De pequeño, cuando algunas veces acompañaba a mi padre al campo, y de mayor, cuando era ya un profesional, observaba en los linderos de las propiedades o en los bordes de los caminos de tierra una planta que siempre me llamaba la atención, una mezcla de arbusto y planta que más de una vez me hizo sentir el escozor que produce el pinchazo de sus púas al clavármelas, de hecho aún conservo una pequeña marca de una de ellas que me clavé haciendo un levantamiento topográfico en un pueblo muy cerca de Sevilla, en concreto en Castilleja de la Cuesta; también recuerdo como vendían por las calles de mi cuidad, Sevilla, sus frutos unos hombres, a todas luces labriegos por su indumentaria, que las llevaban en carritos y cestos cubiertas con trozos de hielo, en una España de hambre y posguerra, y que con una navaja las abrían y las vendía a precios muy módicos, que eran el regocijo de los niños, también de los mayores, y de la que mis padres me decían que no comiera muchas porque me producirían estreñimiento.
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Una aproximación a la historia del azafrán y su cultivo
Encontré una publicación de fecha jueves, 12 de abril de 1798, cuyo autor fue el cura del pueblo de Montuerga (Madrid) donde cuenta de forma, más o menos bucólica, como se plantaba y recogía el azafrán y que por su interés histórico, ya que haré varios trabajos sobre esta planta, creo imprescindible de transcribir porque pertenece al pasado de la agricultura, la alimentación y la medicina española, dejando para más adelante los aspectos técnicos y diciendo únicamente que el origen de la palabra es oriental y adelantando lo que dice la R.A.E.: «Planta de la familia de las Iridáceas, con rizoma en forma de tubérculo, hojas lineales, perigonio de tres divisiones externas y tres internas algo menores; tres estambres, ovario triangular, estilo filiforme, estigma de color rojo anaranjado, dividido en tres partes colgantes, y caja membranosa con muchas semillas. Procede de Oriente y se cultiva en varias provincias de España«.
Historia del cultivo del té en China en el siglo XVIII y XIX
Saber sobre la historia del té en Europa en estos momentos está muy lejos de las historias o cuentos chinos que muchos narran, ya sea por la falta de preparación de quien lo escribe, o lo que es mucho peor: la gran cantidad de insensatos que copian a destajo sin molestarse en saber si aquello que fusilan tiene visos de realidad y así nos encontramos un Internet lleno de informaciones que desinforman a quien busca saber de las cosas y para comprender de lo que hablo sólo hace falta, por ejemplo, buscar en Google y ver lo que hay.
De las primeras constancias ciertas en la época moderna sobre el cultivo del té son las que obran en el informe que escribió G. Stanton sobre el viaje que hizo la embajada inglesa, capitaneada por el irlandés George Macartney, en el año 1792 y que terminó en un estrepitoso fracaso, todo achacable a la soberbia de los ingleses y la reticencia del emperador chino , que al final resolvieron con la llamada Guerra del Opio, ya que, como todos sabemos, los sajones obtienen lo que desean ya sea por las buenas o por las malas, de ahí sus grandes imperios con sus vergonzosos pasados y presentes de saqueos.
Historia de un té que pudo cambiar el mundo, el de Bogotá
Hay veces que los acontecimientos políticos o militares pueden influir en la historia, tanto por los cambios que estos actos generan o, por el contrario, porque cercenan nuevas iniciativas que posteriormente las hacen inviables, ya que los nuevos mapas geopolíticos, consecuencia de los resultados de dichas vicisitudes, no propician la idea primigenia que los inspiraron. Este podría ser el caso que nos ocupa y que como consecuencia de las Guerras Napoleónicas quedaron en suspenso.
La noticia de la que hablo comenzó por una publicación francesa escrita por un tal Denulel de la que se hizo eco y que se reimprimió en España en el ‘Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos‘ del jueves 18 octubre de 1804, en su número 407, y donde el célebre botánico Josef Celestino Mutis y Bosio (docente que fue del Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario en Bogotá (Colombia), de donde es académica nuestra compañera Cecilia Restrepo) lanzó la idea de cambiar las rutas y los focos de producción del té, que se traía desde oriente, principalmente desde China, por otro tipo que se producía en Colombia, de esta forma, de seguro de haberse llevado a efecto, quizá hoy las corrientes de comercio y de producción de riqueza serían muy distintas. Sigue leyendo
Historia del refajo colombiano
Este trabajo es una actualización de otro de fecha Mayo de 2005
Según el Nuevo Diccionario de Americanismos / Colombianismos, editado por el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá en 1993, define: “refajo, bebida refrescante consistente en una mezcla de cerveza y gaseosa”. Hay tantas formas diferentes de denominar esta bebida, como en los países donde se cosume.
Las mezclas de cervezas con bebidas gaseosas en el mundo se remontan a los inicios de la existencia de estas dos bebidas juntas. En Colombia el refajo se comienza a conocer a finales del Siglo XIX.