Con cariño para Sofía, Susana y Silvia
Visitar la ciudad de San Francisco, California, es garantía de disfrutar de un paseo agradable. Esta ciudad y sus alrededores tienen un encanto especial. Por ejemplo, las casas de estilo decimonónico victoriano identificadas como las Painted Ladies frente al Alamo Park o el malecón número 39, mejor conocido como el Pier 39 en donde hay un acuario muy interesante. En el Alamo Park, además de inmensos árboles y bellos juegos infantiles, hay fotografías del incendio luego del terremoto de abril de 1906 en San Francisco. Otro parque fascinante en el que se encuentran museos, jardines como el Conservatory of Flowers, el Japanese Tea Garden y el Jardín Botánico de San Francisco, y un lago, es el Golden Gate Park.
Asimismo, se pueden visitar las ricas dulcerías y chocolaterías como la que se encuentra en la Ghirardelli Square cerca del embarcadero, en el área portuaria del norte de la ciudad, conocido como el Fhiserman’s Wharf. Ghirardelli es una chocolatería muy famosa por lo bonita, cuenta con la exhibición de la fábrica de chocolates que fundó un italiano a principios del siglo pasado. Allí se puede uno deleitar con diversos helados, chocolate en barra, chocolate caliente. Gracias a los consejos de Mayra Tellez, una historiadora amiga que trabajó hace tiempo en el Consulado de México en San Francisco, es que fuimos a disfrutar de los ricos chocolates de Ghirardelli. Por cierto, hablando de postres, en el barrio hippie, en Haigth-Ashbury, se disfrutan los preparados de yogur griego en una sucursal de la cadena de heladerías Ben & Jerry’s, en cuyo cartel que lo anuncia se lee Peace, Love & Ice Cream.
Igual habría que citar la antigua cárcel en la isla de Alcatraz en donde estuvo preso Al Scarface Capone no por sus fechorías como gánster en la época de la ley seca, sino por no haber pagado los impuestos de manera adecuada para el fisco estadounidense. Otro atractivo es el Golden Gate Bridge, un puente de hierro y concreto hecho en la década de 1930 al que seguramente veía este famoso delincuente desde su celda en Alcatraz. Y no se deben dejar de mencionar los bellos museos como el San Francisco Museum of Modern Art o el Asian Art Museum entre otros que resultan muy atractivos para uno como visitante. Valdría mencionar que al transportarse en la ciudad por medio de los tranvías, se antoja escuchar la voz de Frank Sinatra con su “I left my heart in San Francisco, high on a hill it calls to me. To be where the little cable cars climb halfway to the stars…”
La neblina de mediados de año resulta muy peculiar puesto que le brinda un toque de ensueño y elegancia a los diversos barrios de San Francisco como, por ejemplo, el ruso. Aparte habría que recordar que al norte se hallan los valles de Napa famosos por sus viñedos, y que también, al lado este de la Bahía de San Francisco se encuentra la Universidad de California, Berkeley famosa por sus investigadores como Sherburne F. Cook y Woodrow Borah que hicieron los cálculos para estimar la baja poblacional indígena de México Central luego del dominio español en el siglo XVI [1], o por personajes como los antropólogos Alfred L. Kroeber y Thomas Talbot Waterman que fueron quienes rescataron de su injusto cautiverio a Ishi en agosto de 1911, miembro de la comunidad Yahi o Mill Creeks del grupo indígena Yana, y lo llevaron a habitar al recién fundado Museo de Antropología de la Universidad de California, Berkeley, que entonces se hallaba en la Ciudad de San Francisco y luego, en 1931, dicho museo fue trasladado al actual campus de la universidad. [2]
