La llegada y difusión por el gusto a tomar café en Austria, es desde mi punto de vista, la más apasionante de todas las de Europa, tanto por formar parte de la historia de dicho país como por la codicia y la visión comercial de la persona que lo puso de moda, algo que alabo porque a los héroes normalmente se les paga con aplausos, eso con suerte, mientras que aquellos que están en la retaguardia se reparten el botín siempre.
La historia, y parte de la leyenda, comenzó en el año 1683 cuando la cuidad de Viena fue asediada por los turcos en un movimiento envolvente de las tropas que dejó aislado a parte del ejército austriaco que estaba al mando del príncipe de Lorena, el emperador Leopoldo escapó por los pelos de la carnicería y apostó sus tropas a varias millas de distancia a la espera de los refuerzos prometidos por el rey de Polonia, Juan III Sobieski. La cosa pintaba mal para los austriacos ya que los sitiadores, en número de 300.000, atenazaban la ciudad que sólo contaba con 33.000 defensores. Sigue leyendo