La
Spanish Revolution o la manifestación de los indignados: Mayo de 2011 |
Trabajo de
Carlos Azcoytia |
Las
recientes manifestaciones o concentraciones de la población que se
han desarrollado en casi toda España, o al menos en todas las
grandes ciudades, en la que un gran sector de todas las edades,
aunque predominaban los jóvenes, mostraban de forma pacífica su
descontento y desaprobación por el desarrollo, viciado de lo que
llaman democracia, ha saltado a todos los medios de comunicación del
mundo no sin cierta sorpresa y en algunos casos mal interpretada,
ante la falta de información real, de una clase política que vive de
espaldas a la realidad, que se descompone de forma insensible y se
pudre ante las necesidades reales de aquellos que, con su voto,
hacen que cada día se retroceda en los derechos de la población
hasta llegar, casi, a un régimen feudal donde los señores se
transmutan en políticos o castas que hacen y deshacen a su antojo
leyes que ni el mismo dictador Franco tuvo el valor de plantearlas.
El telón de fondo es
la crisis económica, que trae consigo el paro, alcanza más del 40%
de los jóvenes y más del 20% de la población activa de otras edades
que, tras terminar las prestaciones de desempleo, se encuentran
abocados a pasar hambre y desarraigo social, algo impensable tan
sólo hace pocos años y con un supuesto partido 'socialista' en el
gobierno que traiciona las más elementales doctrinas en los que se
sustenta. Pero no sólo el paro es motivo de queja: los que trabajan
han visto mermado su poder adquisitivo al rebajar los sueldos en una
franja que oscila en casi un 20%, si sumamos a las rebajas ilegales
de sueldos, las subidas de los impuestos directos e indirectos, lo
que hace que baje el consumo y consecuentemente, como el pescado que
se muerde la cola, tengan que cerrar muchas medianas y pequeñas
empresas, llegando a una espiral que produce aún más desempleados,
sin poder atisbar el fondo del abismo donde se está cayendo.
Para muchos de esos
manifestantes, por no decir todos, se vive en España una 'dictadura
de la democracia' donde los políticos, o muchos de ellos,
están involucrados en casos de corrupción o son copartícipes de ella
al presentarse, sin escrúpulos, a las listas electorales en una 'política
del todo vale' por llegar al poder, con todas las prebendas
que eso conlleva, y donde en la campaña electoral se centran más en
criticar al contrincante que en ofrecer soluciones al más puro
estilo de los reality de televisión, ajenos al drama humano que se
vive en miles de hogares donde ninguno de sus componentes tienen
trabajo.
Jamás en la historia
de España, desde el siglo XVIII, salvo en la Guerra Civil, se
promulgaron tantas prohibiciones y recortes sociales en tan corto
espacio de tiempo: se congelan las pensiones, se les rebaja los
sueldos a los funcionarios en un 7%, subida de impuestos, I.V.A., en
un 2% de media, subida escalonada de los carburantes, gas y de la
electricidad, supresión del llamado 'cheque bebé' y un largo
etcétera, a lo que hay que sumar la marginación de los que fuman,
soy fumador, llegándose a la paradoja de clasificarlos casi como
drogadictos, lo que hace que el estado, con una subida de impuestos
desorbitada, se convierta en 'camello' o
narcotraficante ilegalizando algo que es legal o viceversa; se baja
la velocidad en las autovías del país, muy buenas gracias a la ayuda
europea, consiguiendo el efecto contrario al deseado por los
ministros iluminados, ya que al ir a velocidades inadecuadas se
gasta más gasolina, lo único que se consigue es un mayor nivel
recaudatorio o una nueva forma de robar y empobrecer a un pueblo, ya
muy deteriorado económicamente, con el resultado de una subida
generalizada de la carestía de vida, lo que hace que a la pobreza se
le suma más de lo mismo; el alcohol se suma a los desafueros del
gobierno y se convierte en otra forma de recaudar, ya que existen
controles de alcoholemia a los conductores en donde con dos cervezas
puedes ser sancionado o si se excede un poco más se puede ir a la
cárcel pero en contraposición las leyes penales por un atropello con
resultado de muerte sólo castiguen con seis años de cárcel, que al
final se cumplen dos, al borracho en cuestión, todo un despropósito
vestido de concienciación, porque una democracia real es hacer
responsable a cada ciudadano de sus actos, incluido el despenalizar
las drogas, agravando las penas a aquellos que cometan delitos y no
velando como padrecitos a una sociedad que ya es madura y difícil de
engañar por mucho más tiempo.
Los bancos, con la
anuencia del estado, concedió créditos sin tener en cuenta los
avales y ahora miles de personas que no pueden pagar las hipotecas
se encuentran en la calle teniendo que seguir pagando, de por vida,
algo que ya no les pertenece. Claro está que la clase política, con
las 'donaciones' bancarias, deben cifras astronómicas a la banca,
estando presas y supeditadas al capital, que por cierto tiene
superávit anuales como en los años de mayor esplendor de la
economía, sin que los poderes fácticos intervengan pese a las
recomendaciones y reprimendas de la Comunidad Económica Europea.
Con esta síntesis
del despropósito, gobierne quien gobierne, de nuevo España entra en
otra frase de hambre donde los mismos, pocos, siguen comiendo a dos
carrillos mientras en los comedores populares las largas colas hacen
insufrible el rechinar de las tripas en un aviso de una cólera
social que se sabe como comienza pero no como puede terminar, porque
esos desempleados son los mejor preparados de toda nuestra historia,
con más cultura y con una mayor conciencia social.
Comenzó
pacíficamente la 'Manifestación de los Indignados', que nada
tienen que ver con el 'Mayo francés' o la 'plaza
Tahrir' del Cairo, si ahora piensan cansarlos encerrándolos
en plazas públicas, como a las ovejas en el redil, es posible que
cometan el mayor fallo los torpes de los políticos, porque el hambre
y las necesidades vitales no pueden esperar; o se hace un cambio
político y social o todo puede degenerar en movimientos extremistas
que terminen por llevarnos a la ruina económica y moral como ocurrió
en el pasado.
Comienza un nuevo
capítulo del hambre en España porque tras las elecciones, que sólo
han sido municipales y autonómicas, los herederos del franquismo,
léase la derecha más recalcitrante, ganó de forma aplastante en un
país donde se emperran en crear un bipartidismo que históricamente
sólo trajo la desgracia de todos y donde la palabra 'democracia'
sólo sirve para llenar las bocas de los cerdos, como comenté
anteriormente, y donde 'lo importante no es el país, lo
verdaderamente importante son los partidos' (palabras
textuales que me dijo en una ocasión un concejal de un partido de la
derecha del Ayuntamiento de Sevilla).
Termino este trabajo
dedicado a el hambre en España con una de las consignas de los
Indignados, con los que me identifico: 'No hay pan para
tanto chorizo'.
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