HISTORIA DE LA COCINA Y LA GASTRONOMÍA

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Historia de la guayaba, una sabrosa y curativa fruta


Trabajo de Martha Delfín Guillaumín

 Junio de 2011

Desde que era niña me gustaba mucho comer guayaba y disfrutarla preparada de diversas maneras, es decir, como licuado con leche, como atole de guayaba, como ponche navideño de frutas que incluía por supuesto la exquisita guayaba, como agua de guayaba, y, sobre todo, como sabrosa empanada de guayaba que hacía mi mamá. De hecho, en una temporada de crisis familiar por la devaluación del peso en 1976, mi madre se apresuró a ayudar a la economía familiar preparando riquísimas empanadas de guayaba que vendíamos a los vecinos del barrio y también en la cafetería de mi escuela preparatoria en Ciudad Juárez, Chihuahua, la querida Prepa del Chamizal.

 

Empanadas de guayaba hechas por Martha Delfín Guillaumin (Foto de la autora) 

           

¿Qué es la guayaba? Una rica fruta americana que fue muy importante para la dieta pero también para la salud desde la época prehispánica. Su nombre científico es Psidium guajava L. En náhuatl fue y es conocida como Xalxócotl, que según el Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana de Rêmi Simêon significa:

 

Árbol grande del que se cuentan varias especies; su fruto, que lleva el mismo nombre, era llamado en las Antillas guayabo, de donde se deriva la palabra guayaba; es sabroso y detiene la diarrea[1]

 

            Incluso, la palabra, según refiere este autor, se forma de xalli y xocotl que significan arena, piedra pulverizada la primera, y fruta la otra. De cualquier forma, el nombre que se utiliza generalmente para referirse a este fruto es el de guayaba. Por su parte, fray Bernardino de Sahagún escribió en el siglo XVI que:

 

Los árboles en que se hacen las guayabas se llaman xalxócotl o xalxococuáhuitl. Son estos árboles pequeños, y tienen las hojas y las ramas ralas. El fruto destos árboles se llaman xalxócotl. Son por de fuera amarillas o verdinegras. De dentro unas blancas y otras coloradas o encarnadas. Tienen muchos granitos de dentro. Son muy bueno de comer. Estancan las cámaras.[2]

 

            ¿Qué son las cámaras? Es el nombre que se le daba a la diarrea. Sin embargo, habría que “aclarar que en la medicina española del siglo XVI, el término disentería, que es de origen griego, se empleaba exclusivamente para denominar el trastorno intestinal que se manifiesta como episodios de diarrea con sangre. Así pues, los médicos aplicaban el término disentería solamente a las diarreas más graves, mientras que a los otros tipos, menos graves aunque más frecuentes, las denominaban cámaras.”[3]

 

            Nicolás de Monardes y Alfaro, en su libro Historia medicinal que trata de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven al uso de la medicina. Donde se ponen muchas cosas Medicinales que tienen grandes secretos y virtudes, escrito en1574, informa que:

 

Trajeron me de Tierra Firme, la simiente de aquel fruto, tan celebrado de los Indios, y de los Españoles, que llaman Guayavas. Son los árboles que llevan este fruto de mediana grandeza, echan, las ramas desparcidas, llevan la hoja a la manera de laurel, la flor que echa es blanca, a la manera del azahar, salvo que es algo mayor, es olorosa, dase mucho este árbol en cualquier parte que se siembra, y multiplica y cunde tanto que lo tienen por maleza de la tierra, que muchos campos pierden el pasto de los ganados por ellos, que se entreteje como zarzas: la fruta que llevan es como de manzanas nuestras, del tamaño de camuesas, es verde cuando nace, y como se va madurando se va tornando amarilla, es blanca en lo interior y algunas rosadas: cortada tiene cuatro divisiones, o vasos donde tienen la simienta, la cual es como simiente de nísperos durísima, en el color leonada, toda es cuesco no tiene médula, es sin sabor alguno: para comer estas manzanas las mondan de la cáscara.

 

Es fruta agradable, sana y de buena digestión: cuando están verdes se dan en cámaras, porque restriñen y aprietan mucho, cuando están muy maduras laxan el vientre, cuando están buena sazón asadas son buenas, para sanos y enfermos, porque así son mejores y más sanas y de mejor gusto, y las mejores son de los árboles cultivados: usan los indios las hojas en cocimientos, con las cuales lavando las piernas hinchadas las deshinchan, y el bazo opilado lavado con el tal cocimiento se deshincha y deshace. Parece fruta fría, y así la dan asada a los que tienen calentura: es muy común en todas las Indias.[4]

 

            Por su parte, Xavier Lozoya, en su reciente obra sobre La herbolaria en México, nos dice que:

 

Los herbarios domésticos, es decir, los libros de recetas basadas en plantas medicinales, proliferaron a partir de algunas obras básicas de medicina publicadas en México y de donde se obtenía la información práctica. Las publicaciones médicas más conocidas fueron el Tratado breve de medicina, anatomía y cirugía de Augusto Farfán, publicado en 1579 y reimpreso en 1582; la Verdadera medicina, cirugía y astrología de Juan de Barrios, publicada en 1607; los Cuatro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas de fray Francisco Ximénez, publicado en 1615, y el Tesoro de medicinas  de Gregorio López, de 1672, entre otros.

