Historia de los
comedores de
Cocina Económica o comedores de caridad, un invento de finales
del siglo XIX |
Trabajo de
Carlos Azcoytia |
Junio
de 2011
Repasando mi librería encontré un Reglamento sobre la
fundación, en Logroño, de la primera Cocina Económica en dicha
ciudad en el año 1894. Hoy con el paro, las familias hipotecadas de por vida y sin
vivienda por culpa de la permisividad ante el robo de los bancos por parte
de los gobiernos de turno que se supeditan al capital, los emigrante
que llegaron a España buscando su Dorado y se encontraron atrapados
por la crisis económica y los sectores marginales de la población,
de nuevo estas casas de comida vuelven tristemente a ser actualidad
ante otra sociedad que permanece insensible al padecimiento de los
nuevos desheredados y ante una clase política, que vive de espaldas
a la realidad, qué sólo se preocupa en aferrarse insensiblemente al
poder en un todo vale, frase que repito hasta la saciedad, y que más
temprano que tarde serán los culpables de desórdenes sociales que
están empezando a brotar como consecuencia de la indignación de
muchos.
Dentro del contexto del momento dicha caridad o sensibilización de
ciertos sectores de la sociedad era consecuencia del comienzo de la
Era Industrial, donde una riada de campesinos, cansados de mal vivir
de las peonadas o incluso trueques en época de cosecha, migraban a las grandes ciudades
en busca de mejores oportunidades, lo que creaba grandes bolsas de
pobreza con el consiguiente peligro que eso conllevaba.
Los estatutos comienzan en su artículo primero con estas
palabras: "La Cocina Económica es un establecimiento puesto al
servicio de todos los vecinos y transeúntes de esta ciudad de
Logroño sin distinción de sexo, edad, estado, posición, patria,
etc., y su objeto es auxiliar, con la venta de una alimentación sana
y barata al obrero, al enfermo y, en general, a todo el que no
disponga de los haberes necesarios para su alimentación y la de su
familia". Bellas palabras e ideas que honran a nuestros
antepasados porque se salía de una España donde la iglesia acaparaba
el nicho de la caridad para pasar a otro laico donde los civiles se
hacían cargo, por medio de asociaciones, de los problemas sociales
que se iban generando en un momento histórico único que mezclaba la
pérdida de las colonias con el comienzo de las incipientes
industrias que necesitaban para su desarrollo una ingente cantidad de
mano de obra 'casi' cualificada y barata.
El artículo segundo de dicho Reglamento es más específico cuando
dice: "Para cumplir este objeto se servirán en el establecimiento
dos comidas, a las horas que más adelante se expresarán, y en ellas
podrán adquirirse raciones a los precios de cinco, diez y quince
céntimos de peseta, las que podrá el consumidor llevar a su casa o
tomar en el comedor. También se proporcionarán raciones a los que
presenten bonos suministrados por las corporaciones, sociedades o
particulares que al efecto los hayan adquirido; pero en este caso
los portadores de los bonos habrán de llevar una vasija para
transportarlas a su casa". Con lo que se abrían las puertas a no
ofrecer un menú sumamente barato, sino que también cualquier
asociación, estamento o particular, con su aportación, podían
ejercer caritativamente como padrinos de aquellos que carecían de
todo.
Por suerte estos estatutos, en su artículo tercero, hablan del menú
que se ofrecería dependiendo del día de la semana y así sabemos que
estuvo compuesto de los siguientes guisos:
- Arroz a la valenciana.
- Arroz con chorizo.
- Arroz con bacalao.
- Judías estofadas.
- Bacalao a la vizcaína.
- Patatas con asaduras.
- Patatas con bacalao.
- Patatas con callos.
- Cocido de garbanzos con verduras, patatas o pasta condimentado con
carne, tocino y chorizo o morcilla.
- Ensalada.
- Tomatada.
- Café.
- Caldo
- Vino.
Como puede verse un gran menú, independientemente de si, por
ejemplo, había más patatas que bacalao, lo principal es que era una
comida sana y nutritiva.
Dicha comida costaba diez céntimos y cinco céntimos más si iba
acompañado de una pieza de pan y también se le sumaba cinco céntimos
si aparte del plato único se quería la ensalada, tomatada o una taza
de caldo para los enfermos o el vaso de vino para los gourmets, que
se puede ser pobre pero con paladar selecto. También hace una
advertencia que resulta jocosa: sólo se serviría un vaso de vino por
comensal aunque pagase, que era obligatorio, que allí se daba de
comer y no era una tasca para borrachines. Hay que hacer notar que
eso del vaso de vino era obligatorio en todo tipo de comedores, de
hecho hasta los años 70 del siglo XX o más en el ejército español, que era
obligatorio hacerlo, en las comidas servían un vaso de los de agua
con vino, como toda bebida, sin tener en cuenta si se padecía de
hígado o se sufría cualquier enfermedad incompatible con la ingesta
de alcohol, así era la España de 'hombres machotes' del franquismo y
que tantos alcohólicos produjo.
