poderoso y prudente.
En verdad que el Corán es un mensaje
instructivo.
¡Que no lo toquen sino los impolutos!
Es
inconcebible que el Corán sea un libro inventado, ya que es la
corroboración de los libros anteriores a él, la dilucidación de todas las
cosas, y guía y consuelo para los creyentes.
Y cuando se les recita nuestras lúcidas
aleyas, dicen: 'Este no es más que un hombre que quiere apartarnos de lo
que adoraban nuestros padres'. Y también dicen: 'Este Corán no es más que
una mentira inventada'. Y cuando se les anuncia la verdad, los incrédulos
dicen: 'Esto no es más que pura magia.'
En breve serán evidentes nuestros milagros
en todas las regiones de la Tierra, y en sus propias personas, hasta que
les quede claro que el Corán es la verdad. (...)
(...) Diles: '¡Creo en todos los Libros
que Dios reveló!' (...) |