HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LA ALIMENTACIÓN MILITAR EN EUROPA DURANTE  LOS SIGLOS XIX Y XX (CUARTA PARTE)

Artículo de Miguel Krebs
Junio 2008

 

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LA ALIMENTACIÓN MILITAR EN EUROPA DURANTE  LOS SIGLOS XIX Y XX

 

CUARTA PARTE 

CON LA SANGRE EN EL OJO 

La Primera Guerra Mundial fue como una herida mal curada; por fuera daba la sensación de que todo volvía a la normalidad pero debajo del tejido aparentemente cicatrizado, la infección continuaba latente.

Se buscaron culpables, hubo castigos, surgieron nuevos estados, estallaron revoluciones, enfrentamientos ideológicos, debacle financiera, guerra civil. Un  intervalo de 18 años para organizar la revancha y  empezar de nuevo con el ancestral deseo de pelear, matar, poseer y dominar.

El 1º de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia dando inicio oficialmente a la Segunda Guerra Mundial pero para ese entonces Adolfo Hitler se había convertido en el hombre predestinado a salvar Alemania del caos, engrandecerla y volver a colocarla en su posición de privilegio que tuvo en tiempos pasados con el apoyo incondicional de una gran mayoría popular. A su lado, el ministro de propaganda Josef Göbbels fue dando forma  a las ideas del Füherer y a las doctrinas del nacionalsocialismo con un excelente manejo de los medios de difusión y propaganda creando en la gente una conciencia de superioridad para que Alemania volviera a recuperar su autoestima. 

Como premisa para lograr este fortalecimiento se hizo necesario reorganizar su ejército que por el tratado de Versailles, firmado en 1919 entre las potencias aliadas y la nueva república de Weimar (nombre con el que se identifica al imperio alemán durante  el período 1919-1933), reducido en sus armadas a 100.000 hombres, limitando su armamento y prohibiendo la posesión de una flota de mar y aire.

 Lentamente comenzó a resurgir la tradición militar, eludiendo las disposiciones del tratado, hasta formar una poderosa fuerza armada con nuevas tecnologías, estrategias y logística, dentro de la cual se encontraban los nuevos conceptos para la alimentación de las tropas que no solo se circunscribían a la esfera terrestre sino también a la marina y la aeronáutica militar.  

¿QUE COMEMOS HOY? 

Finalizados los Juegos Olímpicos de Berlín, en  1936, la villa olímpica que distaba a 10 kilómetros del estadio donde funcionó la administración y alojamiento  de las delegaciones participantes  pasó a manos del ejército que transformó una parte del complejo en hospital militar y la otra en escuela de infantería donde los soldados, como en otros tantos cuarteles,  podían consultar el menú diario, que por cierto sufriría algunas modificaciones a partir del 1º de septiembre de 1939.

 

Día

Comida

Por la mañana

Cantidad (g)

Comida del mediodía

Cantidad
(g)

Cena

Cantidad
(g)

Lunes

Café

10

Sopa de arroz
Gulash de vacuno Grasa
Patatas hervidas
Ensalada de apio, aceite, vinagre.

20
130
 20
1500
200

Café
Grasa de cerdo
Paté

10
50
100

Martes

Café

10

Sopa de sémola
Asado de ternera, Grasa,
Patatas hervidas
Guisantes con zanahorias

20
140
 20
1500

200

Té, Azúcar

Mantequilla

Queso

2, 50
50
100

Miércoles

Café

10

Sopa de fideos
Albóndigas, Grasa
Patatas hervidas
Espinaca con panceta

20
140
 20
1500
200

Café

Margarina
huevo

10
50
3 Unid.

Jueves  

Café

10

Sopa de arroz
Asado de cerdo, Grasa
Patatas hervidas
Pepino encurtido

20
140
20
1500
1 unidad

Café

Grasa de cerdo
Salchicha de tocino

10
50
100

Viernes

Café

10

Sopa de verduras
Asado de vacuno, Grasa
Patatas hervidas
Verduras

30
140
20
1500
200

 

Té, Azúcar

Mantequilla
Queso Edam

2, 50
50
100

Sábado

Café

10

Sopa de judías
Patatas hervidas
Panceta ahumada 

170
1500
120

Café
Margarina
Sardinas en aceite

10
50
1 Lata.

