La alimentación y la medicina en al'Andalus (España)

Carlos Azcoytia
Fotos de Celia Zamora
Diciembre 2006

A aquellos seres humanos que no tuvieron la oportunidad de desarrollarse como adultos.

Haciendo referencia a José Martínez Gázquez, catedrático de Filología Latina de la Universidad Autónoma de Barcelona en su estudio titulado "Los árabes y el paso de la ciencia griega al occidente medieval" en el que dice: "La situación cultural y científica de los cristianos del Occidente latino había quedado falta de aliento para avanzar en la adquisición de nuevos conocimientos. A partir del siglo IX-X, desde el Sur de Italia y la Península Ibérica, por el contacto con la realidad cultural y científica del mundo árabe, superior a los latinos, despertó el interés de los hombres más inquietos de la sociedad cristiana que procuraron la asimilación de la ciencia árabe y realizaron el esfuerzo de su traducción al latín. La difusión de dichas traducciones, junto con las realizadas en Italia directamente de griego, por los centros de estudio de la Europa cristiana latina fueron un estimulo importante para la reflexión filosófica y científica de la Baja Edad Media.

A lo largo de un extenso proceso los árabes habían ido recibiendo los fundamentos de la cultura, la filosofía y la ciencia griega y los supieron incorporar al legado cultural, filosófico y científico que transmitieron a Occidente. A través del helenismo y posteriormente del cristianismo de habla griega de las iglesias orientales, especialmente nestorianos y monofisitas, quienes realizaron las primeras traducciones siríacas de la filosofía griega, los árabes se inician en la filosofía y la ciencia, que desarrollaron en muchos de sus ámbitos y llevaron consigo a los países conquistados en su rápida expansión hasta la Península Ibérica. En contacto con ellos los cristianos latinos inician el proceso de redescubrimiento y asimilación de los autores griegos con los comentarios de los tratadistas árabes y se ponen las bases de la recuperación cultural y científica del Occidente latino, que llevó hasta el desarrollo científico del Renacimiento y de la Edad Moderna europea".


Escaparate de dentista

En lo referente a la medicina esta era eminentemente naturista, aunque galenos como Abulcasis, cuyo nombre verdadero era Abul Qasim Khalaf ibn al-Zaaravi, pusieron las primeras piedras de la medicina moderna, siendo considerado hoy el padre de la cirugía tal y como la conocemos. A este médico, nacido en Madinat al-Zahrá (Córdoba) en el año 936 y muerto en el año 1013, se le debe un tratado médico que escribió en treinta volúmenes llamado 'El Tesrif' y cuyo nombre verdadero es 'Kitâb al tasrîf liman 'agiza 'an al-ta'âlif' que traducido viene a ser 'El saber médico, puesto a disposición del que no ha podido reunirlo',  el cual se conserva en Granada, donde, entre otras muchos estudios, encontramos la descripción de más de 200 instrumentos quirúrgicos, entre los que podemos destacar el fórceps para la ayuda en los partos y extracción del feto, instrumentales para la otorrinolaringología, el uso del yeso para curar las fracturas de hueso, utilización por primera vez del hilo de seda para saturar las heridas tras las operaciones; enseñanza para practicar la litotricia, adelantándose  en  diez siglos a esta técnica; de igual modo enseña la forma de operar en los ojos y los oídos o la forma de hacer amputaciones y vivisecciones, descubrió la enfermedad de la hemofilia; fue también experto cirujano maxilar que estudió la alineación de los dientes y la forma de corregirlos, así como el implante de huesos de animales para restituir las piezas perdidas.

Aparte de todo lo dicho Abulcasis fue también el primer dietista que se conoce, dedicándole en el capítulo correspondiente de su tratado un estudio a los alimentos y su importancia dentro de cada naturaleza, así como la forma de combatir la obesidad mórbida, siendo este galeno el que trató dicha enfermedad al rey Sancho I el Craso, del cual puede leer un artículo que escribí hace tiempo si presiona en su nombre.

Para saber más sobre esté médico lea el siguiente artículo escrito por el profesor, Rafael Vera Thorbeck  titulado "Abulcasis, el primer cirujano endoscopista".

Fueron otros muchos los galenos que estudiaron las plantas y los alimentos como medio para curar enfermedades, entre los que podemos destacar al bagdadí Mesué Hunayn ibn Ishaq, conocido por Johannitius, que fue el primero que utilizó la traqueotomía o Al-Razi que descubrió el etanol y el ácido sulfúrico, que aunque no fueran ambos de al-Andalus sí influyeron en la ciencia de la época al transmitir sus conocimientos a todo el orbe musulmán.

