El presente trabajo es continuación de otro matriz, base para comprender mejor la forma de cómo se hacían a finales del siglo XVII los anises, aguardientes y licores, titulado ‘Modo de fabricar aguardientes y licores a finales del siglo XVII’ y que puede leer..
Comprendemos bajo un mismo artículo estos dos licores, el de vainilla y el hecho con rosas que debe de ser una delicia probarlos, siendo estas sus fórmulas.
Aceite de vainillas
La mejor vainilla es la que viene de México; y aunque por el color apenas se la puede distinguir de la del Perú, el olor de la primera es siempre más fino y penetrante.
Escójanse cuatro onzas de vainillas de seis pulgadas de largo, bastante gruesas, pesadas y bien llenas, de buen gusto, y de un olor vivo, penetrante y agradable; córtense en pedacitos, y échense con cuatro azumbres y media de aguardiente refinado en una cucúrbita, la cual se cubre con su cabeza ciega, y se pone al fuego en baño maría en los mismos términos que antes hemos indicado. Manténgase el líquido por espacio de ocho días a los 70 grados de calor; déjesele cinco o seis días mas en la misma vasija, y entretanto clarifíquense y pónganse en punto tostado 21 libras de azúcar. Téngase después el jarabe expuesto al aire libre por espacio de cuatro o cinco días para hacerle perder el gusto de cocido, que absorbería parte del perfume de la vainilla. Mézclense entonces el jarabe, y la tintura de vainillas, añadiendo cinco o seis gotas de esencia de ámbar; agítese fuertemente la mezcla, póngase en vasijas bien tapadas, débesela reposar por espacio de quince días, y al cabo de ellos cuélese y déjesela aclarar; trasiéguese el licor claro, y póngase el sedimento en la manga o colador. Cuando se le quiera dar un hermoso color de oro, basta echarle media onza de cochinilla.
Aceite de rosas.
Este licor se compone con agua destilada de rosas, y espíritu de vino aromatizado con palo de rosa. De éste se toma una libra; se le raspa y se corta en hojas muy delgadas, que se echan en un almirez, y humedeciéndolas con un poco de agua se las machaca hasta reducirlas a polvo grosero: este polvo se echa en una cucúrbita con cuatro azumbres y media de espíritu de vino común, y se pone en infusión al fuego en baño maría, según ya hemos dicho, conservando al líquido por espacio de tres días á los 71 grados de calor. Después se hace la destilación hasta el grado del agua hirviendo; se limpia entonces la cucúrbita, y el producto de esta primera destilación se rectifica en otra que se continúa hasta los 81 grados, después de haberle mezclado dos azumbres de agua hirviendo.
En llegando a aquel punto se muda de recipiente, y se deja correr el licor hasta el grado del agua hirviendo.
Se vuelve a limpiar la cucúrbita, y se procede a una segunda rectificación que se ha de ejecutar en los mismos términos que la primera desde 74 a 79 grados. Por medio de estas rectificaciones se consigue un espíritu de rosa muy agradable, despojado de toda acrimonia, y que adquiere más calidad, mientras más tiempo pasa por él.
Teniendo ya preparado este espíritu, se clarifican y ponen en punto tostado 21 libras de azúcar, y el jarabe se deja expuesto al aire libre mientras se dispone la parte colorante.
Para este efecto se toma azumbre y media de buena agua de rosas, y en ella se echan primeramente dos onzas de cochinilla, y después dos pastillas de tornasol envueltas en un lienzo. Esta mezcla se remueve dos o tres veces cada día hasta que todo el líquido esté impregnado del color encarnado: entonces se le pasa por un tamiz y se le pone á parte; lo que quede sobre el tamiz se echa en la vasija que contiene al espíritu, y se le remueve igualmente hasta que tome color. Conseguido esto, se deslié el jarabe en el azumbre y media de agua colorada, se pasa el espíritu por un tamiz, se disuelve en él una onza de esencia de cidra, y siete a ocho gotas de la de ámbar, se mezclan por último los dos líquidos, se remueve fuertemente la mezcla, se pone en botellas grandes, se la deja reposar ocho días, y se aclara por el método ordinario.
Un estado donde los sindicatos forman parte de un consejo de administración de un banco o están incursos en delitos de corrupción hay que desmontarlo, por el bien de la democracia
Continuará…