El artículo cuarto del Reglamento que comento, tenía como fin
el orden y la convivencia en los comedores y así lo expresa: "Siendo
esta Sociedad de carácter puramente benéfico y habiendo de dedicarse
a auxiliar a las clases poco acomodadas, espera confiadamente que
los concurrentes al comedor habrán de guardar la compostura debida,
no profiriendo palabras malsonantes, no cometiendo actos que puedan
desagradar a los demás, tratando de retirarse cuando hayan comido a
fin de dejar su plaza vacante para otro comensal que lo necesite".
Los socios fundadores fueron 30 ciudadanos de Logroño que crearon
esta especie de O.N.G. en reunión celebrada en el despacho de
Gobernador Civil, que presidió el acto, el día 13 de junio de 1894,
dejando la puerta abierta a nuevas incorporaciones, esta vez de
socios protectores, los cuales debía contribuir con una peseta
mensual por espacio de dos años, teniendo la posibilidad de pagarlas
de una vez.
Se reglamenta igualmente las reuniones o juntas ordinarias y
extraordinarias de la asociación y que debían ser dos para el primer
caso, ambas a celebrar en la segunda quincena de abril y de
octubre de cada año, renovándose los cargos cada dos años. Las
juntas extraordinarias se celebraban cuando la Directiva lo
considerara conveniente o cuando lo pidieran un mínimo de nueve
socios, debiendo citarse a todos en un plazo de diez días, no siendo
válida si asistían menos de la mitad más uno de los socios.
La junta directiva se componía de un Presidente, un Vicepresidente,
un Contador, un Tesorero, un Secretario y cuatro Vocales.
En el Capítulo 6, Artículo 22 de los estatutos se habla de la
infraestructura de los comedores: "La Hermanas de la Caridad
tendrán a su cargo la despensa, recibiendo y pesando por sí mismas
cuantos géneros ingresen en ella. Para el más exacto cumplimiento de
este artículo, se prohíbe en absoluto que ninguna otra persona, ni
los sirvientes, usen las llaves de la despensa y almacenes, y mucho
menos puedan introducir o sacar género de ellos".
En los siguientes artículos de este capítulo se les da a las
religiosas plena autonomía, tanto de organización como de
mantenimiento, de los comedores, tales como llevar la cuenta
detallada de los comestibles que se reciban y que se gasten llevando
un libro de entradas y salidas; cuidar de que el establecimiento
esté siempre limpio y aseados los utensilios (vajillas, marmitas y
demás enseres); reparto de las viandas y condimentación de éstas;
dirigir las cocinas y el personal que en ella trabajaba; al despachar
las raciones debían estar presentes. Aparte de eso se les asignaba
una "habitación decorosa y decentemente amueblada en la que
puedan estar en las horas de descanso y para atender a sus prácticas
religiosas".
Las horas de despacho de las comidas se establecieron de once a una
por la mañana y de seis a ocho por la tarde y las raciones de comida
se podían obtener de dos formas: abonando su importe en el mostrador
o por medio de bonos como ya he comentado.
Por último en los Estatutos se establece la propiedad de todo a
favor de la Sociedad, con la condición de que si, por circunstancias
imprevistas, se disolviera todos los fondos recaudados de las ventas
serían distribuidos entre los pobres de la ciudad.
Los estatutos quedaron registrados con el número 127, folio 3º del
Gobierno Civil de la provincia, siendo el presidente el Marqués de
San Nicolás y el Secretario José Pérez Quintana, estando en esos
momentos de Gobernador P. de Fuentemayor.
Comedor social de la Maternidad de Sevilla sobre 1940
Anteriormente, en 1886, se funda la Cocina Económica de la Coruña,
estudiada ampliamente por el historiador Jesús María Reiriz Rey, que
puede leer al completo en
http://www.cocinaeconomica.org/fnoticia.asp?cid=94 y que a modo
de aperitivo comienza así: "1886:
El 1 de mayo tiene lugar la fundación de la Cocina Económica,
establecida en una vieja tahona, convertida más tarde en fábrica de
harinas, en el nº 17 de la calle Sol esquina a la del Socorro (hoy
de Juan Canalejo), terrenos propiedad de Enrique Núñez Zuloaga.
Había sido su creador Teodoro Baró, a la sazón Gobernador Civil de
la provincia de La Coruña; y su fundador y primer presidente,
Antonio Lens Viera (1886-1933). Esta institución había nacido en el
seno del Circo de Artesanos, en el transcurso de una de sus juntas,
y su inauguración oficial no se realizó hasta el 20 de junio de este
año, fecha en la que fueron servidas las primeras raciones
alimenticias en los almacenes de aquella vieja tahona".
