Como en los capítulos anteriores comenzamos con un cuento o leyenda, que lo mismo nos da el nombre, donde contaban como en Arabia no dejaban salir las semillas del café si no estaba torrefactado o tostado, para de esta forma tener el monopolio de su venta, algo que según estamos viendo no encaja demasiado bien en el puzle de la historia del café. Sea como fuere, y ante la imposibilidad de vigilar a todos los peregrinos que viajaban a la Meca, un avispado, de nombre Baba Budan, a principios del siglo XV, pudo sacar las semillas y se cuenta que las plantó en las montañas de Mysore, en un poblado llamado Chik-Maglur en la India.
Hasta aquí lo que considero cuento o ficción, que enlaza ya con la historia, porque la gente, sólo algunos, cuentan muy bien las mentiras y saben novelar la historia. Sigue leyendo