Hace un tiempo me encontraba en una visita a un pueblo p’urhépecha y se estaba tratando el tema de las plantas medicinales con unas señoras del poblado ubicado en la meseta. Justo cuando estábamos escuchando su charla sobre medicina tradicional, pasaron dos muchachitos y llevaban un manojo grande de planta de nurite. Las señoras les preguntaron que qué hacían con éste y ellos respondieron que lo llevaban para la celebración de una boda, porque también lo usan como adorno. Lo que me llamó la atención fue que les reclamaron que se estaban llevando el nurite y ellos no eran vecinos del lugar. [1]
Las comunidades indígenas p’urhépechas, a pesar de las crisis económicas que afectan a México, han podido subsistir aprovechando el fuerte vínculo con la naturaleza. Una manera de apoyar su dieta y sus recursos medicinales ha sido el empleo del nurite.
Antes de pasar a hacer un breve comentario sobre el problema que enfrenta el nurite por la deforestación de los bosques michoacanos, me gustaría incluir esta definición que viene en el Diccionario de mejicanismos:
Nurite (voz tarasca/Calamintha macrostema) m. Planta de la familia de las Labiadas, llamada también poleo, té de monte o té de Michoacán, una especie de orozús. “El nombre de esta yerba es nurite y según ellos, en Castilla se llama ténurite (té nurite).” (Anales de Antropología, p. 218) [2]
El té nurite, cuyo nombre botánico es Satureja macrostema, es una planta que crece en bosques de regiones de clima templado húmedo, siendo una planta semileñosa, de unos 70 a 170 cm de altura, con hojas en forma de lanza de 2.5 a 3 cm de largo. Tiene un aroma semejante al de la menta, cuando se estruja. Sus flores son de color anaranjado y miden 2.5 cm de largo con estambres salientes. Es una planta que crece todo el año y florece de noviembre a enero en la región P’urhépecha. [4]
Cuando trabajaba en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán todos los días tomaba té de nurite y de veras que me hacía sentir muy relajada y ayudaba a mi digestión. Así, el té nurite se vincula con cuestiones de medicina tradicional, pero también con celebraciones y vínculos familiares. Incluso sirve para la gente que ha bebido demasiado y con éste se alivia de las molestias provocadas por el licor, por lo que se le llama “hierba del borracho”. También se le atribuyen propiedades afrodisiacas y de fertilidad y entonces también se le conoce como “garañona”, nos dice Rafael Salgado Garciglia.
El tomar té nurite en las comunidades p’urhépechas se asocia con la tradición y cultura, ya que se prepara como bebida en grandes celebraciones y reuniones familiares… “El evento reúne a la familia y amigos para convivir al son de una Pirekua [canciones], disfrutando de un rico té nurite, atole, pan, tamales, lo que convierte a este evento en toda una Fiesta P’urhépecha”. En la actualidad, esta planta también es importante en la dieta P’urhépecha ya que en los pueblos de la meseta p’urhépecha podemos saborear el chiliatole, un atole de maíz con té nurite y picante (thojker kamata). Las investigaciones en los últimos años han demostrado que el té nurite contiene compuestos antioxidantes y antimicrobianos, que son de gran importancia por los beneficios que proporcionan a la salud humana y que avalan el uso tradicional de esta planta. [5]
Para concluir este escrito es preciso recordar que desde la época colonial ya los españoles y criollos novohispanos apreciaban el atole en sus diversas variedades, entre ellas el atole de nurite. En la Crónica de la Provincia de los Santos Apóstoles S. Pedro y S. Pablo de Michoacán es en donde fray Pablo de la Purísima Concepción Beaumont hace referencia a los diversos tipos de atole en la región p’urhépecha michoacana:
Es muy medicinal esta bebida, porque mueve la orina, tomada en ayunas, y ablanda el vientre. Deshaciendo esta misma levadura en agua fría, forma una bebida que refresca notablemente el cuerpo desmayado con el mucho calor o muy cansado y encendido de resulta de algún ejercicio violento. Hay otras diferencias de atole, que por menos principales omito, y éstas que he referido bastan para que se venga en conocimiento del recurso grande que tenían nuestros indios para alimentarse y de paso aliviar los quebrantos de su salud. [6]
Entre otras cosas, la producción aguacatera es lo que ha provocado la desforestación en Michoacán y según las señoras que nos dieron la charla esto está ocasionando que el nurite decrezca en su producción. Afortunadamente el tomar conciencia de esto es lo que evitará que el nurite salga perjudicado y podremos seguir tomando el té nurite o el atole de nurite tan sabroso y cuya receta la pueden consultar en esta revista (http://www.historiacocina.com/historia/articulos/atole.htm).
