Este trabajo es una ampliación de otro de abril de 2011
Desde la expansión de los primeros homínidos de la Garganta de Olduvai en Kenia, hasta la domesticación de las primeras plantas y animales en Anatolia, región montañosa de la actual Turquía, la principal preocupación del ser humano fue la de poder conservar los alimentos y con ello asegurarse un futuro, más o menos confortable, pese a las inclemencias del tiempo. Los primeros asentamientos del neolítico fueron verdaderos laboratorios donde se inventaron las industrias, con tecnología revolucionaria, que consiguieron descubrir el poder de la sal y de las grasas o aceites que evitaban o retrasaban la descomposición de las presas cazadas. Más tarde, pese a que hoy nos pueda parecer simple, la observación hizo que aquellas tribus se aliaran y supieran manipular bacterias hasta alcanzar la perfección de las fermentaciones, inventando la cerveza, el pan y el queso entre otros alimentos, en ese momento se había llegado al gran sueño de todos aquellos monos sin pelo, que para distinguirse de los otros se auto denominaban humanos, y con ellos comenzó la hegemonía y la conquista de todo el planeta, la cual continúa hasta hoy sin demasiados cambios en lo gastronómico. Sigue leyendo