HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LA ALIMENTACIÓN MILITAR EN EUROPA DURANTE  LOS SIGLOS XIX Y XX (QUINTA PARTE)

Artículo de Miguel Krebs
Julio 2008

 LA GUERRA EN EL NORTE DE ÁFRICA 

Cuando Benito Mussolini al querer ocupar Egipto en su plan de expansión territorial es derrotado en una  contraofensiva británica,  pide ayuda a su colega Adolfo Hitler  para que le saque las patatas del fuego. El Führer tiene entonces  la oportunidad de expandirse por el norte de África y frenar el avance de los ingleses en el Mediterráneo, que era la vía para penetrar a Europa por el sur y al mismo tiempo cortar el suministro de mercancías hacia oriente tratando de debilitar la economía británica. En definitiva el mismo propósito que tuvo Napoleón en su campaña a Egipto.

Para este objetivo designa al general Erwin Rommel que ya había actuado en la división de blindados cuando se invadió Francia, para hacerse cargo de la misión en África.

Los alemanes no tenían ninguna experiencia de guerra en zonas desérticas como las de Libia, y Túnez y si bien los primeros enfrentamientos contra las tropas inglesas fueron exitosos,  finalmente fueron derrotados por los aliados en  la segunda batalla de El Alamein  que se desarrolló entre el 23 de octubre y el  3 de noviembre de 1942.

Muchos fueron los inconvenientes que tuvieron las tropas  alemanes en materia de abastecimiento y que a través de testimonios de soldados y médicos, permitieron armar un panorama que difería largamente de la propaganda que los noticieros cinematográficos de la época dieron al pueblo. Las imágenes triunfantes de plena animosidad y buen humor de los soldados bien alimentados en la dura lucha contra el enemigo inglés, se contrastaba con la realidad bien oculta a los ojos de la gente hipnotizadas por la manipulación de las imágenes de los noticieros de la época y que con tanta maestría sabía manejar el  ministro de propaganda Joseph Göbbels.

En un principio los italianos tenían la misión de proveer alimentos a las tropas del Afrika Korps pero lo cierto es que nunca estuvieron en condiciones de suministrar productos de alto valor proteico como  jamón, huevos o mantequilla por lo que finalmente se tuvo que recurrir a los productos provenientes de Alemania con el inconveniente que al recorrer largas distancias se enmohecían antes de  llegar a las tropas.  

Por la escasa experiencia en materia de alimentación en zonas desérticas, se enviaron suministros que no se correspondían con el clima,  de manera que las altas temperaturas provocaban alteraciones en los alimentos originando un constante aumento de enfermedades entre los soldados. A este problema, se le agregaron los frecuentes robos de provisiones durante el trayecto hasta el frente de guerra, motivo para que algunas veces los soldados pasasen hambre.

Un informe de la inspección sanitaria del ejército en el norte de África da cuenta de la aparición de la Hepatitis Epidémica en forma creciente y que llega a su punto álgido en septiembre de 1941 en las tropas del Afrika Korps.

Uno de los factores causantes de la Hepatitis Epidémica es la falta de alimentación adecuada, carencia de hidratos de carbonos, frutas, verduras y vitamina C.  Hasta mediados de octubre del mismo año se contabilizaron 2500 casos de Hepatitis Epidémica que junto a los ingresos en los hospitales de campaña sumaron 5000, es decir, un 10% de la tropa con un máximo de 4 semanas de internación.

Desde los comienzos de la guerra en el norte de África, los médicos militares se habían quejado de la monótona alimentación y del reducido ajuste a las condiciones climáticas.

El suministro original de alimentos para la tropa estaba considerado como rico en calorías pero al escasear la provisión de carne vacuna se redujo el aporte vitamínico de manera que terminó circunscribiéndose  a las sardinas en aceite, atún, queso, paté, carne de cerdo y luego cuando comenzaron a escasear también estas provisiones, se recurrió a las conservas de carne italianas, duras, sin sabor y mezcladas con cartílagos que burlonamente los soldados la bautizaron como “carne de viejo” (Alter Mann) por su siglas AM estampadas sobre los envases cuyo significado era, Alimento Militare.