Domingo

Café

10

Sopa de leche
Costillas de cerdo, Grasa
Patatas hervidas
Compota de manzana

20
140
20
1500
200

Cacao,
Azúcar
Mantequilla
Salchichas

20,
50
50
100

 Cada soldado recibía además 750 gr. de pan para el desayuno y cena completandose por la mañana con margarina, embutido y mermelada en tanto que la fruta fresca y vegetales, como se observa en la tabla,  brillaban por su ausencia. Solo el kilo y medio de patatas en cada comida  aportaba los  hidratos de carbono impuesta en su momento por Federico II que ignoraba la palabra "kilocalorías“ pero que vio en ellas un excelente alimento.

Las cocinas rodantes o Gulashkanone siguieron vigentes, aunque perfeccionadas para la alimentación en campaña pero paralelamente se desarrolló la Eiserne Portion (Porción de Hierro) que era la ración que llevaban consigo el soldado en la mochila y que solo podía comer en caso de no tener otro alimento a mano durante 24 horas, siendo el comandante del grupo quien autorizaba su consumo que podía ser media o una ración completa según las circunstancias.

La Porción de Hierro completa estaba compuesta de

250 g Hartzwieback (bizcocho)
200 g Carne en conserva
150 g Sopa en conserva o en su defecto sopa concentrada.

Completaba  esta ración, 150 gr. de verdura deshidratada o la famosa erbswurst, aquella que  fuera utilizada durante la guerra Austro Prusiana, 25 gr. de un sustituto artificial del café (Kaffe-Ersatz) y 25 gr. de sal.

Para calentar los  alimentos enlatados el soldado contaba con un infiernillo (Esbit-Kocher) de reducidas dimensiones, fácilmente transportable cuya fuente de energía era una pastilla de combustible sólido que se encendía una vez colocada  en el centro del calentador.  

El industrial alemán Erich Schumm fue su inventor en 1932 y su nombre es la abreviatura de Erich Schumm Brennstoff In Tabletten (Erico Schumm Combustible En Tabletas) y en la actualidad muchos ejércitos lo siguen empleando aunque con mínimas diferencias en el diseño respecto del original.

En cada compañía había un oficial encargado de supervisar la alimentación de la tropa (feldverplegungsoffizier) y a nivel de un batallón la tarea estaba a cargo de un oficial de logística  (Stabsintendant).

De la Porción de Hierro deriva la ½ porción que consistía en 200 gr. carne en conserva cuya preparación variaba según se empleara  carne de cerdo o vaca y en ocasiones de caballo además de  250 gr. de  Hartzwieback o Knäckebrot, un pan de forma achatada a base de harina de trigo y centeno cocido a muy alta temperatura y tiempo breve para perder toda su humedad que a diferencia del bizcocho, se cuece una sola vez haciéndolo muy quebradizo.

 Otro sustituto del pan había sido las Hartkeks, unas galletitas duras que venían envueltas en papel celofán, siendo su valor energético  de  1000 kilocalorías a aproximadamente.

Ambos alimentos lo llevaba el  soldado en su macuto (Gefechtgepäck), donde además tenía un suéter de lana, una cuerda para colgar la ropa y elementos para limpiar su armamento.

Sin embargo el hambre no impidió que más de un soldado sufriera arresto por comer sus provisiones sin el consentimiento de su superior.

En la actualidad el ejército alemán sigue incorporando en su dieta de combate las Hartkeks y acerca de este producto se han tejido numerosas leyendas ya que solía decirse que por su dureza era capaz resistir el impacto del proyectil de una pistola; que esparcida por el suelo tenía la propiedad de atraer a los animales salvajes o que untada con la cera de lustrar zapatos era un excelente combustible para calentar la comida.

El recipiente donde se ponía la comida, ya sea la que suministraba la cocina rodante o para calentar la Porción de Hierro, era una marmita (Kochgeschirr) cuya traducción literal sería vajilla para cocinar, denominación que se le dio en la Primera Guerra Mundial al recipiente similar empleado efectivamente para preparar la comida, pero el término fue modificado con la aparición de la cocina de campaña (Gulaschkanone) para ser solo  contenedor del alimento y que iba acompañado por una cuchara y en algunos modelos con un tenedor. Es en definitiva un envase de aluminio (luego se fabricó en acero inoxidable) con tapa y manija que servía de mango para calentar la comida como si se tratara de una pequeña olla o sartén.

