En el nombre del plátano (2): Avistamientos europeos

ainartEn episodios anteriores… descubrimos la inexplicable confusión nominal que rodea a la palabra <plátano>. Por un lado, designa desde la antigüedad a un árbol de sombra (Platanus sp); por otro, en algún momento del s. XVI, en castellano esta palabra se agarra también a otro vegetal muy distinto: el plátano de comer (Musa, conocido también como banana según qué lengua y dialecto hables).

Hasta aquí, el planteamiento del misterio.

Ahora, adentrémonos en los entresijos históricos de lo que pasaba por las mentes y plumas que escribieron sobre esta megahierba en tiempos remotos…

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Si lo pensamos bien, darle nombre a un vegetal novedoso y desconocido es algo que nos ha tocado hacer con frecuencia a lo largo de la historia. En el caso concreto que nos ocupa, veremos que el plátano de comer, Musa, parece haberse prestado a ser comparado-confundido con otros árboles.

Ello no es nada excepcional en el lenguaje común. Las taxonomías (sistemas de clasificación) populares funcionan dividiendo la realidad en categorías, y las entidades nuevas que uno va descubriendo son asignadas a alguna de las categorías preexistentes, en la que nos parezca que encaja mejor.

Así, el maíz (Zea mays) a menudo es llamado “trigo”: en inglés, la palabra corn, que hoy ya suele usarse sólo para el maíz, en su origen designaba al trigo; en italiano viene llamado “trigo turco”, grano turco; blat de moro en catalán (trigo moruno)… Sigue leyendo

La alimentación en la Biblia, una historia compleja

Este trabajo es una actualización de otro en nuestra revista titulado ‘Historia de la alimentación en la Biblia

Carlos AzcoytiaLeyendo al historiador y filósofo Jean Soler, autor de importantes investigaciones sobre el monoteísmo, llegué a la conclusión de que es cierto qué desde siempre se enfocó de forma banal el estudio de la alimentación en la Biblia; se ha buscado lo más obvio, lo fácil, ocultando o ignorando la filosofía implícita del conjunto de sus enseñanzas, despreciando el origen real de sus leyes y admitiendo dichas disquisiciones casi al capricho de sus redactores, cuando en realidad todo obedece a un pensamiento coherente y perfectamente reglado.

Igualmente, siempre que se describe un tipo de alimentación de áreas más o menos extensas, por ejemplo la cocina mediterránea, no se tiene en cuenta la influencia de la religión en las costumbres alimenticias de los pueblos, de modo que se generaliza y se patina sobre la nata sin adentrarnos en materias más complejas, justificando costumbres que, independientemente de ser más o menos acertadas, encajan dentro de la visión miope de la historia de la alimentación.

Si tenemos presente que la Biblia es la base de todas las religiones de Occidente, entiéndase entre ellas la hebraica, la mahometana y la católica, con todas sus ramificaciones y franquicias, será fácil de observar la concordancia a la hora de elegir ciertos tipos de alimentos, así como una uniformidad agronómica, ganadera y de tipos de cocción, algo que nos puede parecer lógico cuando en realidad son leyes ‘forzadas’ que aceptamos dentro de la alimentación, sin preguntarnos nada más y extrañándonos de otras costumbres fuera de nuestro entorno, por ejemplo comer carne de serpiente, cánidos o insectos en otras civilizaciones, algo que se agrava de forma especial cuando las costumbres ancestrales relacionadas con la alimentación chocan frontalmente con las enseñanzas que subliminalmente, en algunos casos, impregnan nuestra sociedad y que en otros son motivo de asco y desprecio. Sigue leyendo

En el nombre del plátano, (1)

ainartEn general, acostumbramos a fiarnos del diccionario.

También tendemos a pensar que los significados de las palabras que contiene han permanecido más o menos intactos desde el albor de los tiempos hasta nuestros días.

Y la tercera cuestión, de gran importancia al hablar del mundo natural, es que solemos tener la impresión de que los nombres comunes que empleamos para referirnos a los vegetales (por poner un ejemplo) reflejan una realidad biológica.

Oséase: que existe algo en el mundo vegetal que se corresponde exactamente con lo que llamamos rosa, o acelga, o menta.

Pues bien.

Siento aguaros la fiesta, pero tendré que echar por los suelos estas tres ideas, que a menudo tenemos bien enraizadas en nuestro interior —¡aun sin haberlas nunca pensado!—, y que tanta seguridad suelen darnos.

Porque, al menos en lo que a los vegetales se refiere, no funcionan.

1 | El diccionario se equivoca. No lo hace a propósito, pobre; creo que se debe, sencillamente, a que los que redactan las definiciones referidas a entidades naturales no son científic*s… y claro, si ya entre profesionales se arman unos líos fenomenales, para los no expertos el cacao lingüístico puede ser aún peor.

2 | El diccionario, y la relación entre significantes (palabras) y sus correspondientes significados, evoluciona en el tiempo y en el espacio. Que una palabra usada actualmente aparezca en una obra del s. II aC, no quiere decir automáticamente que su sentido entonces, coincida con el que hoy posee; puede ser, sencillamente, que tuviese un significado distinto que luego perdió.

3 | Las lenguas no están ‘hechas’ para ser precisas a nivel botánico (ni zoológico, ni lógico, ni ná de ná).

Y dejadme que lo ilustre tomando un ejemplo curioso, que es el del plátano.

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Historias de plátanos (en Uganda), 2: misterios africanos

(Una introducción gastronómica al matooke en Uganda, en este enlace. Aquí vamos a meternos con las aventuras africanas de los plátanos, Musa sp).

NOTA: la palabra plátano se usa como término genérico “a la española/mexicana”: fruto comestible, alargado, que incluye tanto variedades dulces consumidas sobre todo crudas, como variedades almidonosas que se cuecen (p. ej. friéndose) antes de su consumo. En el presente artículo todo son plátanos, como podrían ser bananas en inglés.

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Olvidé mencionarlo anteriormente, pero el matoke tampoco es africano.

ainartAhora sí, africano de adopción y miembro honorario de su cartera de cultivos. Pero en su día, también fue un extraño en la cuna de la humanidad.

¿De dónde viene, pues?

Su hogar original, el de las especies que dieron lugar a todos nuestros plátanos comestibles, se halla en el Sureste asiático y Papua Nueva Guinea (PNG); bastante lejos de tierras ugandesas, pues…

Las especies en cuestión son dos: Musa acuminata, y Musa balbisiana. La primera se encuentra fundamentalmente en PNG e islas circundantes; la segunda, en las tierras continentales del sureste asiático. Estas dos especies son bien distintas a nivel genético, y al referirse a ellas suele indicarse que la primera (M. acuminata) posee un genoma AA, y la segunda (M. balbisiana), BB. Sigue leyendo

Una receta rescatada para hacer salchichón de cabeza de cerdo

Carlos AzcoytiaEsta interesante receta está rescatada de una carta al director del ‘Semanario de agricultura y artes dirigido a los párrocos’ de fecha 8 de diciembre de 1803, importante para conocer la forma de aliñar los fiambres, así como la conservación de los alimentos cárnicos embutidos.

Más parece que se refiere a un tipo de mortadela a la española y cuya fórmula era la siguiente: Sigue leyendo