Se vuelve a las sardinas en aceite que trae a la larga, protestas entre la tropa.

Por temor a infecciones en el consumo de frutas frescas, verduras y lechugas, se suministró en forma artificial  vitamina C. También excepcionalmente se proveían mermeladas y frutas en conservas de origen italiano. Como de costumbre había escasez de cebada, sémola y arroz como también de mantequilla, cuyo costo fue el aumento de enfermedades.

Carne fresca muy rara vez había a disposición. La entrada de un pelotón de carnicería en julio de 1941 no modificó en nada la alimentación ya que la idea de organizar una cadena refrigerada en África, no pudo llevarse a cabo por carecer de transporte aéreo adecuado.

  PIDEN PAN… 

Patatas faltaron en todo momento aunque no así, el pan. En abril de 1942 el soldado Andreas Prechtel había sido destinado a la compañía de panadería 33 de la 15ª División Panzer en Bengasi (Libia) luego de un período de instrucción cercano a la estación ferroviaria de Silesia y lo que sigue, es un relato de su paso por el Afrika Korps.

“En 1941, la compañía 33 de panadería tuvo que abandonar todas sus maquinarias en las puertas de  Tobruk ante el avance de los ingleses, razón por la cual en los meses siguientes hubo que fabricar el pan en tres panaderías privadas de Bengasi. Allí trabajé hasta que en julio de 1942 fui destinado con otros compañeros a la compañía 200 de panadería que estaba situada directamente en el puerto de Marsa Matru en Egipto”.

El 21 de junio de 1942 cae Tobruk en manos de los alemanes y si bien el Afrika Korps fue haciendo retroceder a los ingleses desde Cirenaica hasta el Alamein, los trayectos para el abastecimiento de las tropas iban creciendo y ya a 1000 Km. de distancia del punto de partida se complicó, fundamentalmente porque los ingleses lograron descifrar los códigos  de comunicación alemanes sabiendo en que momento iban a recibir aprovisionamiento.

Desde finales de mayo la Royal Navy y la Royal Airforce habían bloqueado las aguas del mediterráneo obstaculizando permanentemente la llegada de combustible, pertrechos y alimentos hasta las zonas de combate.

“Al principio la provisión de agua fue muy dificultosa - continúa relatando el soldado panadero Andreas Prechtel - pero casi siempre había agua para preparar la masa madre, el resto del agua lo sacábamos con una bomba de mano del mismo lugar donde había barcos hundidos pero pronto hubo agua suficiente para nosotros. Como consecuencia de un ataque aéreo, uno de los hornos sufrió perforaciones por las esquirlas de las bombas y por esa razón nos trasladaron a un wadi (rió estacional)  al oeste de Marsa Matruh. El 5 de noviembre de 1942, tuvimos que hornear 26000 panes y luego marchar en retirada, orden que llegó al anochecer, de manera que tuvimos que abandonar en el desierto 22000 panes con la esperanza de que nuestros soldados lo encontraran durante la retirada. Volvimos a los alrededores  de Gambut donde dejamos unos 1000 panes y continuamos retrocediendo hasta Bengasi, incorporándonos nuevamente a la compañía 33 de panadería que para ese entonces había recibido nuevas maquinarias y hornos.

Poco  antes de navidad de 1942 hicimos cerca de 6000 Stollen (pan de navidad). El 2 de enero de 1943 volvimos a un oasis en las cercanías de Gabes (Túnez) y permanecimos allí hasta el 7 de mayo en que nos dieron la orden de marchar hacia Túnez,  debido a la proximidad de las tropas inglesas que finalmente nos atacaron y el 8 de mayo por la noche, llegó la orden de abandonar armamento y maquinarias. Los camiones fueron rociados con gasolina para incendiarlos y los hornos se hicieron estallar con granadas de mano. Así desapareció la compañía 33 de panadería.