El servicio de la cocina rodante se mantuvo a lo largo de toda la guerra, en particular al comienzo, pero más tarde sirvió para alimentar a la población civil  durante los bombardeos que efectuaron los aliados sobre Alemania.

Las Porciones de Hierro eran conservadas en las cocinas y unidades rodantes pero, en el caso de no recibir el abastecimiento habitual, se recurría a la ½ porción que se complementaba con sopa instantánea y café, razón por la que debía disponerse permanentemente de agua caliente.  

En los prolegómenos de la guerra, el desayuno y la cena de los militares alemanes eran similares a los que estaban acostumbrados a consumir en la vida civil pero cuando comenzaron a escasear los productos básicos para cocinar por problemas en el transporte desde los lugares de abastecimiento o como  consecuencia  del bloqueo enemigo, muchas veces se llegó a repartir en los frentes hasta tres raciones de una sola vez que el soldado debía llevar en mano hasta las zonas de combate.

Las Porciones de Hierro (Eisernen Portion) que recibían los soldados no debe ser confundida con la Ración de Hierro (Eiserne Ration) que era para alimentar a los caballos en caso de emergencia y consistía  en 5 kg de alfalfa diaria por animal que siempre había que transportar en los camiones o trenes junto al resto de las provisiones.

Los alemanes conocieron los beneficios de la dieta K empleada por el ejército norteamericano (de la que hablaremos más adelante) y trataron de fabricar una similar para sus soldados sin apartarse de los hábitos o gustos a los que estaban acostumbrados.

La Porción de Hierro de los alemanes a base de carne enlatada y galletas, que era lo contrapuesto a  la Ración K por ser  ligera de peso, de reducidas dimensiones con más calorías y variedad en sus componentes, los llevó a diseñar  una caja de cartulina de 13 x11.25 x 3.75 cm. que contenía dos  barras de fruta deshidratada comprimida o una barra de fruta y una barra de chocolate, dos o tres rollos  de 5 caramelos cada uno  envueltos en papel encerado que en días calurosos solían derretirse pegoteando el resto de los componentes de la caja, 4 cajetillas de cigarrillos conteniendo 6 cigarrillos cada una envueltos en papel aluminio y una caja de 6 galletitas envueltas en papel de cera. 

ALIMENTACIÓN EN LA GUERRA 

Cuando la guerra dejó de ser un paseo para las tropas alemanas, las raciones diarias que suministraban las cocinas rodantes en campamentos y retaguardia habían sufrido ligeras modificaciones si  las comparamos con el menú de 1936, pero esto era solo en los papeles, porque si nos atenemos a los relatos de algunos protagonistas en distintos frentes de guerra la mayoría de las veces se carecían de los alimentos planificados para las dietas.

Así por ejemplo los alimentos fríos debían incluir:

- 750 g Pan
- 150 g Grasa (repartida en grasa animal y vegetal) 
- 120 g embutido (fresco o en conserva) o pescado en conserva o queso.
- Hasta 200 g de mermelada o miel artificial
- 7 cigarrillos o 2 cigarros.

En tanto que la alimentación caliente debía estar compuesta de:
1 Kg. de patatas o reemplazado en parte por:
250 g. Verdura fresca o
150 g verdura envasada o
125 g Pastas, Arroz, Sémola, Sago, Cebada u otros.
 Hasta 250 g Carne fresca.
 15 g Ingredientes (Sal, Especias,otros)
8 g Cafe y 10 g sustituto de café o similar en Té.

Según la disponibilidad podía agregarse a esta lista,  huevos, fruta, chocolate y otros alimentos de considerable valor energético ya que la ración de campo estaba calculada en 3.600 kilocalorías y la Porción de Hierro o ración de combate, en 4.500 kilocalorías lo que supone una mejor alimentación para los soldados que la recibida por la  población civil estimada en 2.570 kilocalorías para trabajos normales y  4.265 kilocalorías para trabajos pesados.

