Historia de la peste y la gastronomía para curarla

A mi compañero de investigación Roberto Xalabarder Coca

Atención, el presente trabajo va sin imágenes.

Entender la historia de la gastronomía, con millones de variables, tan solo a base de datos concretos, puntuales y segmentados es hacer un flaco favor a esta casi nueva ‘ciencia’, donde intervienen o se socorre de otras, como pueden ser la botánica, la agronomía, la medicina, la antropología, la política, la economía, las religiones, la cocina, la historia y un largo etcétera, haciendo de cualquier detalle, por nimio que nos pueda parecer, básico para empezar a comprenderla en su verdadera magnitud o llegar a ‘casi’ vislumbrar el gran mosaico que la forma.

Cuando hice el trabajo ‘Historia de la epidemia de peste que padeció la ciudad de Sevilla en 1649’ me quedó en el paladar el sabor amargo de no poder profundizar más en el tema, ya que en sí fue demasiado largo, ahora, tras conocer que una productora sevillana está haciendo una serie sobre esos momentos trágicos que vivió la ciudad, ya que conozco personalmente a sus directores, ‘Sondeproducción’, de nuevo se avivó el deseo de terminar un estudio de lo que fue la peste desde una perspectiva hasta ahora poco conocida y como se intentaba combatirla gastronómicamente. (Como nota aclaratoria he de decir que no deben perderse los capítulos de dicha serie, actualmente en rodaje, porque la ambientación y la puesta en escena son verdaderamente impresionantes, he visto fotos de los rodajes y quedé sorprendido).

El terror que producía en nuestros ancestros la peste llegó a tal grado que influyó en todos los ámbitos de la vida de aquellos indefensos humanos, desde la arquitectura a la alimentación, incluso hasta la interrelación entre ellos. Sigue leyendo

Historia del cerdo, marrano, cochino, puerco o chancho y jabalíes

El presente trabajo es una actualización de otro de fecha
octubre de 2007 del mismo autor y de una ampliación de 
diciembre de 2008

Carlos AzcoytiaLa historia del cerdo está íntimamente ligada a la del hombre, tanto que sería imposible imaginar el desarrollo de las civilizaciones en el neolítico sin la participación en la dietética de este animal, que por sus características lo hicieron ideal para cubrir las necesidades de aportes de proteínas y grasas a la población.

Como todo alimento es discutido el origen de la domesticación de este animal, cuyo antecesor es el jabalí, el cual fuera de la época de celo es relativamente fácil de manejar, sobre todo sus crías, las cuales, junto con sus madres, merodeaban los asentamientos humanos con doble finalidad, la primera para alimentarse de sus desechos y la segunda para intentar protegerse de los depredadores, los cuales huían de los humanos.

Todo parece indicar que la domesticación tanto del cerdo, como de la oveja, la cabra y el buey se efectuó en Anatolia en Turquía, una vez que los homínidos se asentaran, entre otros lugares en la llanura del altiplano de Konya, desde donde seguro se sabe que se domesticaron los garbanzos, las lentejas, los guisantes y otras leguminosas (ver mi artículo dedicado a la historia de los garbanzos). Sigue leyendo

Historia de las intoxicaciones por embutidos

Carlos AzcoytiaRepasando mi biblioteca encontré un librito escrito y editado en el año 1854 por Juan F. de Michelena que lleva el original y largo título ‘Adulteración de alimentos, bebidas y medicamentos o método fácil para descubrir los fraudes de los especuladores’, todo un tesoro para poder investigar la alimentación y su manufactura en los comienzos de la Era Industrial, donde se puede apreciar el precio que debieron pagar nuestros antepasados, algunos hasta con su vida, en un mundo cambiante donde los adelantos en la conservación alimenticia iban a años luz de la legislación y donde, también, muchos desaprensivos se aprovecharon para hacerse ricos sin importarles las vidas y el dolor ajeno, lo que nos demuestra que canallas siempre existieron, no es un invento moderno, y donde el castigo debería haber sido el darles de comer aquellos venenos que vendían o, en la actualidad, pagarles con la misma mísera cantidad de dinero que cobran los desheredados, la mayoría de la población, a los corruptos políticos para que comieran sus familias y murieran de hambre, que es lo que se merecen, para terminar, de una vez por todas, con esta cleptocracia donde vivimos.

