CONVENIENCIA HIGIÉNICA DEL USO DEL CHOCOLATE EN EL SIGLO XIX

 Estudio de Carlos Azcoytia
Abril 2010

                                                       

Leyendo el libro 'El chocolate. Su origen, su fabricación y su utilidad', escrito por el maestro chocolatero Matías López y López en el año 1875, en su tercera edición, encontré en su capítulo XIV, páginas 67 a la 72, un casi panegírico dedicado a las bondades del chocolate que, por las fechas en que fue difundido, así como el posible asesoramiento científico del que posiblemente dispuso su autor,  lo convierte en casi un manual de sanidad y salubridad publica del producto que hablamos, en una época donde la farmacopea todavía estaba basada, en gran parte, en la alimentación en muchos puntos del país.

Comienza diciendo que la experiencia había demostrado que las propiedades alimenticias de la pasta del cacao, unida a lo higiénico y lo altamente recomendable para la salud, era  lo que hacía que se consumiera tanto, para continuar indicando que las ciencias médicas le habían dado un lugar preferente entre los alimentos más sencillos y saludables, ya que se le suministraba a los convalecientes para que repusieran sus fuerzas y a ciertos enfermos como sustancia nutritiva, estando más que comprobado que jamás había perjudicado a la salud pública "en la no interrumpida serie de los muchos años que se viene consumiendo esta rica pasta", ni tan siquiera en los calamitosos tiempos de epidemias, ni en las revoluciones atmosféricas, se vio jamás que el chocolate fuera causa agravante de los males de aquellos que la padecían, muy al contrario, ya que había sido uno de los alimentos preferidos para la conservación de la salud y usado para prevenir la invasión de aquellos.

Hasta aquí todo parece normal, porque no deberíamos esperar que un fabricante de chocolates escribiera nada que fuera en contra de sus negocios y del producto que fabricaba, así que continúa diciendo que las virtudes estomacales que posee vienen dadas por las materias que estaba compuesto, ya que el cacao, el azúcar, así como lo tónico de la canela, todos juntos, lo hacía muy saludable para el que lo tomara, incluso agrega: "Por eso se ha visto, y no pocas veces , que las habas de cacao comidas en crudo , han salvado á muchas personas de un padecimiento del estómago que ya se había hecho crónico".

Ahora viene lo mejor y lo más sorprendente cuando afirma que si se introducía por el ano una barrita de manteca de cacao curaba las hemorroides, nunca habría yo pensado forma más original de tomar chocolate y lo difícil que debía ser justificar las manchas dejadas en la ropa interior. También lo aconsejaba para curar las grietas que se habían abierto en los pechos de las que daban de mamar a sus hijos, algo que parece lógico ya que cualquier tipo de manteca tendría los mismos efectos, pero si era de chocolate debería hacer más apetitoso a los infantes el alimento.

No pone López y López en duda que las familias que hacían uso del buen chocolate disfrutaban de la salud más completa, incluso, supongo que por extensión, la de las naciones donde se hacía gran consumo de aquella pasta privilegiada, razonándolo así: "Es más ; dadas las condiciones climatológicas de los países meridionales, donde la vida es más corta que en los septentrionales, desde luego seria rarísima la longevidad en las primeras, si el cacao no viniera con sus demás componentes á formar el chocolate, y á reparar por su virtud las fuerzas que los calores roban á los que habitan esas regiones".

Aconseja el chocolate para todos aquellos que tuvieran problemas en las vías respiratorias y por ser un alimento cuyos componentes eran exclusivamente cacao, azúcar y canela lo hace ideal para conservar el calor animal, "contribuyendo también por medio del azúcar y por la parte albuminosa y la materia crasa que contiene el cacao, al desarrollo de las secreciones".

Indica que el aroma del cacao y la canela, además de comunicar vigor a las facultades intelectuales, excitan el apetito 'de manera admirable' si se toma antes de las comidas, favoreciendo la digestión si igualmente se tomaba después de ellas, abundando en el tema al decir que haciendo uso de un buen chocolate, elaborado con inteligencia, contribuía notablemente al desarrollo y conservación de quien lo tomaba.

