Esta es la segunda parte dedicada a la gastronomía de las islas Filipinas que conocieron los españoles hasta la independencia de dicho país o el cambio de invasor, Estados Unidos, que la utilizaron como base para abastecer sus barcos de carbón en el comercio con China y posteriormente como emplazamiento militar en el Pacífico Sur y que hoy sufre el poder de un presidente asesino que se jacta de haber matado personalmente a seres humanos y que amenaza a otros de lanzarlos desde helicópteros.
Si en la primera parte contaba el régimen gastronómico en el viaje desde España y su posterior recomendación alimenticia hasta que el español se aclimataba, en esta la voy a dedicar a la ingesta de carnes de todo tipo, pasando por alto, en parte, la de los nativos, ya que el reducido grupo de militares destacados allí sólo dominaban las costas, dejando las partes interiores de las islas casi sin explorar, por lo que este trabajo se circunscribe a la alimentación de la llamémosle parte ‘civilizada’.
Siguiendo comentando la topografía médica del general jefe de Sanidad Militar de las islas Filipinas a mediados del siglo XIX, nos sorprende con esta primera apreciación en lo referente a los gustos nativos: «Poco escrupulosos en cuanto á la elección de los alimentos, los indígenas comen y aun aprecian ciertos animales que los europeos miran con repugnancia. La lista de las especies para ellos comestibles es muy extensa, puesto que comprende la mayor parte de los mamíferos, de las aves, de los peces, de los crustáceos, muchos moluscos, y algunos reptiles é insectos que el País produce. Hablaremos solamente de los alimentos animales más conocidos y generalizados, porque son los que interesan á nuestro objeto«. Sigue leyendo