La compañía tenía 6 horas para hornear el pan y luego de un breve descanso estibábamos el pan, descargábamos la harina y la madera para los hornos. La leña también la cortábamos nosotros, pero en  Marsa Matruh lo hicieron los prisioneros de guerra y en Túnez, los árabes hacían ese trabajo para lo cual se les pagaba. Los domingos había cambio de equipos y no hubo un solo día libre para nosotros. Con frecuencia teníamos dificultad con el envío de harina y hubo momentos en que se dejó de hornear pan.  Recibíamos harina de  trigo de Italia para mezclar con la harina de centeno y dado que el Kommisbrot se hace a base de esta harina de centeno,  siempre teníamos que modificar las proporciones de la receta y la masa madre”. 

COMIDA ABURRIDA

Otro punto de vista lo da un soldado alemán que participó desde un principio de la guerra en África del Norte, donde todavía el suministro de alimentos se hacía regularmente aunque no fuera del agrado de los soldados.

“La alimentación era monótona e insuficiente. Los soldados vivían de Zwieback, aceite de oliva –porque la mantequilla se volvía rancia – sardinas en aceite, café, mermelada, queso untable en tubos de plomo y una carne indefinida en conserva que provenía de Italia y sobre la cual el gobierno militar había hecho imprimir las siglas  AM. El sarcástico humor de los soldados decían que era la abreviatura de Hombre viejo (Alter Mann). Que miserables éramos nosotros al lado de los ingleses que se alimentaban de huevos, jamón, leche y ni hablar de las frutas y verduras. Por esa razón eran envidiados, porque no solo recibían estos alimentos sino también agua mineral, frutas frescas y  en conserva.

Las altas temperaturas y la carencia de víveres adecuados para las zonas desérticas afectaban la salud de soldados y a muchos jóvenes  se les comenzaron a aflojar los dientes y a sangrar las encías.

La temperatura era tan alta que el mismo general Rommel, en pantalones cortos (imagen que no hubiera deseado dar por tratarse de un militar muy cuidadoso del protocolo militar, pero el calor lo obligó a vestirse de esa manera) ordenó a su cameraman que filmase – para impresionar al público del noticiero alemán – la fritura de un huevo sobre la carrocería de un tanque estacionado cuya temperatura exterior era de 70 grados. Pero el huevo no cuajó, entonces pidió un soplete de acetileno, lo encendió, calentó la porción de carrocería y logró su objetivo.”

Efectivamente, en los noticieros de la época y como detalle curioso, llama la atención  ver a  Rommel con el uniforme de cuello cerrado, guantes de cuero, chaqueta militar de manga larga mientras que el resto de los soldados alemanes e ingleses, visten  un  uniforme adecuado para las altas temperaturas del desierto africano. En ese contexto y tras el ataque  sobre Al-Agaila, a los prisioneros ingleses se les proveyó de café y pan, actitud que le valió el respeto del enemigo por su trato hacia ellos.  

Para el 25 de septiembre de 1942, el comando superior del ejército dio a conocer un libro de cocina para países tropicales (Feldkochbuch für warme Länder) haciendo referencia a la alimentación de las tropas alemanas en el norte de África.  En este tratado colaboraron médicos y cocineros  exponiendo las condiciones de calidad, transportabilidad y procesamiento de los alimentos, sean estos frescos o envasados, tomando también en consideración los productos hortícolas de las zonas desérticas. Este manual serviría en realidad para instruir a cocineros, encargados de abastecimientos y personal de mando, para lograr una alimentación saludable que solo quedó en la teoría, porque las contingencias de esta guerra en particular, impidieron que los suministros llegaran a destino en tiempo y forma.

El testimonio del teniente primero Harald Kuhn, jefe de compañía del regimiento 5 de blindados nos ubica perfectamente en el meollo del problema.