Aquellos que habían perdido parte de sus fuerzas por haber libado con demasía la copa de licor en los festines, léase los borrachines, o aquellos que igualmente la perdían en la voluptuosidad de las mansiones del amor, los que iban de putas para mejor entendernos, o aquellos que remontándose en alas de su genio y que habían debilitado su cerebro con trabajosas elucubraciones y habían contraído un insomnio mortificante, todos ellos debían tomar chocolate para reparar las fuerzas perdidas.

Preocupado estaba López y López porque pocos usaban el chocolate convenientemente, ya que apenas había personas que lo tomasen en crudo, en prejuicio del gusto y la salud, aunque se felicita, en parte, porque cada día son más los que los toman en pastillas y caramelos, que por cierto el fabricaba, contra los otros que tomaban las llamadas chucherías (caramelos, pipas o frutos secos tostados entre otros), que tanto mal hacían al estómago de los adultos y en el desarrollo de los niños. Incluso indica que los caramelos de chocolate aventajaban en grado supremo toda clase de dulces, lo cual no dudo, ya que se puede comer a todas horas, y para los que tienen tos encuentran en él un calmante, el que padece de laringe experimenta como se le suaviza, el que fuma mucho encuentra en los caramelos de chocolate un modificador del paladar, el que tiene sed un grato excitante, además de ser un modificador del agua para que no dañe el estómago más delicado; en definitiva era ideal para los que iban al teatro, a las tertulias o los que paseaban, ya que era "un verdadero socorro para prevenir o remediar cualquiera de los accidentes indicados".

Acude al célebre químico Carlos Linneo (1707-1778) diciendo que calificó el chocolate como alimento de los dioses, y que lo llamó TJieobroma, sin duda, eso pensaba López y López, porque vio que sus componentes estaban adornados de esas condiciones restauradoras de las fuerzas vitales, siendo el más grato desayuno porque era el más eficaz para reparar dulce y convenientemente las fuerzas que durante el sueño se enervan, así como también el digestivo más poderoso tomado después del almuerzo, de ahí que lo tomaran las comunidades religiosas, que, según comenta, lo ingerían dos o tres veces al día, de ahí, quizá, la copla que dice: 'Si los curas comieran chinas del río no estarían tan gordos los tíos jodíos'.

Para terminar reproduce las palabras de un célebre canónigo, del cual no dice el nombre, que exclamaba el muy goloso lo siguiente: "Sí; el chocolate es el alimento divino, y hasta en el acto de su confección se revela; porque al labrarlo el hombre se pone de rodillas, como si pidiera á Dios fuerzas y acierto para elaborar tan delicada pasta y no desvirtuar su delicioso aroma; cuando se disuelve ésta en la chocolatera, se cruzan las manos en acción de gracias al cielo por la ambrosía que exhala, por el aroma con que nos perfuma y con el cual fortifica é infunde inspiración á nuestra inteligencia, y al tomarlo, no parece sino que el hombre, al elevar sus ojos al cielo, se cree ya que en aquellos instantes su espíritu vuela á la gloria". Aclarando que tantos estos como las comunidades religiosas en general fueron los primeros higienistas de la humanidad, diciendo a continuación: "porque la apología más completa del chocolate está en esa curiosa cita, restándome sólo añadir, y como complemento de todo lo manifestado, que aquellas también introdujeron la costumbre de saborear un vaso de agua inmediatamente después de haber tomado el pocillo de chocolate, porque observaron que atenuaba el exceso de su parte tónica, que lo hacia más digestivo y laxante, y que sin irritar promovía una pequeña relajación en el tubo digestivo, que descargaba la cabeza, estimulaba el apetito y predisponía las vías convenientemente para la alimentación posterior. Quien tenga , pues , la costumbre de desayunarse con chocolate, tocará por experiencia tan favorables resultados".

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