Historia de la alimentación en la conquista de Melilla

Carlos AzcoytiaSiempre tuve una afinidad a distancia con la ciudad de Melilla por ser donde mi madre vivió en su niñez, pero fue este año cuando la conocí, al ser invitado a dar una conferencia en el Real Club Marítimo de la ciudad, y donde de alguna forma tenía pendiente con ella un estudio gastronómico que, casi por casualidad, hoy ofrezco.

Aconsejo previamente leer la reseña que le hace por ejemplo Wikipedia para saber de su historia, porque es muy interesante, al ser construida y vuelta a demoler varias veces, siendo esta, la que voy a contar, la de su última reconstrucción y conquista para la corona española, gracias al tesón de los Reyes Católicos y del duque de Medinasidonia, de cuyos archivos saqué la información, de esto hace ya muchos años, y que ahora afloró entre los muchos papeles que poseo.

Esta información es una copia de dicho archivo, fechada el 13 de abril de 1498, y dictada por los Reyes Católicos, siendo un asiento hecho con la Real Hacienda por Juan Alonso de Guzmán, duque de Medinasidonia, del que tengo varios trabajos hechos, incluso un libro editado por la Junta de Andalucía en el año 2008, con prólogo del entonces Consejero de Agricultura y Pesca, Martín Soler Márquez, y dedicado a los salazones y ahumados en Andalucía.

A grosso modo indicar que la toma de sus ruinas se hizo con sigilo de noche, en el mes de septiembre de 1496(1), cuando los habitantes que vivían cerca dormían, llevando en los barcos, desde la península, tablones de madera y cal, de modo que al amanecer los habitantes de la zona se sorprendieron al ver casi una fortificación.

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Foto del autor tomada de un panel explicativo de la fortaleza de Melilla

La historia la cuentan así: “Partido Pedro Estopiñan de Sanlucar de Barrameda con todo lo que dicho es, plugo a nuestro Señor de le dar buen tiempo con que llegaron a Melilla, y detuvieronse en la mar por no entrar de día, porque los moros alárabes, juntándose no les impidiesen la salida. Y desembarcaron de noche, lo primero que hicieron fue, sacar a tierra un enmaderamiento de vigas, en que se encajaba gran tablazón gruesa y muy fuerte que llevaban hecho; y trabajaron toda aquella noche en lo asentar y poner en derredor de la muralla, de tal manera que cuando otro día amaneció, los moros que andaban por los campos, que habían visto el día antes a Melilla asolada, y la vieron amanecer con muros, y sonar atambores y disparar artillería, no tuvieron pensamiento que anduviesen en ella cristianos, sino demonios; y así cogieron tanto temor del súbito lado, que huyeron de aquella comarca, yendo a contar a los pueblos lo que habían visto”.

Los invasores cristianos estaban compuestos por cinco mil hombres de a pie y “alguna gente a caballo”, estando compuestos sus únicos alimentos, hasta la llegada de refuerzos, de harina, vino, tocinos y aceite.

Una vez consolidada la posición, que por cierto rechazó vario embates de los árabes, los Reyes Católicos, dentro de la celeridad que entonces se le imprimían a las cosas, dictaron las leyes pertinentes para abastecer la ciudad, que permanecía sitiada menos por mar y que llegó a nuestros días gracias a la obra siguiente, sirviendo estos datos que se dan a continuación como bibliografía:

Asiento hecho con la real hacienda por D. Juan Alonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia, sobre la tenencia y guarda de la ciudad de Melilla, en África, su fecha en Alcalá de Henares a 13 de abril de 1498, el cual empieza a correr desde el 1º de mayo de dicho año, y ha de subsistir por el tiempo de la voluntad de S. M.

Original en el Archivo del Excmo. Sr. Duque de Medinasidonia

Crónica de los excelentes señores duques de Medina Sidonia, condes de Niebla, marqueses de Cazaza en África, señores de la noble villa de Sanlucar de Barrameda, etc., donde se contienen los hechos notables que en su tiempo hicieron.