Surgieron además otros libros llamados de medicina doméstica, que, copiados a mano y pasados de familia en familia por generaciones, se enriquecían con datos que los usuarios les agregaban. Estos cuadernos fueron, durante más de un siglo, la fuente de curación doméstica de un sinnúmero de padecimientos comunes.[5]

 

            De hecho, <Casi a finales del siglo XVII, Gregorio López repite la información de Monardes diciendo, "es usada para piernas hinchadas, el bazo opilado, para las encías descarnadas y dientes".>[6] Por otro lado, es necesario mencionar que el uso de la guayaba también tiene que ver con las tradiciones y leyendas de los habitantes de los pueblos originarios de México. No sólo se utiliza contra los malestares estomacales sino que:

 

Los mixes, totonacos y zapotecos la usan en diversos tratamientos del susto, cuyo origen puede ser diverso: "encuentros súbitos, caídas, accidentes, amenazas, presencia de muertes violentas, transitar por lugares peligrosos, sueños, extraviarse o violar normas". Esto provoca la pérdida de la entidad anímica (alma) y si no se atiende oportunamente, puede ocasionar la muerte. A veces se vincula con la brujería, la aparición de entidades sobrenaturales como duendes, difuntos y fantasmas. Los síntomas más comunes son falta de apetito, decaimiento, frío en las extremidades, mucho sueño, inquietud en el sueño, palidez, insomnio, tristeza, angustia, desmayos, fríos leves, dolor de cabeza y puede asociarse con cualquiera de estas enfermedades: úlcera, presión, diabetes o derivar hacia alguna de éstas.[7]

 

            Es decir, la guayaba también forma parte de la medicina tradicional mexicana, aunque en fechas recientes se ha apreciado su uso por los laboratorios farmacéuticos para preparar medicamentos contra los malestares estomacales, en particular, la diarrea.

 

            Cuando los españoles describían la guayaba en los primeros años de la conquista decían que ésta <les parecía manzana maciza, aunque reconocían que “para quien la tiene en costumbre es muy buena fruta, y mucho mejor que las manzanas”.>[8] De igual forma, los europeos durante el período colonial registraron sus usos medicinales como, por ejemplo, el protomédico Francisco Hernández, en su obra Historia Natural de la Nueva España, dijo que sus “hojas eran empleadas por los indios para preparar una infusión que, bebida, servía de remedio a las “cámaras” o evacuaciones diarreicas. Actualmente se sabe que el efecto antimotílico intestinal se debe a su contenido de flavonoides del cual la quercetina es el principio activo antidirreico.”[9]

 

            Para concluir este escrito, deseo comentar que la receta de las empanadas de guayaba de mi madre, María del Rosario Guillaumin Sevilla de Delfín, anotada en su libro de recetas familiares, me sirvió para elaborar las que ahora disfruto junto con mi esposo y mi hija. No sé hacerlas con el toque especial que le daba mi mamá, pero sí que son sabrosas.

Guayaba rosada[10]

 



[1] Rêmi Simêon, Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana, México, Siglo XXI Editores, 1984, p. 762.

[2] Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de Nueva España, introducción, paleografía, glosario y notas Alfredo López Austin y Josefina García Quintana, México, CONACULTA - Alianza Editorial Mexicana, 1989, tomo 2, pp. 743-744.

[4] Nicolás de Monardes y Alfaro, Historia medicinal que trata de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven al uso de la medicina. Donde se ponen muchas cosas Medicinales que tienen grandes secretos y virtudes, Libro Tercero. Publicado en Sevilla en Casa de Alonso. Escribano Impresor, en la calle de la Sierpe. 1574, citado por J. P. Legran, Nuevo manual de cocinero cubano y español con un tratado escojido [sic] de dulcería, pastelería y bollería al estilo de Cuba. Indispensable para aprender y componer de comer con la mayor perfección y economía, y necesario a todas las clases de la sociedad, y en particular a los gastrónomos, madres de familia, fondistas, etc. Imprenta La Intrépida de la Habana, 1864.

[5] Xavier Lozoya, La herbolaria en México, México, CONACULTA, 1999, p. 25.

[6] Atlas de las Plantas de la Medicina Tradicional Mexicana, http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/monografia.php?l=3&t=&id=7651 (Consultado el 9 de junio de 2011).

[7] Atlas de las Plantas de la Medicina Tradicional Mexicana, http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/monografia.php?l=3&t=&id=7651 (Consultado el 9 de junio de 2011).

[8] Marco Buenrostro y Cristina Barros, La cocina prehispánica y colonial, México, CONACULTA, 2001, p. 39.

[9] Xavier Lozoya, op. cit., p. 19. De cualquier manera no siempre la opinión sobre la guayaba fue del todo positiva. Por ejemplo, en Colombia durante el período colonial español fray Pedro Simón (1627) escribió que la guayaba: “Es una fruta colorada por de dentro y de fuera, del tamaño de manzanas, con unos granillos, no pocos ni blandos. Suelen comerla los animales, y de los granillos que echan en el estiércol nacen luego guayabos y suele de esta manera echarse a perder la tierra, y hacerse tan espesos, que no se puede beneficiar el ganado, ni halla qué comer, porque debajo de este árbol no se cría yerba, como se ha visto todo en la isla de Santo Domingo. Son facilísimas de corromperse y llenarse de gusanos. Hácese de ellas buena conserva; algunas hay blancas de dos o tres maneras. Estas son muy mejores para todo, aunque iguales en criar gusanos. Algunos dicen que no es esta fruta natural de las Indias sino que la trajeron los primeros españoles con otras”, Fray Pedro Simón y su Vocabulario de Americanismos, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1986, p. 68.

    

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Del libro de Nicolás de Monardes y Alfaro


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