Al iniciar la colonia y la distribución de tierras, los españoles tomaron en cuenta diferentes aspectos para la creación y desarrollo de una ciudad: la topografía, la cercanía a la iglesia, la vecindad a la Plaza Mayor, la distancia a las fuentes de agua y la discriminación social. La ubicación de la Plaza y su iglesia, era determinante para la colonización y la organización de la ciudad.
En la ciudad de Santafé se construyó una precaria iglesia y lentamente se fueron levantando las primeras casas alrededor de ésta, llamada la “Catedral”, de esta manera fueron tomando posesión las diferentes instituciones españolas, empezando por la Real Audiencia en la esquina suroccidental y la Casa de Moneda.
Así se fue formando el feligresado de La Catedral rodeado de las casas de familias prestantes de la época, hasta el 10 de noviembre de 1774 cuando el virrey del Nuevo Reino de Granada Don Manuel de Guirrior, en cumplimiento de órdenes contenidas en Real Cédula del rey Carlos III, dio una instrucción para el gobierno de los alcaldes de barrios de la ciudad según la cual dividió a Santafé en cuatro partes o cuarteles y a ésta en ocho barrios, siendo el primero el Barrio de La Catedral, comprendido entre los siguientes límites: “desde la esquina de la Catedral en la actual calle 11, vía recta por la calle de la carrera (7ª) hasta terminar en el puente del río san Agustín (cruce de la 7ª con la 7ª ), su curso arriba hasta salir por el pie del cerro y bajar por la calle de la Moneda (actual calle 11) a su origen.”
Componían este barrio: “veinte manzanas, limitadas por cuarenta y siete cuadras, de las cuales cuatro sobre la ronda del río san Agustín, dos en las plazas Mayor y la de Egipto y una al sur de ésta, no tenían nombres particulares.”
Los otros barrios eran: El Palacio, el Príncipe, el San Jorge, el de Las Nieves Oriental y Occidental, el de San Victorino y el de Santa Bárbara, “con el tiempo y el olvido los barrios de La Catedral y el Príncipe terminaron llamándose el barrio de La Candelaria” nos relata Ernesto Cortés.
Durante la colonia y la República, la Plaza Mayor y la Catedral fueron el centro para el desarrollo de diferentes actividades civiles y religiosas.