Dirigida a la Ilma. y muy valerosa señora doña Leonor Manrique, condesa de Niebla, madre del muy excelente señor don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, cuarto de este nombre, duque de Medina, etc.

Por el Maestro Pedro de Medina, su antiguo criado y fiel servidor.

Año 1561

Libro IX, capítulos II, III y IV.

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Foto del autor del presente trabajo

En las siguientes capitulaciones se recogen los alimentos que deberían pasarse a la población militar de la plaza, así como la contribución de los distintos estamentos para tal fin, haciendo al final de este trabajo una tabla de equivalencia para su mejor comprensión.

En primer lugar trata sobre el trigo a entregar a las tropas de defensa, que era de 3.810 fanegas de trigo por año, o su equivalente de 10 celemines al mes, suministrada en su tercia por el arzobispo de Sevilla y el obispo de Cádiz, para una guarnición de 300 ballesteros, 40 espingarderos, 40 oficiales y un fundidor; siendo esa cantidad de pan resultante independiente del sueldo que cobraban.

Aparte se le daba al duque 120 anegas de trigo por llevar y poner en Melilla dicho grano, más 150 anegas para reparar las menguas que podía tener.

Mandan liberar al dicho duque por la llevar y acarrear 329 cahiches y 8 anegas que “monta todo el dicho trigo sin las dichas 120 fanegas de él, según desde los lugares donde fuere liberado, que ha de ser en Sevilla, Alcalá del Río, Copero, Alcalá de Guadaira, la Rinconada, el Atalaya, algunos lugares del condado de Niebla, Jerez, Lebrija, Utrera y otros lugares de la comarca, hasta la carga de los navíos, y por el flete de dicho pan y costas que en ello se han de hacer hasta descargarlo y llevarlo a la ciudad de Melilla 91.780 maravedís en esta guisa:

Para acarrear el dicho pan, así por tierra como por mar, 30.457 maravedís por cada uno de los dichos 329 cahiches y 8 cargas y para las otras costas que en ello se hicieren en cualquier manera hasta ponerlo en las naos.

Para sacos de esteras y averías 7.911 maravedís.

Por el flete y costos del dicho pan hasta la descarga y ponerlo en dicha ciudad 53.421 maravedís, a razón de 165 maravedís cada cahiz”.

Curiosa resulta la siguiente aclaración: “Que son cumplidos los dichos 91.780 maravedís. Y si el obispo de Badajoz dijere que este precio susodicho es demasiado, que lo que al dicho obispo dijere que se debe bajar, así del flete como del acarreto, aquello se baje”.

Por otra parte de comprometían los Reyes Católicos a pasarle una pensión, por cada año que mantuviera la ciudad en su poder, de 300.000 maravedís, “así por la alcaldía y capitanía de ella como de oficio de justicia de ella, que son a su cargo”.

Haciendo una recopilación de todo lo que le entregaba el estado de la siguiente forma: “Monta lo que el duque ha de haber de ordinario para las cosas susodichas y declaradas con la dicha tenencia, según dicho es, 2.949.000 maravedís en dineros, y 4.082 anegas de trigo, los cuales dichos maravedís y trigo los nuestros controladores mayores han de librar al dicho duque en principio de cada año los maravedís en cualquier rentas nuestras de las ciudades de Sevilla, Jerez y sus comarcas, y el dicho pan en las tercias de las dichas tercias de las ciudades de Sevilla y Jerez y otros lugares de suso nombrados, como de suso se contiene; y los dichos maravedís se le libren en rentas de por tercios de cada año”.

Tras describir los gasto a cubrir por las distintas obras y mantenimiento de la ciudad y la fortaleza, carga al duque sus responsabilidades con respecto al mantenimiento de los excedentes de tropa de la siguiente forma: “Otro sí, que está al cargo del dicho duque de hacer llevar el trigo y cebada que fuere menester para el mantenimiento de los 200 escuderos y 50 caballos y para espingarderos y artilleros de nuestra guarda y artillería, que han de estar en la guarda de la dicha ciudad; y de dar este mantenimiento a las tales personas a los precios que costare en la tierra de Andalucía donde se comprare, comprándolo ante escribano, y cargando sobre el tal precio que costare el flete y lieva del dicho pan.