Por razones de  racionamiento a partir de 1940 la calidad de los alimentos para la población alemana fue descendiendo y con ellos su valor energético que para el invierno 1942/43 se encontraba en 2.078 kcal; 1.980 kcal.en el invierno 1943/44; 1.670 kcal. para el Invierno 1944/45. llegando a 1.412 kcal. diarias en los primeros años de la posguerra.

Hacia fines de 1943 el consumo de calorías de los trabajadores de la población civil en los paises ocupados registraron los siguientes valores:

Bélgica:                   1.320 Kcal-
Paises Bálticos         1.305 Kcal
Paises Bajos:           1.765 Kcal
Francia:                    1.080 Kcal
Polonia:                       855 Kcal

De acuerdo a estos datos, todo hace suponer que un soldado estaba mejor alimentado que un civil, pero la realidad es que el drama de la provisión de alimentos estuvo sujeta a las mismas contingencias  que las registradas en la Primera Guerra Mundial, es decir, falta de suministros por el bloqueo de las rutas marítimas, interrupción en el abastecimiento por destrucción de líneas ferroviarias, aerodromos, caminos y  depósitos durante los combates.   

"Recién al anochecer se movilizaban los soldado saliendo como topos de sus guaridas  para buscar los alimentos y correo en la retaguardia, que por lo general tenían más de dos  semanas de antigüedad. Como alimento caliente se llenaban de  café las cantimploras y guiso en las marmitas. El alimento frío consistía en la mitad de un pan, algunas cucharaditas de margarina o miel artificial y 150 gr. de carne, embutido  o queso y cada uno tenía que darse maña para que le durara 24 horas“. (Vom Kugelbaum zur Handgranate. Der Weg der 65.I.D., Neckargemünd 1974. S. 125)

Estas condiciones se mantuvieron hasta el final de la guerra y si bien en muchos frentes hubo escacez de alimentos ningún soldado llegó a morir de hambre con excepción de los que formaron parte del  6º ejército en Staligrado.  

HAMBRE EN LA ESTEPA RUSA 

A finales de enero de 1943 el cuartel general del recientemente ascendido mariscal  Friedrich Wilhelm Ernst Paulus, que se había establecido en las tiendas Univermag en la Plaza Roja de Stalingrado como último refugio ante la ofensiva del ejército ruso, capituló con un saldo de miles de soldados muertos por hambre, enfermedades y frío.


Puente aéreo de Stalingrado

Al principio, cuando los alemanes se vieron acorralados por las tropas soviéticas, trataron inútilmente de aprovisionar a sus soldados a través de un puente aéreo que el crudo invierno y las tormentas de nieve se lo impidieron.

Durante el invierno 1942-43, muchos de los soldados redujeron su masa corporal en un 45% dado que el cuerpo comenzó a consumir los músculos en tanto que el corazón y el hígado se reducían. La distrofia por desnutrición comenzó hacer estragos en las filas alemanas como lo había hecho en años anteriores con el pueblo ruso.

La terrible hambruna que padecieron los soldados alemanes y la población civil prisionera contribuyó a que enfermaran o murieran dentro del caldero (kessel) como se llegó a denominar a este bloqueo del que nunca lograron salir.

El testimonio para la televisión alemana de Ewgenija Zhorowa, una sobreviviente de Stalingrado es estremecedor:      

 “Sobre el comienzo del invierno, salieron las mujeres  y también los soldados  alemanes a cortar carne de los caballos muertos. Cuando se acabaron los caballos, comenzaron a faenar perros y tras ellos, los gatos. Cuando ya no había nada que comer, se recurrió a los cadáveres indistintamente alemanes o rusos a los que les cortaba las partes posteriores del cuerpo

Otro testimonio de gran valor es el que brindara el capitán Gerhard Dengler  al describir como testigo presencial los actos de canibalismo de los soldados alemanes, mientras que en una actitud más distendida los generales del estado mayor acuartelados en las tiendas Univermag se daban el lujo de comer carne, fumar cigarros y beber coñac.

Este horrendo contraste y la absurda orden dada por Hitler de no retroceder un solo paso en Stalingrado, llevó al capitán Dengler a  desertar con sus 400 soldados y entregarse a las tropas soviéticas.    

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