Para Tita en Grecia
Cuando a fines de 1987 fui a vivir con mi esposo a la ciudad de Mendoza, en la región cuyana argentina, me encontré con una forma muy particular de referirse a los diferentes frutos o vegetales que yo conocía con otros nombres, por ejemplo, ananá en vez de piña, choclo por elote, batata por camote, porotos para los frijoles, chauchas para referirse a los ejotes, damasco en lugar de chabacano, arveja para los chícharos, manteca en vez de mantequilla y así por el estilo. ¡Qué decir de las tortas y pasteles!, resultaron dos voces que yo empleaba de diferente manera acá en México, de donde soy originaria.
Al escribirle hace unos días a mi hermana Rosario, a la que de cariño le decimos Tita, y quien vive en Atenas desde hace muchos años, para comentarle acerca de que estaba tratando de hacer este escrito y las dificultades de la lengua castellana mezclada con voces indígenas americanas a las que me había enfrentado durante mi estancia en Mendoza, me mandó por correo electrónico estas interesantes observaciones:
Por cierto que las arvejas (chícharos) las encuentras también en recetas españolas. Y algo que me llamó mucho la atención: aquí le dicen damasquino a la ciruela, ananá a la piña y turta al pastel.
Con mi amigo Oscar, de Palencia, España, nos divertíamos mucho cuando él decía melocotón y yo durazno, él decía albaricoque y yo chabacano. Él decía ¡joder!, y me recordaba a nuestro sr. padre.
Así que turta, como la voz en español torta, τούρτα en griego, es pastel como decimos acá en México y damasquino, δαμάσκηνο, el equivalente a la ciruela; seguro que este término es porque las ciruelas vienen de Damasco y es de origen sirio, yo me figuraría, pero resulta que la ciruela proviene en estado salvaje de China, y también hay variedades de Siria y Armenia. El albaricoquero, procedente de Oriente, es originario de Mongolia. [1] Sigue leyendo