[1] Las señoras me pidieron no decir el nombre del poblado para evitar mal entendidos entre ellos.
[2] Francisco J. Santamaría, Diccionario de Mejicanismos, México, Editorial Porrúa, 1992, quinta edición (1ª edición, septiembre de 1959).
Carl Lumholtz nació en Noruega en 1851. Estudió botánica, geografía, zoología y antropología. Viajó por diversos continentes, lo que le permitió realizar algunos estudios etnográficos y tomar fotografías de esos lugares. En su país fue miembro de la Academia de Ciencias y de la Sociedad Antropológica. Murió en su ciudad natal en 1921.
Su trabajo se caracterizó por el estudio de la naturaleza y las formas de vida de grupos humanos de los lugares que visitaba. Su convivencia con nativos de Australia lo motivó a la investigación en otras partes del mundo.
Así, con el apoyo del Museo Americano de Historia Natural, la Sociedad Geográfica Americana y algunas personas, realizó una expedición a México que duró de 1890 a 1898. En esos 8 años recogió un extenso material etnográfico sobre los tarahumaras, tepehuanos del norte y sur, coras y huicholes, en el norte del país, y de los nahuas de Jalisco y el Estado de México, en el occidente; finalmente, convivió con los purépechas del estado de Michoacán.
El Dr. Carl Lumholtz también hizo registros de expediciones arqueológicas, de visitas a poblados, del paisaje, la flora y la fauna de los estados de Sonora, Chihuahua, Durango y Nayarit.
Fue tal su interés por los pueblos indígenas mexicanos, que regresó a visitarlos en varias ocasiones. Su última expedición a México fue en 1909, cuando convivió con yaquis, seris y pápagos. Puede decirse que en nuestro país obtuvo la mayor experiencia antropológica y etnográfica de todos los viajes que realizó en los diferentes continentes.
Hoy podemos apreciar en estas imágenes captadas por Lumholtz, aspectos de la vida cotidiana de los indios de fines del siglo pasado. Su fotografía es un testimonio que nos brinda la oportunidad de acercarnos a la cosmovisión de esas culturas.
Parte de su obra fotográfica y escritos fueron rescatados por el entonces Instituto Nacional Indigenista y publicados en los libros El México desconocido, Los indios del noroeste y El arte decorativo y simbólico de los huicholes.
http://www.cdi.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=787:fotografia-carl-lumholtz-un-explorador-del-siglo-xix&catid=20:galerias-fotograficas&Itemid=22 (Consultado el 5 de agosto de 2015).
[3] http://nurite.com.mx/img/demopage/FlorNurite.jpg (Consultado el 22 de julio de 2015).
[4] Rafael Salgado Garciglia, “Nurhíteni té, tradición y cultura p’urhépecha”,
http://nurite.com.mx/ (consultado el 5 de agosto de 2015).
[5] Rafael Salgado Garciglia, “Nurhíteni té, tradición y cultura p’urhépecha”,
http://nurite.com.mx/ (consultado el 5 de agosto de 2015)
[6] Crónicas de Michoacán, selección, introducción y notas de Federico Gómez de Orozco, México, UNAM. 1940, pp. 188-189.