“Nuestra alimentación es uno de los capítulos más tristes de los últimos meses. Pan, sardinas en aceite y hortalizas deshidratadas, carne enlatada y  dura como cuero (AM), bautizadas irónicamente como  Hombre Viejo (Alter Mann) y rara vez recibíamos un limón como aporte vitamínico; día a día, semana a semana, mes a mes, siempre lo mismo. Que habríamos dado si de vez en cuando hubiéramos recibido carne y  verdura fresca o fruta,  porque de huevos, ni hablar. En los depósitos de abastecimiento de Bengasi o Trípoli había mejores productos provenientes de Alemania como fruta en conserva, jamón y variedad de hortalizas, otras exquisiteces y hasta cava solía haber. Eso estaba reservado para tiempos mejores… para las tropas  inglesas,  que después lo hicieron volar por los aires.

AGUA 

Recuerdo que una vez escuchando un programa de radio en la Deutschen Rundfunks  (Radio Alemana) en el que los oyentes podían solicitar su tema musical preferido, un soldado alemán solicitó escuchar  el chapoteo de una mujer en la bañera y esto no es broma, se lo concedieron.

Para nosotros el problema del agua era capital; sobre la mujer ni se habló.

Para ustedes el WC es una necesidad cotidiana y natural, en cambio para nosotros  es  una Fata Morgana (espejismo) donde tenemos que ir con la pala al hombro y cavar un agujero en medio  del desierto.

Pero aquí quiero hablar del agua potable. El agua de Derna (Libia) es famosa, pero no llegaba hasta nosotros. Nos surtíamos de pequeñas y miserables fuentes que estaban muy alejadas de nuestro campamento y solo obteníamos agua salada de un pantano que envasamos en bidones corroídos por el óxido  y lo que bebíamos después de hervirla, era un caldo amarronado rojizo, salado y caliente. Lo bueno es que después no se tiene más sed.

El resultado final a esta violación de nuestro organismo es la de un estado de salud catastrófico. Muchas veces padecíamos hasta un 60% de enfermedades diarreicas. Uno no sabía  bien si quería vivir o morir. Si uno tenía que estar 70 veces al día en cuclillas, sabía entonces a que se debía. Las visitas diarias a las unidades sanitarias traían problemas y no eran vistas con agrado por el comandante de la compañía.

Es probable que uno tienda a relacionar la palabra  África con animales salvajes y lo cierto es que para cada soldado de Rommel, las moscas lo eran. Cientos, miles, millones y billones de moscas. ¿Alguien puede asegurar que no son animales salvajes? Déjense castigar por ellas y así también podrán comprobar que son animales salvajes. Más de una vez hubiera querido abandonar y  rendirme después de haber matado a 500 y tener ante mi,  otras 1000 girando alrededor. Por eso un soldado sin la palmeta es como estar en el polo norte sin abrigo de piel.”

El tema del agua potable es un tema recurrente en todos los testimonios y probablemente, el del soldado Werner Mork nos permita tener una visión más completa del problema.

“En 1942 fui soldado en el norte de África. Para nuestra alimentación el gran problema fue el agua dulce o agua potable para beber. Había pocos lugares donde encontrar agua dulce, es decir, en Bengasi y Derna. Cuando yo, como chofer de un camión, llegaba a alguno de estos lugares, llenaba con agua bidones y todo tipo de envase que tuviera a mano. Estos lugares eran muy concurridos y el precio era la espera, las largas colas para abastecerse de este preciado líquido. El agua “normal”· era el agua salada de mar que tenía un gusto espantoso. Pero el agua era fundamental para nuestra supervivencia, también el agua salada que la hervíamos para tomar té al que le agregábamos – cuando había -  gran cantidad de azúcar para hacerlo más soportable. Beber y siempre beber, ese era nuestro alfa y omega en la existencia del desierto. Se podía renunciar a muchas cosas pero nunca a beber  y si teníamos agua dulce se transformaba en  una orgía.

En las largas y tediosas colas en las cuales además de nuestros camaradas italianos había camellos, nunca hubo protestas y cada uno esperaba respetuosamente su turno. Todo el mundo sabía de la importancia del agua razón por la cual nunca hubo discusiones. A veces no había tiempo para recoger la necesaria, pero los que estaban adelante, conociendo nuestra urgencia, nos dejaban pasar para proveernos rápidamente. Más de una vez ocurrió que durante la espera se producía un ataque aéreo, motivo para que el grupo se dispersase para todos lados en busca de refugio  pero una vez superada la alarma, todos regresaban para colocarse en la cola en el mismo orden que lo había dejado. 

