El presente trabajo es continuación de otro matriz, base para comprender mejor la forma de cómo se hacían a finales del siglo XVII los anises, aguardientes y licores, titulado ‘Modo de fabricar aguardientes y licores a finales del siglo XVII’ y que puede leer..
Comprendemos bajo un mismo artículo estos dos licores, porque además de que el anís y el hinojo tienen grande semejanza entre sí, es uno mismo el método que se sigue para formarlos.
Como las virtudes de aquellas simientes dependen únicamente de su aceite esencial, y de sus partes resinosas, para sus infusiones y destilaciones, se debe usar con preferencia el espíritu de vino. Tómense, pues, cuatro libras de anís, macháquense en un mortero hasta reducirlas a una pasta; échese ésta con cuatro azumbres y media de espíritu de vino común en una cucúrbita que se cubre con cabeza ciega y se pone al fuego en baño maría con todas las precauciones indicadas en las otras infusiones; manténgase a la lumbre por espacio de tres días a los 71 grados del termómetro, teniendo cuidado de remover el líquido cuantas veces se enfríe; después ajústese a la cucúrbita la cabeza de destilar, y ejecútese esta operación hasta el grado de calor del agua hirviendo.
En estando como a la mitad de la destilación, se echa en la cucúrbita por el túbulo una azumbre, o una y media de agua caliente, y se continúa hasta que comienza a salir blanco el licor.
Por otra parte, se hacen clarificar 21 libras de azúcar, y en saliendo blanca su espumarse cuece el jarabe hasta ponerlo en punto de caramelo, o algo mas, y se le echan dos pequeñas cucharaditas de espíritu ácido de limón: se remueve con la espumadera el jarabe, y luego que esté enteramente frió, y no se le note el gusto de cocido, se mezcla con el espíritu de anís, en el cual se habrán disuelto anteriormente siete u ocho gotas de esencia de ámbar. Se agita fuertemente la mezcla, se la pone en botellas grandes, y se la deja reposar cuatro o cinco días; después se la filtra por la manga con claras de huevo, se la deja sentar y aclararse; se trasiega el licor claro, y se pone el sedimento en la manga.
Cuando se quiera teñir de encarnado este licor, se envuelven en un lienzo dos pastillas de tornasol, y se ponen en una azumbre de agua con dos onzas de cochinilla; esta mezcla se hace hervir hasta que se reduzca a la mitad, y después se pasa por un tamiz: lo que quede sobre éste se pone de nuevo en otra azumbre de agua, se le hace también hervir hasta que se reduzca a la mitad, y se vuelve a pasar por el tamiz. Esta tintura se echa en el jarabe, que no se habrá desleído sino a proporción del líquido colorante que se le haya de mezclar.
Continuará…