El 20 de septiembre de 1891 se funda la Cocina Económica del Ferrol,
en la calle Magdalena, bajo los auspicios de Antonio Togores y
Corbián y que daban comida a los 30 indigentes censados en la ciudad.
En septiembre de 1921 cambia de sitio para trasladarse a la calle Rubalcava. Hoy, con la crisis, se sobrepasan los 200, duplicando en
pocos años las comidas que ofrece a los indigentes, pues hasta hace
poco no llegaban al centenar los necesitados.
La Compañía de Jesús, más conocidos por los Jesuitas, en el año
1908, tras la crisis económica que padeció la ciudad de Gijón
implantaron comedores económicos bajo la dirección del sacerdote
José María Campoamor, que recorría la ciudad buscando jóvenes abandonados para "llevarlos a la cocina económica para
que coman sin robar" y también buscándoles alojamiento donde
poder dormir en un piso alquilado, para más tarde, gracias a Carmen
Zulaibar que cedió un local, crear dormitorios donde "se
dispusieron catres de lona con un jergoncito de paja de maíz,
sábanas y mantas" y donde por las mañanas, antes de ir a la
escuela montada por dichos religiosos, se les daba de desayunar café
con leche y tras las clases de la mañana un almuerzo en los
comedores económicos compuesto, la mayoría de las veces, de fabes
con tocino, morcilla o chorizo y abundante pan.
Anecdótico resulta contar, al margen de la historia de los
comedores, la institución que se fundó en Sevilla entre 1906 y 7,
sólo tuvo un año de vida, y que estaba destinada a recoger, palabras
textuales, "niñas o joven huérfana sin arrimo, joven que abandona
la casa paterna para seguir a un seductor y luego no es recibida por
sus padres, criada que se desacomoda y no encuentra colocación,
mujer arrepentida que no sabe o no puede reparar sus faltas ni tiene
medios de subsistencia, mujer que vivió en el asilo de arrepentidas,
pero está cansada de la vida de clausura y encuentra todas las
puertas cerradas". El establecimiento que estuvo en el número 1
de la Plaza del Mercado (siendo el que suscribe de Sevilla no puedo
ubicar dicha finca), tuvo tan poco éxito que en el año de
funcionamiento sólo se asilaron tres internas.
En Santander se inauguró en 1908 el primer Comedor Económico servido
por Las Hijas de la Caridad (congregación fundada en Parí en 1633)
en, según obra el Diario Montañés del año
2007 con motivo de la celebración del centenario. Ya en ese año de
2007 se daban casi 95 comidas diarias que eran distribuidas entre
los emigrantes y los jóvenes drogadictos de la ciudad, lo que nos
hace suponer que con la crisis económica que padecemos ese número se
debe de haber multiplicado por dos o tres en cuatro años.
Es interesante saber que dicho Comedor Económico de Santander abrió sus puertas
el 26 de septiembre de 1908, servido por cinco monjas y que estuvo
situado en un principio en la calle Cuesta para más tarde
trasladarse a la de Gibaja, en la actualidad está en Tatín, solar
que costó 55.000 pesetas y que perteneció a una tal Elena Huidobro
García. En 1936 dieron también servicio de economato y en 1993,
gracias al legado de María López Sainz-Trápaga, se comenzaron las
obras del nuevo edificio. Hay que hacer constar que hasta el año 2008
trabajaban en la orden una hermana, Sor Sagrario, de 88 años, la más
veterana de todas, con 55 años de servicio en los Comedores o la
hermana Sor Teresa, unas grandes mujeres que
merecen todo el respeto de un ateo como yo.
También Las Hijas de la Caridad abrieron una Cocina Económica en
Zaragoza, no puedo precisar la fecha pero debe de ser sobre el mismo
año que el de Santander y que hasta hoy sigue funcionando gracias a
un convenio con Cáritas y que llegó a tener moneda propia (supongo
que serían como especies de bonos) para más adelante abrir como un
economato que se llamó 'La Milagrosa' y que se entraba por la plaza
del Pilar 1, datando su construcción, del nuevo edificio, de 1941,
siendo sus arquitectos los hermanos zaragozanos Regino y José
Borobio Ojeda.
En 1910 se daban paradojas que rayaban en lo circense, limitándome a
transcribir lo ocurrido en Cieza, Murcia, en una comida que se daba
a los pobres anualmente por parte de 'benefactores' y que publicó
'El Eco del Segura', periódico de la oposición y en manos de los
Conservadores que arremetía así contra las fiestas locales
organizada por los Liberales: "A las doce se dio la primera
comida a los pobres en la Cocina Económica, con la asistencia de la
banda y las autoridades.