COMIDA INGLESA 

Sin embargo, la prioridad la tenía el transporte de municiones y el combustible, todo lo demás podía ser dejado de lado. Había en general poco combustible que llegaba desde Italia al norte de África, pero cuando los ingleses retrocedieron, dejaron abandonados grandes depósitos de gasolina permitiendo de esa manera  que nuestros tanques y camiones fueran alimentados por el enemigo. El vaciado de las cisternas y  su traslado fue una ardua tarea para la compañía de aprovisionamiento. Pero los ingleses abandonaron además un depósito con alimentos del cual pudimos proveernos, de forma tal que también contribuyeron a alimentar a los soldados alemanes e italianos que estaban a punto de claudicar por la escasez de alimentos y provisiones. El enemigo aprovisionaba a su enemigo.

Siempre había alguna “merma” durante el transporte de los productos requisados y el botín más preciado eran las sardinas en latas, Corned Beef y las bebidas “espirituosas” como gin y el whisky, además del excelente chocolate y los buenísimos cigarrillos. Pero las exquisiteces que estaban reservadas para los oficiales ingleses pasaron naturalmente a manos del alto mando del África Korps y no llegaban al soldado raso, con excepción de los que tenían que hacer el traslado, que se “proveían” a su manera. En caso de quedarnos con algunos de los productos secuestrados, había una mecánica por  la cual los compañeros que supervisaban tanto la carga como la descarga de las provisiones hacían la vista gorda, esperando de antemano ser “untados” como recompensa mientras no hubiera en las inmediaciones algún suboficial dispuesto a castigar este tipo de componendas, aunque él mismo también se proveía de algunas mercaderías secuestradas.

Hubo entonces un reclamo por parte de las tropas por una alimentación diferente a la que estaban habituadas que pudo ser satisfecho gracias a las nuevas provisiones incautadas.

Si pienso en todo lo que me enseñaron durante la instrucción como cocinero para el trópico y comparo con las provisiones que recibíamos, me doy cuenta que los encargados de planificar la alimentación de los soldados no tenían una pálida idea de la realidad. El África Korps recibía la misma alimentación que los compañeros de los otros frentes, nos proveían de las mismas conservas de lentejas, judías, col y guisantes y otras exquisiteces por el estilo, listas y preparadas para acompañar un trozo de carne grasosa. Era la misma comida para este clima y en este calor con el agravante de que la mayoría de las veces teníamos que comerla fría, porque si bien llevábamos un calentador (esbit-kocher) no teníamos las pastillas de combustible sólido para usarla. Así planificaban el aprovisionamiento para las tropas los burócratas en Berlín. Y lo más grave fue que estas conservas recibían el intenso calor del desierto y en más de una oportunidad, algunos camaradas  terminaron en el hospital de campaña con diarrea y fiebre a causa de las intoxicaciones.“ 

ENFERMOS 

El  médico Hans Heinrich Reckeweg, considerado el padre de la medicina biológica y que acuñara el concepto terapéutico llamado Homotoxicología, dio en 1955 una conferencia en la ciudad alemana de Baden Baden, acerca de los riesgos que conlleva  el consumo de la carne porcina. Durante su exposición hizo referencia a una inspección a los hospitales de campaña en África del Norte, durante la cual observó que muchos soldados padecían de ulceraciones en las piernas, situación que describió de la siguiente manera:

 “En la segunda guerra mundial, los soldados en África del Norte bajo el mando del Mariscal de Campo Erwin Rommel, contrajeron una enfermedad conocida como  Ulcera Tropical, que se manifestaba como un tumor en la pierna, inutilizándolos para el combate, debiendo ser hospitalizados por largo tiempo o trasladados a zonas más tranquilas para su atención. Luego de todo tipo de tratamiento incluyendo la quimioterapia, sin ningún resultado positivo, se cayó en la idea que esta enfermedad podía estar relacionada con la alimentación, ya que los naturales de aquellas zonas donde se desarrollaba el conflicto, no la padecían.

