Siempre tuve una afinidad a distancia con la ciudad de Melilla por ser donde mi madre vivió en su niñez, pero fue este año cuando la conocí, al ser invitado a dar una conferencia en el Real Club Marítimo de la ciudad, y donde de alguna forma tenía pendiente con ella un estudio gastronómico que, casi por casualidad, hoy ofrezco.
Aconsejo previamente leer la reseña que le hace por ejemplo Wikipedia para saber de su historia, porque es muy interesante, al ser construida y vuelta a demoler varias veces, siendo esta, la que voy a contar, la de su última reconstrucción y conquista para la corona española, gracias al tesón de los Reyes Católicos y del duque de Medinasidonia, de cuyos archivos saqué la información, de esto hace ya muchos años, y que ahora afloró entre los muchos papeles que poseo.
Esta información es una copia de dicho archivo, fechada el 13 de abril de 1498, y dictada por los Reyes Católicos, siendo un asiento hecho con la Real Hacienda por Juan Alonso de Guzmán, duque de Medinasidonia, del que tengo varios trabajos hechos, incluso un libro editado por la Junta de Andalucía en el año 2008, con prólogo del entonces Consejero de Agricultura y Pesca, Martín Soler Márquez, y dedicado a los salazones y ahumados en Andalucía.
A grosso modo indicar que la toma de sus ruinas se hizo con sigilo de noche, en el mes de septiembre de 1496(1), cuando los habitantes que vivían cerca dormían, llevando en los barcos, desde la península, tablones de madera y cal, de modo que al amanecer los habitantes de la zona se sorprendieron al ver casi una fortificación.