Historia de un vino de membrillos en el año 1804

 Estudio de Carlos Azcoytia
Abril 2011
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Este trabajo es posible que no tuviera motivo de publicarlo si no fuera por el encanto que le fue dando el tiempo como a los buenos vinos. El trabajo que se presenta fue publicado en el año 1804 y su autor un ciudadano español, quizá de profesión agricultor, de nombre J. Romain Moulins, que experimentó con el membrillo para hacer un exquisito licor, pese a sólo tener pistas de como se elaboraba desde tiempo inmemorial.

Comienza su exposición, en el Semanario de Agricultura para Párrocos, con las siguientes palabras: "Había yo oído decir que se hacía un excelente licor de membrillos, pero no sabía como, ni pude averiguarlo; sólo me dijeron que entraba en él azúcar y aguardiente", con estas pistas nuestro hombre se puso a experimentar con su cosecha, abundante del año anterior, de membrillos y vaya si lo consiguió, ya que según aseguraba era tan de su gusto y al de todos sus amigos que lo probaron, que "lo tenemos por uno de los mejores que se pueden beber", a lo que habría que añadir: "modestia aparte".

Veamos como elaboró dicha ambrosia por si algún lector quiere repetir el experimento:

"Escogí primeramente los más maduros y sanos (se refiere a los membrillos, claro está); los rallé con un buen rallo (se refiere a una ralladora); colé y comprimí bien todo lo rallado en un lienzo tupido; después de muy exprimido, medí el jugo que había resultado, le añadí igual cantidad de aguardiente, y lo dejé en un tonel. Para 6 pintas de licor echaba una libra de azúcar (no hace falta saber cuanto pesaba una pinta, ya que nos da la proporción), y al mismo tiempo buena canela. Al cabo de un mes que estaba en el tonel lo probé, me pareció que le faltaba todavía algo de canela, y le eché algo más. Quince días después hice una sangría al tonel un poco más arriba de donde podía llegar el poso, y salía un licor tan claro y transparente que si se hubiese destilado en el alambique, o se hubiese colado por una manga: luego lo eché en un tonel, que sólo había tenido licor, y lo dejé en él, sacando por medio de una llave de fuente que tenía lo que necesitaba de cuando en cuando para beber. De esta manera salía siempre claro, pues se tenía el cuidado de no remover el tonel, por si el licor hacía todavía sedimento".

No dice la cantidad de canela porque todavía no lo tenía bien medido y pesado, como muy bien advierte: "echen poco al principio, que lo prueben luego que haya estado algún tiempo en infusión, y le añadan después la cantidad que sea de su gusto".

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