Otro sí, que en los otros bastimentos de carne, pescado, vino y otras provisiones y cosas necesarias para toda la gente de la guarda de la dicha ciudad, que el dicho duque ha de buscar persona que se encargue de ello, por manera que sea abastecida la dicha ciudad de todo lo necesario, dando tal orden, que se venda a razonables precios a la dicha gente”.

Ahora viene, para terminar, la parte más importante, porque de ahí sacaremos la conclusión final de lo que comían las tropas españolas en Melilla, ya que corrió a cargo del estado el mantenimiento por los seis primeros meses de ocupación, así como la persona encargada de ejecutar dichas ordenes y quienes tenían derecho a participar de los abastos y donde, por el escrito, sabemos que las tropas la componían un total de setecientas personas y cincuenta caballos, a los cuales se les suministró, para estos seis primeros meses, tres mil quinientas hanegas de cebada, tres mil arrobas de vino, quinientas de vinagre, doscientas de aceite, doscientas de pescado cecial, doscientas de sal, “y garbanzos y lentejas, y habas y higos, y pasas, y almendras, y miel y otras cosas de abastecimiento necesarias, las cuales ha de mandar comprar el duque a su voluntad, y ha de mandar poner recaudo en ello el obispo de Badajoz a la persona que el dejare en su lugar en Andalucía con Ximon de Briviesca. Y los maravedís que para estas cosas susodichas fueren menester, nos los mandaremos proveer. Los cuales bastimentos en este capítulo contenidos han de ser estantes para las necesidades que hubiere, y se han de entregar por ante los dichos oficiales a la persona que el duque nombrare”.

Hace la salvedad de que aquellos obreros encargados de la reconstrucción de la fortaleza que no fueran enviados por el duque no le sería aplicable lo legislado en cuanto al sueldo y mantenimiento estipulado.

Creo haber rescatado un importante trozo de la historia de España, principio de lo que fue esta ciudad española del norte de África y que lleva fecha: Alcalá de Henares, a trece días del mes de abril, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y cuatrocientos y noventa y ocho años.

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El autor de este trabajo y como fondo el escrudo de Carlos V en la fortaleza

(1) Resulta curiosa la fecha, no es en el año que dice sino al siguiente cuando se conquista la ciudad pero en la trascripción de los ficheros de los duques de Medinasidonia dicen textualmente lo que pone a continuación, apareciendo en el libro ‘Colección de documentos inéditos para la historia de España’, escrito por los marqueses de Pidal y de Miraflores y Miguel Salva, individuos de la Academia de la Historia. Editado en Madrid en 1861. Esta edición recoge la trascripción de Pedro de Medina hecha en el siglo XVI, a modo de crónicas, y hoy posiblemente desaparecido el original por su desastrosa conservación, siendo esta trascripción, la del original, de Martín Fernández Navarrete en 1819.

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Existe una copia, con algunas correcciones en la Biblioteca Nacional.

Abundando en el tema diré que dicha trascripción del libro, en el original, lleva por título: ‘Crónica de los muy excelentes señores duques de Medina Sidonia, condes de Niebla, marqueses de Cazaza en África, señores de la noble villa de Sanlucar de Barrameda, etc., donde se contienen los hechos notables que en sus tiempos hicieron. Dirigida a la Ilma. y muy valerosa señora Doña Leonor Manrique, condesa de Niebla, madre del muy excelente señor Don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, cuarto de este nombre, duque de Medina, etc. Siendo el autor, como ya te comenté, el Maestro Pedro de Medina, estando fechado el documento en 1561.

Equivalencias de los pesos y medidas descritos en este trabajo:

Hanega = fanega = 12 celemines o su equivalencia en volumen actual de 55,5 litros (dependiendo del lugar de España, siendo esta una media).

Arroba, equivalente a 11,502 kilos, en Aragón era de 12,5 Kilos.

Cahíz = a 12 fanegas o el equivalente a 666 litros.

Celemín = 4 cuartillos o 4,625 litros.

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