Se tomó en cuenta que la población islámica no se alimentaba con carne de cerdo probable causante de la dolencia. Los efectos de la carne de cerdo han sido  cuestionados por muchos médicos  tras varias  experiencias.

La carne de cerdo contiene ciertas toxinas de las cuales ya teníamos conocimientos antes de la guerra. Yo suponía en ese momento que solo eran efectivas cuando se trataba de preparaciones con carne fresca, como magra, lomo, costillar, costillas, pero no para los productos curados, cecinas o embutidos ahumados. Este error se cometió porque el consumo de productos porcinos frescos producía graves trastornos como tifus, apendicitis, cólicos hepáticos, gastroenteritis, etc. Pude corroborar mi teoría en los tres años siguientes a la finalización de la guerra donde la población en general no acusó ninguno de los síntomas que he mencionado debido a la carencia casi absoluta de carne porcina, sustituida por el consumo de legumbres y verduras. Pero en 1948, el mercado volvió a recibir alimentos de origen animal y el consumo de carne de cerdo y sus derivados provocó nuevamente un alza de aquellas clásicas enfermedades.” (Nota del autor: No queda claro el diagnóstico del  doctor Hans Heinrich Reckeweg ya que los hechos han demostrado que no hubo una importante alimentación de embutidos ni carne de cerdo)

El panorama general de la alimentación de las tropas alemanas en cualquiera de los frentes de guerra desde el inicio de la misma, ha ido variando según las circunstancias, por esa razón los informes parecen ser contradictorios ya que por una parte se tiene la sensación de que los soldados gozaban de un buen abastecimiento, alimentación suficiente y adecuada, en tanto que en otros momentos el panorama era desalentador y dramático.

Como en todas las guerras, hubo soldados que la superaron sin grandes dificultades mientras que otros la padecieron con mucho sacrificio. Esta es la razón por la cual encontramos testimonios tan disímiles, aun en un mismo frente de batalla.

En las tropas alemanas había una única alimentación tanto para soldados, suboficiales y oficiales, que difería al régimen de los militares italianos. Heinz-Dietrich Aberger, militar de formación prusiana que escribió sobre la División Panzer en el Norte de África entre los años 1941 y 1943, da un ejemplo en su libro sobre la alimentación en las tropas italianas diciendo que “…para el soldado raso su ración consistía en Macarrones con tomate; para los suboficiales,  Macarrones con tomate y aceite de oliva y para los oficiales, Macarrones con tomate, aceite de oliva y carne, es decir, una alimentación contraria a los conceptos de nutrición militar, dado que recibían menor cantidad de calorías aquellos que debían ser sometidos a mayor dejaste físico y psíquico”.

Aberger también hace mención que las tropas alemanas del Africa Korps rara vez recibían carne fresca y para finales de junio de 1941 después de tres meses de privaciones, recibieron una partida.

Pero a pesar de la tan mentada igualdad de alimentación en cualquiera de los frentes, en los hechos tampoco ocurrió en las filas alemanas. Lo que se distribuía uniformemente para todos, eran solamente  las raciones diarias. La misma comida funcionaba hasta el nivel de compañía, es decir, una cocina de campaña  para una compañía y excepcionalmente, para el nivel de regimiento pero luego, desaparecía la igualdad.

Hay muchos testimonios de soldados y oficiales que critican la actitud de los altos mandos durante  los combates, asegurando que mientras la tropa pasaba hambre aquellos gozaban  de buenas provisiones, una situación similar a la vivida en Estalingrado.

El 13 de mayo de 1943, la guerra en Africa llegó a su fin cuando el sucesor del Mariscal de Campo Erwin  Rommel, general Hans-Jürgen von Arnim, firmó la rendición en Tunez ante las fuerzas aliadas. Alrededor de 160000 soldados alemanes y 87000 italianos, fueron internados en distintos campos de prisioneros, algunos de los cuales fueron enviados a los Estados Unidos.

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