Nota aclaratoria: Este artículo fue publicado el sábado 6 de septiembre de 1997 en el programa de radio CAMPAMENTO LITORAL, emitido por Radio Universidad, ciclo en el que la escritora colaboraba con un micro semanal.
Sin querer queriendo, mis visitas a los libros me han llevado por las viejas historias de los orígenes de muchas de las cosas que hoy ponemos sobre la mesa, sin pensar demasiado en ellas mientras lo hacemos. Hablé de los remotos orígenes de la cuchara, del tenedor, del mantel (*), de la servilleta, de los modales que se consideran correctos en un lado y no tanto en otros, pero hasta ahora no hemos puesto ningún comestible sobre esta mesa, esta mesa hecha de aire e historias.
¿Qué les parece si empezamos por algo muy nuestro, como el dulce de leche?
No muchos saben que en el mes junio el dulce de leche festejó su cumpleaños número 168.
Así es. La señora Pelusa Molina toma esta historia, mezcla de tradición y leyenda de Emmy de Molina y a ellas recurro para contárselas a ustedes.
Según la investigadora Emmy de Molina, rastreando los antecedentes de nuestro dulce nacional, éste nació del encuentro entre Rosas y Lavalle, en la localidad de Cañuelas, en junio de 1889.
Juan Manuel de Rosas y Juan Galo Lavalle dispusieron encontrarse para tratar de llegar a un acuerdo en pos de la organización nacional.
El triunfador de Bacacay llega extenuado al campamento de Rosas, en momentos en que éste estaba de recorrida. Se tira en el camastro a esperarlo, pero el cansancio lo vence y Lavalle queda dormido.
La fiel mulata que cuida con afecto al Restaurador ha empezado a preparar el mate de leche que acostumbra a tomar Rosas. Ha puesto sobre el fuego la leche, le agregó azúcar y marcha a buscar el mate y la yerba.
Cuando Rosas entra, se encuentra con Lavalle dormido en su camastro. Y es éste uno de los momentos conmovedores que han pasado a la historia: cuando la mulata ve que Lavalle ocupa el catre de su patrón, trata de llamar a los soldados. Rosas la detiene con un gesto y le dice: _ “Déjalo dormir, que es un valiente.” Y lo tapa con su poncho.
Pero mientras todo esto ocurría, la leche en el fuego se había espesado. Cuando la cebadora trata de rescatarla, una crema amarronada y espesa inauguraba el histórico momento: había nacido el dulce de leche. Dicen que Rosas se dio tiempo para probarlo. Y le habrá sucedido lo que a todos: probarlo es adoptarlo.
El dulce de leche se ha extendido a otros países de América. Pero no tiene ni el mismo sabor, no siempre el color es igual y también cambia de nombre.
En Punta del Este se fabrica un dulce de leche muy rico y muy semejante al nuestro. En Chile recibe el nombre de manjar y en Perú, el más parecido a nuestra autóctona golosina es el manjar blanco y es un dulce de ese color. Pero como el nuestro, ninguno, y si es santafesino, ¡mejor!
(*) Estos artículos se han perdido, por esa razón no pudieron ser incorporados
El encuentro de Rosas con Lavalle fue en 1829, Rosas murió en Southampton, en 1877. Es decir que el dulce de leche tiene 184 años.