Y como lo semejante siempre busca a lo semejante la comida que se
dio a los pobres fue más pobre que los pobres mismos, en calidad y
en el número de los comediantes a los que, como iban con los
pucheros rotos, según el coleguita, se les caía la comida; más si
hubieran llevado las vasijas nuevas también se le hubiera caído la
olla, porque no les daban pan, según hemos oído". Algo que puede
parecer gracioso pero que raya en lo grotesco cuando se habla de la
miseria humana y el interés en capitalizar hasta las obras de
caridad y es que España no ha cambiado con el tiempo.
El magazine The Rotarian del año 1931 da dos noticias de comedores
económicos, el primero de Santiago de Cuba y el otro de la ciudad
española de Alicante, donde dice: "El Rotary Club de Santiago de
Cuba está actualmente laborando para ayudar a la Cocina Económica
que han establecido en la iglesia de San Francisco, varias señoras,
las cuales necesitan ayuda material para su sostenimiento. El Rotary
Club está contribuyendo a esa obra altruista remitiéndoles viandas y
efectos de los que integran el menú que ellas sirven". Con
respecto a Alicante escribe el redactor Raúl Valera lo siguiente: "El Rotary Club de Alicante, España, ha logrado que cada alicantino que
así lo ha aceptado, pague un día de cada año los gastos de la
institución 'Cocina Económica' que estaba ya fundada pero que
iba a dejar de vivir por falta de recursos, de modo que la vida de
esta institución caritativa ha sido asegurada gracias al Rotary Club
de Alicante".
Hablando de Cuba no debemos de olvidar la sangrienta represión del
general español Valeriano Weiler y Niacolau, casi inventor de los
campos de concentración o al menos sí de la 'reconcentración' que se
impuso en los estertores del dominio español de la isla en el año
1897, un año después de su toma de posesión como gobernador, y donde
tan cruelmente murieron muchos cubanos, a tanto llegó que el hambre
acució a la población que se tuvo que crear una Cocina
Económica que se confió a los Hermanos Pasionistas que llegaron,
sólo en ese año, a dar más de ochocientas raciones diarias, debiendo
cerrar, para su desesperación, al año siguiente, 30 de abril de
1898, por suprimir el gobierno las ayudas necesarias; el mismo
ejemplo lo tomó EE.UU. en Vietnam al despoblar los campos y
concentrar a las poblaciones agrícolas en lugares apartados de la
guerrilla en un intento desesperado para que no obtuvieran ayuda del
pueblo. La proclama que dictó semejante individuo, que por cierto
llegó a ser Marqués de Tenerife, Duque de Rubí, Grande de España y
Capitán General de Cuba, decía sí:
1. Todos los habitantes de las zonas
rurales o de las áreas exteriores a la línea de ciudades
fortificadas, serán concentrados dentro de las ciudades
ocupadas por las tropas en el plazo de ocho días. Todo aquel
que desobedezca esta orden o que sea encontrado fuera de las
zonas prescritas, será considerado rebelde y juzgado como tal.
2. Queda absolutamente prohibido, sin
permiso de la autoridad militar del punto de partida, sacar
productos alimenticios de las ciudades y trasladarlos a otras,
por mar o por tierra. Los violadores de estas normas serán
juzgados y condenados en calidad de colaboradores de los
rebeldes.
3. Se ordena a los propietarios de
cabezas de ganado que las conduzcan a las ciudades o sus
alrededores, donde pueden recibir la protección adecuada.
Llegando con esas órdenes, tan sumamente represivas, a condenar al hambre a toda la población y
llenar de vergüenza a los españoles que siempre habían tenido a Cuba
como una provincia más de ultramar, al igual que Canarias.
Quiero pensar que este trabajo es el primero que se hace a nivel
global y su intención es la de llamar la atención de esos políticos
que viven de espaldas a la realidad tras sus muchos años en el
poder, siendo consciente de que algunos me leen, y de contribuir
aunque sólo sea con un granito de arena al cambio social en una
democracia que no funciona y que está prisionera del capital.
Bibliografía:
'Compañía de Jesús en la España contemporánea III':
Universidad Pontificia de Comillas. Edición de 2008, páginas 911 y
912.
El Montañés, Diario: Artículo de D. Bustamante de fecha 2 de abril
de 2008.
Reiriz Rey, Jesús María:
Hitos de la Cocina Económica de la Coruña. Documento en línea
leído el 25 de junio de 2011
'Reglamento de la Cocina Económica de esta ciudad de Logroño'.
Imprenta y Librería de los hijos de Merino. Edición de 1899.
The Rotarian magazine, volumen XXXIX, de fecha septiembre de
1931. Artículo escrito por Raúl Valera Valera bajo el título 'Los
programas semanales'.
Salmerón Giménez, Javier: 'Caciques murcianos: La construcción de
una legalidad arbitraria, 1891-1910'. Editado por la Universidad
de Murcia en 2000.
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