Historia de la comida regional de Colima, México

<Quisiera ser pescadito (…) para alcanzar  esa barca donde se embarcó mi amor>

Son de La Higuera [1]

Martha Delfin GuillauminColima es una provincia mexicana muy bella, en particular, al visitante pueden llamarle la atención las buganvilias y sus diversos colores, sobre todo las claritas que parecen de terciopelo. También gozará de la vista de sus volcanes y montañas, como el Volcán de Colima que es famoso porque todavía está activo. De igual forma podrá disfrutar de las playas del Pacífico como la de Manzanillo o la de Cuyutlán que tiene un campamento ecológico tortuguero.

La Colima prehispánica forma parte de la Culturas del Occidente de México. Se halla entre su riqueza patrimonial a la cerámica de los perritos de barro que es tan peculiar porque los representa de una manera muy graciosa, gorditos de la panza, a veces sosteniendo una mazorca de maíz en el hocico. En ese entonces se creía que los perros eran los acompañantes de las personas muertas para llegar a su destino, pero igual formaban parte de la dieta de los vivos, como ya lo hemos comentado en otro de nuestros escritos de esta revista. Sigue leyendo

Historia de los Pames (México) y su gastronomía, un pueblo originario chichimeca

Martha Delfin GuillauminResulta interesante pensar que los términos que ahora se emplean para denominar grandes áreas culturales de México, Mesoamérica y Aridoamérica, fueron acuñados por un antropólogo alemán, Paul Kirchhoff, en la década de 1940. Mesoamérica sería la parte central y meridional del actual territorio mexicano y una porción de Centroamérica. Antes y durante la llegada de los conquistadores españoles, en Mesoamérica se localizaban los pueblos originarios agricultores con impactantes urbes y espacios arquitectónicos, bellos códices y ceramios, textiles, orfebrería, trabajos artísticos de concha, poesía y excelente gastronomía.

En Aridoamérica, el área cultural al norte de Mesoamérica, se hallaban los indígenas seminómadas que se distinguieron por ser excelentes cazadores, pescadores y recolectores. Fueron temidos y respetados por su aguerrido proceder contra la entrada hispana que se efectuó desde mediados del siglo XVI. Se les llamaba chichimecas, nombre usado con sumo desprecio para calificarlos de bárbaros y salvajes; la voz significa, según Powell, “perro sucio e incivil”. Los habitantes de la Gran Chichimeca eran diversos pueblos indígenas entre los que se encontraban los pames, los guamares, los zacatecos y los guachichiles. En particular los pames pertenecen a la familia lingüística otopame. Gonzalo de las Casas, el supuesto autor de la obra Guerra de los chichimecas (1574-1580), informó que la palabra “pame” significaba “no” en su idioma, y que se les dio dicho nombre porque la decían muy frecuentemente, seguramente, pienso yo, porque con ella expresaban su objeción a ser conquistados.[1] Digo supuesto porque investigadores como Alberto Carrillo Cázares sostienen que el sacerdote agustino fray Guillermo de Santa María fue el verdadero autor de dicha obra.[2] En cuanto el término pame, ellos prefieren el etnónimo xi’ui (“indígena”) para autonombrarse. Sigue leyendo

Nuevos datos sobre la historia del tomate

Carlos AzcoytiaEste trabajo es para ampliar la historia del tomate, todo un descubrimiento muy importante y que debería haber investigado hace muchos meses, porque tenía los datos suficientes para hacerlo, pero otras investigaciones me lo han prohibido.

Los datos obtenidos pertenecen a un libro publicado en México en 1615 y que a su vez fue copia de otro escrito en latín por el galeno, botánico y ornitólogo Francisco Hernández de Toledo (1514 o 1517-1578) que fue enviado por Felipe II a Nueva España en 1570 para dirigir una expedición científica, nombrándolo Protomédico General de Nuestras Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano.

Embarcó con su hijo y recorrió Centroamérica durante tres años, estando la expedición formada por un geógrafo, pintores y médicos nativos. Hasta su vuelta en 1577 vivió en México estudiando el poder medicinal de las plantas y los animales, editando una gran obra a su vuelta que nuca llegó a ver hecha realidad por dos razones, la primera por su muerte y la segunda porque Felipe II envió los originales a un editor napolitano, Nardi Antonio Ricci, que también murió, lo que retrasó su publicación hasta 1631, sólo la versión abreviada, permaneciendo los originales en la biblioteca del Escorial, desapareciendo estos en el incendio de dicho edificio en el año 1671, toda una obra maldecida por lo que se ve. Sigue leyendo

Los Mascogos, unos breves comentarios sobre su historia y comida tradicional

Martha Delfin GuillauminHace años, en 1987, cuando estudiaba la carrera de Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, tuve la clase de Etnografía de México y me llamó la atención que la profesora que dictaba la clase sólo considerara a los Kikapúes del Estado de Coahuila como indígenas de este país, no tomando en cuenta a los otros que yo creía que sí lo eran, es decir, los Mascogos. Grande fue mi sorpresa al enterarme de que éstos no eran reconocidos como miembros de ningún pueblo originario de México en aquel entonces. Tuvieron que pasar más de dos décadas para que esta situación de reconocimiento cambiara a favor de los Mascogos. Sigue leyendo

Un breve comentario sobre la cocina indígena en Durango

Martha Delfin GuillauminHace años, en camino desde Chihuahua hacia la ciudad de Puebla, nos detuvimos con mis padres y hermanos en Chupaderos, un pueblito muy peculiar del Estado de Durango, y es que era uno de los lugares en donde se filmaban y continúan filmándose películas de vaqueros, las western, y parecía que el lugar nos transportaba a tiempos remotos. Las imágenes que guardé en mi memoria son las de ese poblado, los paisajes de valles y montes, así como de los souvenirs en los que se incluía a los famosos alacranes de esa provincia, claro, colocados adentro de la base de un cenicero de vidrio para el turista.

Durango se encuentra en el norte de México y por mucho tiempo se creyó erróneamente que en su área, al igual que en todo el septentrión mexicano, no había vestigios de culturas antiguas. Sin embargo, ahora se sabe “que hay sitios, entre ellos el de La Ferrería, con materiales que indican que Durango tuvo una larga y continua ocupación humana. En aquel amplio territorio habitaron grupos sedentarios, además de muchos otros nómadas y seminómadas, es decir, con diversos grados de tecnificación y adelanto.” [1] Actualmente, en Durango y las provincias limítrofes hay cinco pueblos indígenas muy importantes, a saber, los tepehuanos, los rarámuri, los coras, los huicholes y los mexicaneros. Los límites de esa provincia hacen que varias entidades compartan a las comunidades de estos pueblos originarios, es decir, Chihuahua, Coahuila, Sinaloa, Zacatecas y Nayarit. Sigue leyendo