Forma de hacer el queso de cabras artesanalmente

Siguiendo con la historia de los quesos encontré la fórmula más artesanal que existe de hacerlo, tal y como se elaboraban en Francia en el siglo XVIII, y que se lo dedico a aquellos seguidores que me escriben, que aman y hacen recetas artesanales.

Para hacerlo hay que ordeñar las cabras por la mañana, se deja reposar la leche dos o tres horas y se echa el cuajo; para mezclarle bien se mueve con una cuchara; se deja después reposar, y en nueve o diez horas se corta: la cuajada se echa en moldes sobre lienzo blanco y fino puestos encima de paja: en ellos se asienta, y suelta el suero se sala después toda la superficie: a las 24 horas se vuelve sobre un zarzo de paja, y se sala del otro lado quitándole el lienzo que ha servido para escurrir el suero. La sal se deshace sobre este queso, que todos los días se ha de volver y colocar sobre zarzos bien secos y limpios. Sigue leyendo

Historia del queso de Roquefort y forma de elaborarlo

Este trabajo es una ampliación de otro de fecha anterior al año 2005

Preparando un estudio sobre la alimentación de un día en la corte de Carlomagno (754-814) he descubierto como se supo por primera vez sobre el queso roquefort.

La historia comienza cuando un día el emperador tras una jornada de marcha se detiene en la casa de un obispo, este que no había podido abastecerse de pescado y ser sábado, día en el que había de abstenerse de comer carne de ningún tipo, solicitó, viendo el apuro del prelado, que le sirvieran queso, alimento este indispensable para el emperador. Servido el manjar observó que su corteza tenía un aspecto deleznable, con delicadeza quitó con el cuchillo la parte ‘podrida’ y se dispuso a comer la interior que era blanca y cremosa. El obispo que permanecía a su lado observando se le acercó y le dijo: “Por qué, señor emperador, obras de este modo?. Lo que desechas es lo mejor”. Carlomagno que era hombre confiado siguió el consejo del prelado y se introdujo en la boca el trozo de queso enmohecido, lo saboreó y debió gustarle porque le dijo: “Has dicho la verdad, mi querido anfitrión. Por tanto, no dejes de mandarme cada año, a Aquisgrán, dos cajas de quesos como este”. Sigue leyendo

Gastroturismo en una villa romana

Dentro de nuestro nuevo apartado dedicado al gastroturismo histórico nos vamos a detener en un lugar para descansar, volver a disfrutar de la vida y, sin demasiada tramoya, recrear el mundo romano de una forma magistral en un hotel dentro de la categoría de los denominados de turismo rural y del que guardo un magnífico recuerdo por la afabilidad de sus dueños, Santiago y Noemi (ver sus curriculum al final del presente trabajo), y de lo cuidado de su hotelito que más parece una devoción para satisfacer al caminante que un negocio.

El establecimiento está situado en Aljucén, un pueblecito a casi 17 kms. al norte de la ciudad de Mérida (España), la gran ciudad romana famosa por su teatro donde aún hoy se siguen haciendo representaciones teatrales, constreñido dicho pueblo entre la carretera Nacional 630 y la autovía A-66, formando parte del antiguo Camino de Santiago, más conocido como La Ruta de la Plata, que une Andalucía con Galicia. Sigue leyendo

La gastronomía en la actual Casa Real española


Con motivo del estudio sobre la historia de la gastronomía y los cocineros de las Casas Reales españolas que hice por encargo de la Real Academia de la Historia de España, para el primer Diccionario Biográfico Español, me puse en contacto a finales del año 2005 con la Casa Real con el fin de conocer los hábitos alimenticios de nuestros actuales monarcas y su familia, contestación  que en el fondo no llegó a satisfacerme por lo general de la información que me pasó su Gabinete de Prensa, algo totalmente comprensible dentro de las medidas de seguridad que deben de rodear a todo alto cargo de un país. Sigue leyendo

Historia del hambre en Europa y el conde de Rumford II

Para tener una lectura coherente y completa aconsejamos leer el primer capítulo de este monográfico.

Rumford se planteaba su ignorancia en lo referente a la nutrición y escribía: “Me admiraba infinito ver la diferencia que se encontraba en unos mismos alimentos según las distintas maneras de aderezarlos, no solo en cuanto al gusto, sino también en cuanto a sus propiedades nutritivas; y hallé que las buenas calidades de una sopa dependían más bien de la elección de los ingredientes y de su cocción lenta y bien dirigida, que de la cantidad de sustancias sólidas que se emplease para hacerla; hallé que el arte y el talento de un buen cocinero valen más que el dinero cuando se trata de comer; hallé que una sopa era más nutritiva cuando estaba más apetitosa; finalmente me aseguré de que con muy pocos alimentos sólidos se puede matar el hambre y gozar de buena salud, si están bien aderezados, y de que a poca costa se puede mantener un jornalero en cualquiera país. Sigue leyendo