HISTORIA DE LA COMIDA NAVIDEÑA

 Estudio de Miguel Krebs
Diciembre 2010
  

Las fiestas y celebraciones navideñas tienen sus orígenes en ritos y tradiciones paganas provenientes en su mayoría de los países escandinavos, adaptadas por el cristianismo en su permanente tarea de convertir a todos aquellos que no comulgaran con su fe. Estas tradiciones basadas en leyendas y supersticiones se desarrollaron en gélidos ámbitos donde el fuego, el sol y los alimentos que provee la tierra juegan un papel fundamental para la subsistencia del hombre.

La mayoría de los grandes acontecimientos de la humanidad casi siempre tuvieron su correlato con los hábitos alimenticios y la navidad, además de manifestarse como un hecho religioso vinculado a la espiritualidad del hombre, trajo consigo un aspecto material fuertemente arraigado en las costumbres que han perdurado hasta nuestros días. 

Desde tiempos inmemoriales los solsticios de invierno en Europa fueron motivo de festejos y celebraciones rituales, una de cuyas manifestaciones consistía en el encendiendo de hogueras para celebrar el triunfo del sol sobre las tinieblas que el cristianismo interpretó como la Luz del Señor en medio de la oscuridad, dado que los días comenzaban a alargarse.

Los nórdicos rendían culto a Frey, dios de la lluvia, del sol naciente y de la fertilidad. Frey poseía un jabalí de cerdas de oro que personificaba al sol, llamado Gullimbursti, que tiraba de un carro tan deprisa como un caballo al galope y con su resplandor iluminaba la noche.

 En los festejos de Yuletide, la antigua festividad invernal vikinga, nombre que se ha mimetizado con el de la navidad para los cristianos, para agradar al dios Frey se hacía rodar por las colinas hasta caer al mar unas ruedas de fuego que simbolizaban el sol para que les brindara su energía, prosperidad y paz para el año siguiente. Dentro de estas fiestas se sacrificaba un jabalí para ser asado y comido en su honor. Este ritual se mantuvo vigente hasta mediados del siglo XII y cuando el jabalí comenzó a escasear fue sustituido por el cerdo doméstico. La cabeza de jabalí después de una compleja y trabajosa preparación, montada sobre una bandeja de plata, es el más antiguo ritual inglés del que se tenga noticia y fue ofrecido durante un banquete ofrecido por Enrique II en la navidad de 1170. Un testimonio posterior quedó asentado en la letra de un villancico de 1521.

 Alegraos, más o menos, milores,
porque esto ha ordenado
nuestro mayordomo
que os anime esta Navidad
la Cabeza del Jabalí con mostaza.

He aquí un importante antecedente gastronómico que, con el paso del tiempo, fue reemplazado por el cerdo doméstico, presente en las mesas navideñas de Alemania, Dinamarca e Inglaterra, tradición también,  exportada hacia algunos países de Latinoamérica. Los vikingos, siempre temerosos del invierno, lo personificaron vistiendo a una persona a la que le obsequiaban todo tipo de alimento para mantenerlo  de buen humor. Este afortunado personaje recorría los pueblos anunciándose de puerta en puerta para recibir comida y bebida, pero no dejaba regalos a sus moradores. Los británicos que adoptaron esta costumbre lo llamaron Viejo Invierno o Viejo Padre de la Navidad, llegando a convertirse en el clásico Papa Nöel que nada tiene que ver con Santa Claus, pero que con el tiempo llegó a mimetizarse.

El pavo, otro animal preferido en las mesas navideñas, llamado gallina de las Indias por los conquistadores españoles, es oriundo de México, al cual los aztecas llamaban guajalote. Su antecesor en las mesas  de los nobles fueron: el cisne, el pavo real, la oca y el ganso. Sin embargo, a mediados del siglo XVI, el pavo mexicano, distinto al pavo salvaje de América del Norte, descubierto con posterioridad, tenía la ventaja de ser un animal domesticado y fácil de transportar por lo que pronto  se convirtió en un plato reservado a la monarquía y la alta sociedad europea, símbolo de la exquisitez gastronómica. Los franceses muy aficionados a su carne lo llamaron dinde (apóstrofo de Las Indias) y los ingleses, debido a que los turcos importaban de África las gallinas de Guinea, lo llamaron “turkey”, palabra que valía tanto para los importados del sur de México como de África.  En Inglaterra el pavo comenzó a tener gran difusión y su crianza dio origen la raza Negra de Norfolk, en la región de Anglia Oriental, pero no se extendió demasiado ya que la gente lo rechazaban por su piel oscura. El príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria engalanó por primera vez en 1841 un árbol de navidad en el castillo de Windsor adosándole caramelos, frutas y pan de jengibre,  costumbre que fue imitada por las familias adineradas y, en 1852, la reina Victoria reemplazó el tradicional cisne en la cena de navidad por el pavo, por supuesto de la raza Norfolk, con patatas asadas, relleno de castañas, verduras y salsa de arándanos.

Las nueces, avellanas y almendras que se ofrece en las mesas navideñas para el picoteo tienen su origen en la antigua cultura romana. La nuez en particular, que era símbolo de la unión matrimonial, llamada también  bellota de Júpiter simbolizaba al hijo del dios Júpiter, traían para los romanos, abundancia y prosperidad y, además, se le atribuía propiedades de antídoto en casos de envenenamiento. Las avellanas impedían el hambre, como alguna vez sucediera con el sitio que ejerció el cartaginés Aníbal sobre Sagunto (Valencia- España), y las almendras se las utilizaba para proteger al bebedor contra los efectos nocivos de la bebida.    

Leño de Navidad en España, Ceppo en Italia, Christmas Log Cake en Inglaterra, Bûche de Nöel en Francia, es el nombre generalizado de  una pieza de pastelería atribuida a los reposteros franceses que aun pervive en Europa, cuyo simbolismo está enraizado con antiguas tradiciones paganas de los pueblos nórdicos, que consistía en encender un tronco de grandes dimensiones (leño de Yule) con un fragmento del leño utilizado en las fiestas del año anterior, guardado para proteger la vivienda contra toda fuerza maligna y mantenerlo encendido durante los doce días que duraba la festividad, con la prevención de no dejarlo apagar porque caería sobre los responsables todo tipo de desgracias.  El calor era fundamental para la supervivencia de estos pueblos pero la tradición cristiana, en su tarea de conversión, empleó como argumento que el calor generado por este leño era para mantener tibio el establo donde nacería el niño Jesús.  Este tronco de navidad es una masa de pionono (biscuit) relleno de crema de manteca, café y chocolate y cuyo exterior, cubierto con la misma crema, simula la textura de un árbol.

Bibliografía:

Tradiciones de Navidad: Autor: Desmond Morris.

MD en español. Artículos escogidos: Autor: Felix Martí-Ibañez

Italia, El arte de la comida: Edición: Claudia Piras – Eugenio Medagliani

Historia del Pavo: Autor: Carlos Azcoytia

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