Hace muchos años, en 1984, cuando visité la provincia de Oaxaca por primera vez, me encantó conocer varios de sus sitios arqueológicos zapotecas como Mitla, Lambityeco o Monte Albán; asimismo, admiré sus construcciones coloniales como el hermoso templo de Santo Domingo de Guzmán en la ciudad de Oaxaca o el exconvento de Yanhuitlán en la Mixteca, este último de un estilo arquitectónico entre gótico y renacentista muy bello. Además, me deleité al comer los platillos regionales como el pollo en mole negro o probando los chapulines secos, pequeños, rojos y sabrosos, muy sabrosos. Sigue leyendo
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Historia y fórmula de un vinagre desinfectante, el de los ‘Cuatro ladrones’
Que el vinagre es desinfectante, al menos eso se cree o se creía, no es ninguna novedad, de hecho se utilizó hasta épocas no muy lejanas en el medio rural español o casi como ‘remedio de la abuela’ en muchos hogares hasta que los productos farmacéuticos estuvieron al alcance de todos, lo que, al menos yo no lo sabía, es que hubo uno específico para tal fin y que encontré en un libro de farmacia, que de seguro estuvo vigente su fórmula hasta entrado el siglo XX y que llamaban ‘el de los cuatro ladrones’ porque según se contaba, copio literalmente: “Este vinagre se llama así, por haberse servido de él, en otro tiempo, cuatro solemnes bribones, con objeto de preservarse de las emanaciones epidémicas de los enfermos, ó cadáveres á quienes robaban”. Sigue leyendo
Modo de hacer aguardientes en el siglo XVII: Agua divina y Marrasquino
El presente trabajo es el final y continuación de otro matriz, base para comprender mejor la forma de cómo se hacían a finales del siglo XVII los anises, aguardientes y licores, titulado ‘Modo de fabricar aguardientes y licores a finales del siglo XVII’ y que puede leer.
Comprendemos bajo un mismo trabajo el modo de hacer dos licores: el agua divina y el famoso Marrasquino, siendo consciente de que aún quedarían otras muchas fórmulas perdidas, cómo el licor de Venus, en aras de la comodidad que la industria ofrece hoy día pero que nos dirigen en todo, incluso en las mal llamadas modas, y que a fin de cuentas benefician a las multinacionales que adocenan nuestros gustos gastronómicos, la forma de vestir, incluso en nuestras preferencias sexuales. Sigue leyendo
Modo de hacer aguardientes en el siglo XVII: Perfecto amor, agua de azahar y de rosas
El presente trabajo es continuación de otro matriz, base para comprender mejor la forma de cómo se hacían a finales del siglo XVII los anises, aguardientes y licores, titulado ‘Modo de fabricar aguardientes y licores a finales del siglo XVII’ y que puede leer..
Comprendemos bajo un trabajo estos tres licores, el famoso francés ‘Parfait amour’ y las aguas de azahar y de rosas, distintas a los aceites.
Perfecto amor
Este licor no se diferencia del agua de cidra, sino en el color encarnado que se le da por medio de la cochinilla. Así cuando se quiera componer el perfecto amor, redúzcanse dos onzas de cochinilla a polvo grosero, y échense en el espíritu aromático de la cidra; déjesela en infusión siete u ocho días; remuévase dos o tres veces al día; después que haya reposado algún tiempo, trasiéguese por inclinación; y sobre el sedimento de la cochinilla échense tres cuartillos de agua de toronjil , y uno de agua de azahar. Al cabo de dos o tres días se mezcla esta tintura con la primera, y el todo con el jarabe, agregándole la misma cantidad de zumo de limón que para el agua de cidra. Sigue leyendo
Modo de hacer aguardientes en el siglo XVII: Aceite de siete granas, de rosoli y de cidra
El presente trabajo es continuación de otro matriz, base para comprender mejor la forma de cómo se hacían a finales del siglo XVII los anises, aguardientes y licores, titulado ‘Modo de fabricar aguardientes y licores a finales del siglo XVII’ y que puede leer..
Comprendemos bajo un trabajo estos tres licores, el de siete granas o simientes, el famosos rosoli y el de cidra, siendo estas sus fórmulas dignas de ser resucitadas y comercializadas, entre tanto el lector puede hacerlas en su casa, es fácil.
Aceite de las siete granas o simientes
Júntense cuatro onzas de anís, dos onzas de simiente de angélica, dos de alcaravea, dos de comino, seis de cilantro, cuatro de hinojo, y dos de eneldo, macháquense en un mortero o almirez, y pónganse con cuatro azumbres de espíritu de vino común en una cucúrbita; arrímese ésta al fuego en baño maría, cúbrasela con cabeza ciega, y manténgase el liquido a los 71 grados de calor por espacio de dos días, y al cabo de ellos añádase azumbre y medía de agua tibia que se echará por el tabulo de la cucúrbita; por el mismo se introducirá un junquito para menear bien la mezcla, y continuará algún tiempo la infusión en los mismos términos que antes. Después se procede a la destilación, y se deja correr el líquido hasta el grado de calor del agua hirviendo. Sigue leyendo