Se puede decir que entre los siglos IX al XII el auge de la medicina fue tal que sobre esas piedras se forjaron los cimientos de esta ciencia en la actualidad. Fueron médicos como Averroes (el más grande de todos), que fue Cadí de Sevilla o Maimonides o Isaac o Ebn Albéitar o Ibn Butlan o al-Kindi y muchos más los que estudiaron los tratamientos contra las enfermedades infecciosas en al-Andalus.

De Averroes tenemos un tratamiento contra las fiebres coléricas, que se recogió en su tratado que lleva por título Colliget (edición que queda en  una traducción veneciana de 1562) en la que recomienda comer ciruelas o cizaña calcinada; para las fiebres del verano dice que se debe de tomar oximiel, elaborada con raíz de apio, hinojo, endivias y regaliz y para las fiebres producidas por indigestiones tomar cuscuta. Así mismo recomienda contra la lepra poleo de río y carne tierna y para las infecciones de orina alcachofas cocidas en vino.

En relación a la viruela y el sarampión Arid Ibn Said (siglo X) recomienda el siguiente régimen alimenticio: "Nosotros decimos: es conveniente, cuando sobreviene al niño fiebre y se refuerza su calor, tiene sed intensa, su pulso es violento, y sus orinas suben de color, que se le resguarde de las carnes y de los dulces. Se tenderá a alimentarle con hortalizas, con tendencia a lo frío, y sopa de cebada bien hecha, lentejas con sopa a la vinagreta, beberá julepe si tiene su naturaleza equilibrada o jarabe de violetas, arrope de ciruela (ojo de buey), si tiene la naturaleza ligera (diarrea). Y si tiene signos de que no tiene fiebre intensa y tienen la humedad predominante y en sus humores predominan la bilis amarilla y la flema, se le tratará con ojimiel preparado con aliños y azúcar. Su alimentación deberá aligerarse, se alimentará con pollitos, francolines, perdices, patas de cabra y yema de huevo. Cuando remita la fiebre alta se le hará sudar y se le abrigará con vestidos, se pondrá cerca del niño una olla con agua caliente en la que se cocerá rosas, manzanilla y cebada sin cáscara para hacer llegar el vapor de esta agua a su cuerpo, para que sude. Tómese pulpa fresca de caña de azúcar, macháquese y úntese en su cabeza y en sus pies, lo que atraerá el sudor".

Los altramuces son los más indicados para  la erradicación de lombrices intestinales, ver artículo dedicado a los altramuces, junto a los perifollos y el poleo de río, encontrando una receta tópica que consiste en lo siguiente: "Tómese altramuz seco y simiente de mora y granos de laurel, de cada uno una parte, amásese con bilis de buey fresca y hágase de ella un emplasto sobre el ombligo de niño".

Sobre los limones hay tratados en los que se aconsejan para el aire pestilente ocasionado por la peste, sobre todo uno del botánico Ebn Albeytar.

Junto a recetas que hoy nos pueden parecer raras también se hacían las recomendaciones pertinentes sobre higiene personal y sanidad ambiental para evitar la propagación de enfermedades y aunque parezca todo lo leído como carente de efectividad lo cierto es que la tasa de mortandad infantil bajó a la mitad en el periodo de la dominación árabe, llegando a ser el 26,6% en el siglo XI para subir en el siglo XVII al 40%, aproximadamente, en la región de Murcia, lugar al que he podido acceder a los estudios hechos en el yacimiento de la Maqbara San Nicolás, por Cristina Bernis y Francisco J. Robles, en donde la mitad muere en los primeros cuatro años como consecuencia, la mayoría, del destete.


Cementerio marroquí

No me resisto, al terminar este artículo, sin plasmar unos párrafos del escritor (ganador del premio Goncourt 1993) libanés Amin Maaluof de su novela 'León el Africano' que se desarrolla en los últimos días de la Granada nazarí (1491) y que escribe: "Aquel año era igualmente para mí uno de los más peligrosos de cuantos iba a vivir. No solo en razón de las amenazas que pesaban sobre mi ciudad y los míos, sino también porque para todo hijo de Adán el primer año es aquel en el que las enfermedades son más mortíferas, en el que muchos hombres desaparecen sin dejar huella de lo que habría podido ser o hacer. Cuantos grandes reyes, cuantos inspirados poetas, cuantos intrépidos viajeros no han podido realizar jamás el destino al que parecían prometidos al no haber podido llevar a cabo esta primera y difícil travesía, tan sencilla, tan mortífera. Cuantas madres no se atreven a encariñarse con su hijo por miedo a tener que acariciar, un día, una sombra.

La muerte, dijo el profeta, tiene nuestra vida cogida por los dos extremos. La vejez no está más cerca del óbito que la infancia."

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