Carlos Azcoytia
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Enero 2007
Por poco que se quiera indagar sobre el origen del Rosco de Reyes todos los caminos nos conducirán a Roma y no es esto una frase hecha, es para tomarlo en todo su sentido literal. Hay quien asevera, quizá con la poca responsabilidad del que escribe en el aire, que era una costumbre pagana que nos llegó como consecuencia de las fiestas dedicadas a Saturno e incluso de las fiestas dedicadas a Jano desde la época de la República de Roma. Puestos a indagar parece verosímil, hasta cierto punto, la primera de las hipótesis ya que en aquellas festividades, que terminaban por regla general como ‘el rosario de la aurora’, y donde los esclavos eran por un día los amos y los amos criados; donde se permitía hasta jugar a los dados, penado por las leyes, y, como en los carnavales que posteriormente se hicieron famosos en toda Europa, la lujuria daba rienda suelta a todos los deseos ocultos derribando las barreras sociales como muy bien nos contó Cátulo, Marcial, Luciano o Catón el Viejo entre otros. Las fiestas saturnales se celebraban el 17 de diciembre y pronto se prolongaron hasta el 23, en ellas se elegía un rey de las fiestas entre las clases menos favorecidas cuyo puesto se lograba gracias a la suerte como nos cuenta Luciano y que pone en boca de Saturno: "Y una vez que los dados te dan la suerte de ser rey, sólo en virtud de esa dignidad tienes el derecho a que no se te impongan órdenes ridículas, mientras que tú puedes ordenar a uno que declare algo vergonzoso de sí mismo, a otro que baile desnudo, a un tercero que cargue con la flautista y la lleve a hombros tres veces por toda la casa; todo ello es, sin duda, una prueba de que puedo repartir dones importantes." También se introducía una judía dentro de un pan hecho con miel y dátiles a modo de pastel, teniendo el agraciado el privilegio de ser el rey del banquete. Igualmente era costumbre introducir una judía en un pan en las fiestas de Jano, el dios con doble cara y que anunciaba el nuevo año, para agasajar a los amigos y desearles suerte, ofreciéndoles ramos de olivos y laureles procedentes del bosque sagrado de Strenia, la diosa de la salud, y donde se le regalaban dulces con estas palabras: “Para que pase el sabor amargo de las cosas y que el año que empieza sea dulce”. Verdaderas o erróneas las hipótesis expuestas, me refiero a su concatenación histórica, lo cierto es que en España entró la costumbre de introducir una sorpresa dentro de un pastel de la mano de los cocineros franceses de Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V (el primer Borbón), Pedro Benoist y Pedro Chatelain, los cuales le dieron la forma de rosca o anillo, adornándolo con frutas escarchadas que le daban aspecto de joya. Estos cocineros trajeron la costumbre de Francia donde le era dado a los pequeños de la casa en Navidad en un acto simbólico y que llamaban ‘Le Gateau du Roi’ o ‘pastel de rey’. Con el tiempo se convirtió en desayuno del día de reyes y dulce obligado en la epifanía o fiesta dedicada a los Reyes Magos, conservando la costumbre mágica de pensar que el que encuentre el regalo tendrá un año lleno de ventura y suerte. Dado que su historia se pierde en el tiempo y es confusa, es lógico echar mano del refranero español y para disculparse ante un posible error decir: “Mentiras y roscones, cuanto más grandes mejores”.
Receta del roscón de Reyes
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