En pleno verano se podían ver, a pie de carretera, al ganadero con sus cántaras de leche “fresca”* esperando que pasara el camión de recogida. El camión hacía su ruta (cansinamente) recogiendo la de varios ganaderos… Cuando esta leche llegaba a la envasadora ya era yogur.
El productor tenía pérdidas indeseadas y preguntó la causa del estropicio…“lo que pasa es que, en la leche, hay unos bichitos que segregan ácido y éste coagula la leche” …“¿Ácido, dice usted? Pues yo, cuando tengo acidez de estómago, tomo bicarbonato”.
Y empezaron a añadir bicarbonato. Funcionaba pero…era una leche con burbujitas y el consumidor dijo que nones (quizás hoy, entre tanta chorrada, presentar una “leche con alegres burbujas” sería un éxito). Sigue leyendo