Juan Francisco Michelena, autor del libro del que tomo la bibliografía como base del presente trabajo, hijo de otro médico llamado Juan Bautista (muerto en febrero de 1851), llegó a ser Doctor en Farmacia de la Real Universidad de La Habana e Individuo Numerario de la Real Sociedad Económica de dicha ciudad; participó en El Repertorio Económico de Medicina, Farmacia y Ciencias Naturales de la Real Aduana de Matanzas; el 24 de junio de 1871 leyó unas memorias en el Casino Español de Matanzas (Cuba).

No se puede decir que el libro de Michelena fuera totalmente original, ya que recurría con frecuencia a otros autores europeos de renombre en ese momento, como podían ser Juan Bautista Chevalier, Kerner o Geisler, entre otros muchos, lo qué lo hace, por lo menos, interesante al recopilar experiencias en distintos lugares, importante para tener una idea de conjunto y no puntual de los fraudes alimenticios en un momento crucial en los cambios alimenticios de la población, sobre todo en Europa, en los albores de la Era Industrial, donde se comenzaron a experimentar nuevas formas de conservación de alimentos y donde nació, gracias a las guerras, los enlatados que tantas vidas salvó y a tantas personas mató en sus comienzos, de los que ya tengo varios trabajos. Sigue leyendo

Historia de los caracoles en la alimentación más 22 formas de hacerlos

En caso de copiarnos haga referencia de donde lo hizo, así como de su autor, eso le hará más digno y cuando digo copiarnos es hacer una cita y no plagiar.

Carlos AzcoytiaEscribir sobre la historia de los caracoles como alimento es hacerlo de las miserias y del hambre de la humanidad unas veces y de la excentricidad y el exceso en otras, aunque quizá esa excentricidad sea consecuencia del recuerdo ancestral de aquellos que resucitaron dicho alimento, más o menos sofisticado, a la hora de cocinarlo, pero al fin y al cabo muy lejano, en el concepto como en la forma, del gusto de los occidentales.

La supervivencia de los primeros humanos fue consecuencia de convertirse en omnívoros, animales que devoraban todos, o casi todos los animales y plantas que encontraban, independientemente del lugar geográfico, orografía y tipos de clima. Esa necesidad de nutrirse, éxito en su reproducción, les pudo o nos pudo llevar a la hegemonía en el planeta sobre los otros animales, pese a ser un tipo de bestias de las más débiles dentro del reino animal, tanto en fuerza como en velocidad; su pervivencia o triunfo fue consecuencia de ser gregarios, lo que les hizo desarrollar la astucia a la hora triunfar en la base de la vida en el planeta, la reproducción. Sigue leyendo

Biografía del chef Leopoldo Mourier e Historia del restaurante Foyot de París. ¿Un terrorismo de estado?

Un partido en el poder que quiere imponer una ley fascista en la que no se puedan tomar imágenes de cargas policiales o penar con fuertes multas si un policía dice que lo han insultado convierten las fuerzas de seguridad en fuerzas represivas.

Carlos AzcoytiaEl presente trabajo es ampliación de otro en nuestro sitio del mismo autor que editamos hace más de diez años.

Hablar del Leopoldo Mourier y de sus restaurantes parisinos es hacerlo de la historia dorada de la gastronomía franceasa y mundial, una época irrepetible porque fue cuando se socializó la cocina y se pasó de una Europa que pasaba hambres cíclicas a otra de la opulencia y del derroche que irremediablemente desembocó en dos gurerras mundiales.

En la serie dedicada a los cocineros y gourmets mundiales creo que este personaje es el mejor exponente de toda una época, vivió a caballo entre los siglo XIX y XX, y donde en su restaurante Foyot se desarrolló una guerra sucia entre el estado y un movimiento libertario, el de los anarquistas, que tantas muertes dejó en su sangriento camino.

Biografía de Leopoldo Mourier

Los negocios hosteleros fueron todo un icono de una época en la que París fue el epicentro mundial de la gastronomía y todo se les debió a aquellos hombres que con su trabajo y buen saber hacer influyeron o fueron la moda que marcó el gusto de los occidentales, siendo nuestro hombre casi el máximo exponente de dicha generación de restauradores como veremos más adelante. Sigue leyendo