De los restaurantes parisinos míticos existió uno que, por algo que aconteció allí una noche, me dejó en su momento una muy grata impresión y que nada más conocerla me apresuré a escribir, tras hacer las averiguaciones pertinentes de su veracidad.
En los años que han pasado desde que lo publiqué originalmente fue copiado hasta la saciedad, los hubo que tuvieron la delicadeza de hacer la referencia de donde les llegaba la información y otros, la mayoría, lo daban como una investigación propia, sin respetar el trabajo titánico a los que muchas veces se debe de enfrentar un investigador; ellos llegan, roban y se ponen una medalla que, al no tener vergüenza, ni les quema el pecho ni sus conciencias; todos ellos comienzan con una frase más o menos parecida: “Según cuenta la leyenda…”, sin saber que fue algo cierto, porque, como todo lo que hago, me cercioré de corroborar, ya que ni copiar saben y muchas veces ni comprensión lectora tienen. Sigue leyendo