El presente trabajo es continuación de otro matriz, base para comprender mejor la forma de cómo se hacían a finales del siglo XVII los anises, aguardientes y licores, titulado ‘Modo de fabricar aguardientes y licores a finales del siglo XVII’ y que puede leer..
Comprendemos bajo un trabajo estos tres licores, el famoso francés ‘Parfait amour’ y las aguas de azahar y de rosas, distintas a los aceites.
Perfecto amor
Este licor no se diferencia del agua de cidra, sino en el color encarnado que se le da por medio de la cochinilla. Así cuando se quiera componer el perfecto amor, redúzcanse dos onzas de cochinilla a polvo grosero, y échense en el espíritu aromático de la cidra; déjesela en infusión siete u ocho días; remuévase dos o tres veces al día; después que haya reposado algún tiempo, trasiéguese por inclinación; y sobre el sedimento de la cochinilla échense tres cuartillos de agua de toronjil , y uno de agua de azahar. Al cabo de dos o tres días se mezcla esta tintura con la primera, y el todo con el jarabe, agregándole la misma cantidad de zumo de limón que para el agua de cidra.
Agua de azahar.
Se toman doce libras de azahar, y se separan los cálices y pistilos: las hojas o pétalos se ponen en una cucúrbita con cuatro azumbres de agua de fuente, dejando vacía la tercera parte de la cucúrbita; se pone ésta al fuego, y se hace la destilación, cuidando de que salga sin interrupción un chorro bien delgado. En teniendo dos azumbres de agua destilada, se muda de recipiente: se echan en la cucúrbita dos azumbres de agua caliente por el túbulo; se remueve el líquido con una varita, y se continúa la destilación hasta, sacar otra azumbre y media.
Se guardan con separación estas dos especies de agua de azahar: la primera, sobre la cual flota el aceite esencial, en una vasija de barro que tenga en el fondo una canilla de estaño, para no hacer uso de ella hasta seis meses después de su destilación; y la segunda en una vasija de vidrio, para no emplearla hasta volverla a destilar sobre, nuevas flores..
Agua de rosas
Algunos fabricantes hacen destilar rosas en baño maría, porque la sustancia mucilaginosa que contienen se pega al fondo de la cucúrbita, y se requema cuando se las destila a fuego desnudo; pero habiendo notado que el principio aromático se eleva con más facilidad con el agua cuando nos valemos de este segundo método, lo creemos preferible al primero siempre que se observen los preceptos siguientes.
Escójanse 22 libras de rosas frescas, y cogidas por la mañana, de color vivo, y muy olorosas; quítenselas los cálices, y échense las hojas en un mortero de piedra; redúzcaselas a una pasta, y póngase ésta en una vasija de barro no barnizada. Disuélvase después una libra de sal común en dos azumbres y media de agua; deslíase aquella pasta con esta agua salada, y déjesela en digestión hasta que el líquido llegue a adquirir un grado de calor superior a el de la atmósfera.
Entonces se pone en un lienzo basto; se le exprime fuertemente en una prensa, y el líquido que resulta se echa en una cucúrbita. La casca se deslié de nuevo en dos azumbres y media de agua tibia, y se procura mantenerla por espacio de cuatro o cinco horas en el mismo grado de calor.
Después se la deja enfriar, se exprime como antes, y se mezcla esta segunda tintura con la primera. Se arrima entonces al fuego la cucúrbita, se la cubre con su cabeza, el conducto de ésta se adapta al serpentín, y se ejecuta la destilación hasta sacar dos azumbres de líquido. El que continúe saliendo se recoge en otro recipiente, y se pone a parte para destilarlo de nuevo.
Hecho esto, se disuelven en la mitad de medio cuartillo de espíritu de vino rectificado, cuatro gotas de aceite esencial de cidra, y cuatro o cinco gotas de esencia de ámbar, y esto se vierte en la vasija que contiene el primer producto de la destilación. Se agita fuertemente, y así se forma una excelente agua de rosas, de la cual no se hará uso hasta seis meses después.
Continuará…