III
Viajar por aquellos años no era precisamente una
actividad placentera (aunque todavía hoy, en muchos paises sigue siendo un
martirio) porque el interés estaba puesto en el transporte de mercaderías y
correspondencia además de personas, quedando relegado a un segundo plano la
idea de comodidad. Cuando comenzaron a extenderse los tramos ferroviarios
haciendo que los viajes tuviesen mayor duración, surgió la necesidad de
brindar algunos detalles de confort para que el viajero se sintiera más a
gusto. Pero desde un principio y durante mucho tiempo, los vagones seguían
divididos en tres clases, según el poder adquisitivo del pasajero. En la
tercera clase en algunas líneas inglesas se viajaba parado por carecer de
asientos. En segunda clase los asientos eran de madera y en primera, mullidos
y tapizados. Aun así, seguían faltando algunos servicios importantes como la
calefacción en invierno, la iluminación para viajes nocturnos y sobre todo,
la posibilidad de dormir o comer durante el trayecto.
La
evolución de los actuales trenes de pasajeros de larga distancia comenzó en
1863, cuando George Pullman, un norteamericano
nacido en Brockton, New York, diseñó y patentó los primeros coches
dormitorios, con camas plegables y asientos que se convertían en literas. En
1867 fundó su propia empresa, la Pullman Palace Car Company, dedicada a
equipar vagones de ferrocarril transformándolos en vagones dormitorios y
comedores, pero como las empresas ferroviarias no quisieron invertir dinero
en esas modificaciones, Pullman les propuso alquilárselos para equiparlos y
cobrar un suplemento que el pasajero pagaba en caso de tomar ese servicio,
recuperando así la inversión inicial. De esta manera el primer vagón comedor
circuló en 1868 para la línea Chicago & Dalton
Railroad en los EEUU.
Pero en Europa apareció en
escena un caballero belga llamado Georges
Nagelmakers que conoció a Pullman durante su estadía en los EEUU y
que vislumbró la posibilidad de un gran negocio si ponía en práctica en los
ferrocarriles europeos aquel servicio de confort y comodidad. Sin embargo
había una diferencia sustancial en las posibilidades de éxito ya que para
aquella época, la extensión de las redes ferroviarias eran mucho menores que
las de EEUU, no existían demasiadas líneas de largo recorrido y tampoco
trenes nocturnos, de manera que no hacían falta los vagones dormitorios. Por
otra parte, el trámite aduanero en las fronteras de algunos países era
bastante lento y complicado con lo cual, las empresas ferroviarias creían que
no era el momento de hacer la inversión para este servicio.
El belga no se dio por
vencido y en
1873, en ocasión de la "Exposición internacional de Invenciones de Viena”,
Nagelmakers presentó un prototipo de vagón dormitorio que resultó ser un
verdadero éxito y en 1876 fundó la Compagnie Internationale des Wagons-Lits (CWTL)
empresa dedicada a la construcción de vagones dormitorios y comedores que
años más tarde se extendió a muchos países de Europa proveyendo y
administrando vagones y servicios para los ramales ferroviarios. El 1º de
noviembre de 1879 comenzó a circular el primer vagón comedor para la línea
Great Northern
Railway entre Londres y Leeds y el 1º de julio de 1880
los ferrocarriles alemanes ponen en circulación su primer vagón comedor en el
tramo Berlin –Bebra.
El vagón
comedor propuesto en aquel momento estaba equipado con sillas y mesas pero
los pasajeros debían proveerse de alimentos por
su propia cuenta. A mediados del siglo XIX, con la incorporación de nuevos
ramales, se construyeron apeaderos o estaciones y en las más importantes,
donde la locomotora debía abastecerse de agua, se instalaron restaurantes en
los que se preparaban las comidas que el pasajero elegía de una carta durante
el viaje y que luego se transmitía telegráficamente a la estación
ferroviaria. Generalmente el tiempo para comer era muy corto, el suficiente
que necesitaba la locomotora para aprovisionarse de agua de manera que había
que apurar el trámite porque el tren partía indefectiblemente a la hora
prevista y más de un viajero podía quedar varado en la estación degustando
un buen plato de salchichas con chucrut.
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Los que salieron
beneficiados con esta modalidad de servicio fueron los propietarios de los
comedores que no solo hicieron un gran negocio con la comida que se ofrecía
en sus establecimientos sino con el complemento de la venta ambulante que
mujeres y niños, portando cestos cargados de bocadillos y bebidas, ofrecían
en los andenes a los pasajeros del tren. |
A partir de 1880 la
Compagnie Internationale des Wagons-Lits inauguró las primeras cocinas
volantes, como se denominaron a los vagones comedores, que incluían una
cocina de reducidas dimensiones y equipadas como en tierra, pero era
necesario que el tren se detuviese para que los pasajeros pudiesen apearse
del vagón en el que viajaban para subir al vagón comedor. Recién para 1892,
cuando se incorpora el fuelle entre vagones, fue posible que los pasajeros
pudieran cruzar de uno a otro en forma continua, aunque en la primera como en
la segunda clase, solo se servían comidas frías para evitar que el olor de la
cocina se propagara a todos los vagones. Recién para 1895, se permitió servir
comidas calientes y se autorizó además, la entrada al vagón comedor a los
pasajeros de tercera clase.
Una de las empresas más
importantes en el aspecto de restauración sobre rieles, fue la alemana
MITROPA en cuyos coches comedores se podía comer a la carta o elegir el menú
diario. Los detalles y el cuidado en el montaje de las mesas llegaban a tal
extremo que había personal destinado a la limpieza y pulido de la cubertería
de plata y en cuanto a vajilla, para darle distinción al servicio, había sido
especialmente diseñada y fabricada en porcelana. En la cocina trabajaban 6
personas durante 14 horas, principalmente hombres, en tanto que las mujeres
cumplían tareas como ayudantes de cocina y de limpieza en el resto del tren.
Toda la responsabilidad
recaía sobre el cocinero que preparaba las ensaladas, salsas, carnes,
pescados y pasteles en pocos metros cuadrados y en una cocina harto calurosa.
La responsabilidad del coche comedor estaba a cargo del Maitre pero sin
embargo los camareros eran los encargados de abastecer la cocina con género y
bebidas que llegaban a los andenes.
Este sistema funcionó hasta
principio de 1960 porque a partir de ese momento aparecieron las comidas
congeladas y en consecuencia la tarea del cocinero mermó dado que todo venía
preparado y solo era necesario darles un golpe de horno. Y como las nuevas
tecnologías casi siempre van en detrimento del trabajador, se produjo una
drástica disminución del personal quedando cubierta la cocina con solo 2
personas.
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