Historia del escorbuto: Una enfermedad asociada a la alimentación (Parte I)

Carlos AzcoytiaLa historia de la enfermedad del escorbuto, la forma de tratarla en distintas épocas y consecuentemente su forma de curación definitiva, a mi parecer, fue la más vergonzosa historia de la investigación médica de occidente, tan egocéntrica y soberbia, donde se demostró la deficiente formación en el razonamiento y la deducción de unos galenos que durante siglos no progresaron de forma significativa en los conocimientos de la medicina, entendiéndola más como casi mágica y duramente influenciada por la religión, algo que chocaba con la casi mesiánica labor que ejercieron la mayoría de ellos al estar en contacto no sólo con la enfermedad sino también con las miserias humanas.

Es cierto que no todos están obligados o pueden tener la imaginación y la fantasía para desarrollar una teoría de lo absurdo que al final puede terminar en una genialidad, algo que cuando escribía este trabajo pude comprobar: cayó en mis manos una publicación norteamericana que, como mínimo, me sorprendió por lo arriesgado del método de teorización y de investigación y que entra dentro de la antropología como una explicación causal de algo que posiblemente no llegue a ser ni tan siquiera a eso, pese a que lejanamente tiene lazos con el tema que nos ocupa; el trabajo al que aludo fue un ensayo de dos grandes economistas actuales, Steven D. Levitt y Jhon J. Donohue III[1], los cuales tuvieron la extravagante idea de proponer que la causa más importante en el descenso en números de delitos cometidos en EE.UU., en la década de los noventa del siglo XX, fue consecuencia de la legalización del aborto, todo un anatema para algunos que no deja de tener un razonable punto de veracidad pese a que otras muchas variables pudieran influir en el resultado, algo que razonaban diciendo que al ser las madres, en su mayoría, adolescentes de la clase baja de la sociedad americana no estaban preparadas, ni económicamente ni culturalmente, para educar a sus hijos y que los abocaba a la delincuencia desde la infancia. Si puede parecernos extravagante dicha teoría, algo parecido ocurrió en el pensamiento de los galenos de entre los siglos XVI y XIX que, salvo excepciones pese a que no podían intuir algo más allá de su cotidianidad o realidad y que no les dejaba ver el bosque, no supieron o no pudieron desarrollar teorías revolucionarias dentro de su conocimiento técnico. Algo que se desarrolló no hace tanto, en la Era Industrial, donde hasta entonces el conocimiento de las enfermedades y de la química estaban basadas en lo que la naturaleza ofrecía y no en la agresividad de las medicinas sintéticas como ocurre en la actualidad o el principio de autoridad que, por suerte, va desapareciendo gracias a la globalización y las comunicaciones, aunque aún hoy sigue teniendo un gran peso en muchos campos académicos para desgracia de todos y lo borreguiles que son muchos profesionales. Sigue leyendo

Historia de los uchepos de Santa Fe de la Laguna, Michoacán

Martha Delfin GuillauminSanta Fe de la Laguna es un poblado p’urhépecha michoacano muy particular, está al lado del Lago de Pátzcuaro, fue fundado como pueblo hospital por Vasco de Quiroga, Tata Vasco como todavía es recordado, el 14 de septiembre de 1533 en el lugar que Uayameo ocupara en la época prehispánica. [1] En Santa Fe de la Laguna se puede apreciar la huatápera (lugar de reunión), es decir, el antiguo hospital, en donde se conserva la silla obispal que ocupara Quiroga. Santa Fe de la Laguna es famosa por la bella artesanía de barro que producen sus alfareros.

Entre las delicias gastronómicas que ofrece Santa Fe preparadas con maíz criollo, es decir, libre de los transgénicos a los que se oponen las comunidades p’urhépechas de Michoacán, tenemos los uchepos que, como nos informa José N. Iturriaga, “son unos pequeños tamales en hoja de elote, dulces por ser precisamente de elote tierno, que pueden hacerse con leche o con agua y lo más usual es condimentarlos con canela. Se pueden comer bañados con mantequilla y con rajas de chile poblano a un lado.” [2] Vale mencionar que a los uchepos se posibilita el servirlos solos, pero también bañados con salsa de tomate cocido rojo o verde, salpicados con crema o queso freso panela. Sigue leyendo

Alcachofa: Breve Monografía Gastronómico-cultural (1)

ainartComer verduras de temporada es más complicado que antes (más que nada porque antaño no había otra posibilidad para la gran mayoría de la población. Y porque la definición de “temporada” se ha vuelto muy elástica, gracias a invernaderos y demás técnicas de forzamiento hortícola).

Sin embargo, aún hay hortalizas que se resisten a los tiempos modernos, como las alcachofas (Cynara cardunculus L. var scolymus (L.) Fiori), que prácticamente sólo se encuentran en su momento—y ¡qué momento! Desde las frescuras otoño-invernales, y alargándose hasta cuaresma y más allá, son los días de alcachofas a la plancha, alcachofas a la cazuela con jamón, alcachofas rellenas, fritelle di carciofi, pasta con alcachofas, pizza con alcachofas (riquísima la combinación con gorgonzola)…

Pero, ¿de dónde sale la alcachofa? Que es vegetal, por cierto, relativamente poco conocido allende el área de influencia mediterránea: parece ser que los ingleses las miran con recelo, y tampoco gozan de gran popularidad en América.

Bien. Sus orígenes son confusos, y no tenemos claro del todo cuándo aparecen en nuestros campos y cazuelas: ¿en tiempos romanos? ¿En tiempos de dominio islámico en el Mediterráneo? ¿En el s. XV? Hay opiniones para todos los gustos, si bien algunas tienen más fundamento, y otras, menos. Sigue leyendo

Tarécuato, Michoacán, el atole y el antiguo camino de la sal

Martha Delfin GuillauminHace años vi un excelente documental hecho en Venezuela a fines de la década de 1950 que aborda el tema de las salinas de Araya, me llamó la atención la manera como sacaban los pedazos de sal y los molían con golpes de palos convirtiéndolos en granos empleando una técnica que por siglos se repitió hasta que llegaron las máquinas y los hombres empezaron a explotar las salinas de otra manera más moderna. En dicho documental hecho por Margot Benacerraf se puede apreciar, además, que Araya formó parte de las riquezas del imperio español durante el período colonial ya que la sal era tan valiosa como los metales preciosos llegando a ocasionar que en esa península venezolana hubiera un fuerte militar para defender las salinas contra los piratas holandeses. Sigue leyendo