Algo más que habría que recordar es que la llamada California Gold Rush, es decir, la fiebre de oro de California, que comenzó en 1849, hizo que aumentara la población y eso propició el intercambio comercial con puertos como el de Valparaíso, Chile, del cual los comerciantes enviaban víveres, en particular, vinos y cereales, para los habitantes de San Francisco y sus alrededores. Esto afectó las tierras del pueblo originario mapuche porque empezaron a arrebatárselas para poder realizar los cultivos y crianza de animales en el sur chileno y así surtir a los barcos de los productos alimenticios para sus clientes de San Francisco. Es decir, en el siglo XIX la ciudad portuaria estadounidense de San Francisco, California, y Valparaíso, Chile, desarrollaron una importante relación comercial, por lo que se tiene noticia de que:
En enero de 1850 salieron de sus muelles 50.000 quintales de harina y en febrero del mismo año en un solo día zarparon 48 naves repletas de harina, vino, cueros, sebo para velas y pasajeros. La industria nacional se activó en tal forma, que de haber seguido esa tendencia hoy Chile sería una potencia mundial. Cuando llegaron los chilenos a California, San Francisco era una caleta de 420 habitantes, seis meses después contaba con 6.000 y un año más tarde llegaba a los 30.000 residentes. [3]
Hacia el año 1851, barcos de guerra chilenos escoltaban regularmente toda la ruta comercial hasta San Francisco. […] Este desarrollo económico también había sido estimulado por la expansión de la minería de la plata y el cobre en Chile, como asimismo por los mercados de corto plazo para el trigo y la harina que emergieron como consecuencia de las fiebres de oro en California y Australia, donde se desarrolló una demanda para las exportaciones chilenas de alimentos.[4]
Con razón novelistas como la chilena Isabel Allende hacen referencia a estos lugares y su gente en sus obras con temas decimonónicos. Qué hubieran pensado los misioneros franciscanos fray Junípero Serra y fray Francisco Palou de que esa pequeña aldea se convertiría en una grande y hermosa ciudad portuaria. Recuérdese que en los meses de septiembre y octubre de 1776 los españoles construyeron un fuerte en lo que ahora se conoce como Golden Gate y los franciscanos establecieron en esa bahía una más de sus misiones de la Alta California dedicada a San Francisco de Asís y que posteriormente fue nombrada Dolores.[5]
Francis Drake que anduvo merodeando por la parte costera norte de California, en la hoy llamada Drake’s Bay, es decir, la Bahía Drake, la había bautizado inicialmente como la Nueva Albión en 1579. Un lugar bello y próspero en donde originalmente habitaban los indígenas Miwok que acostumbraban comer pan de bellotas, hacían cestos y cuyas mujeres recogían en la costa mariscos como los cangrejos, las ostras, las almejas, los mejillones, los abulones y las lapas. Con las conchas de abulón hacían hermosos adornos. Los hombres pescaban el salmón en los ríos de tierra adentro, cazaban ciervos, patos, aves de mar, focas, leones marinos y nutrias de mar. Complementaban su dieta con ciertas raíces y hojas comestibles. Actualmente, los descendientes de este pueblo originario se encuentran en reservas aborígenes como la de Yosemite.[6]
Luego de la guerra entre los Estados Unidos y México de 1846-1847, California pasó a formar parte de aquél. Durante la fiebre de oro, entre 1849-1855, llegaron miles de migrantes de diversos países y de otros estados de la Unión Americana. En ese entonces hubo diversos barrios como el llamado Chilecito de los chilenos, aunque todavía se encuentran varios como el de los japoneses que es conocido como Japantown, a un kilómetro y medio del centro de la ciudad; el de los italianos o el ya mencionado de los rusos. Incluso, en nuestros días se puede visitar el barrio Castro que acoge a la comunidad gay de San Francisco.
Sin embargo, actualmente, uno de los barrios más importantes de San Francisco es el China Town con su imponente Puerta del Dragón. Este barrio se encuentra conformado por varias cuadras llenas de restaurantes, tiendas de souvenirs, vegetales y frutas exóticas, museos, casas y edificios con un bello toque oriental. Los chinos arribaron en 1848-1849 cuando comenzaba la fiebre de oro, pero, además, trabajaron en la construcción del ferrocarril. Hubo también migración china a Baja California y a Sonora, lo cual explica que en Ensenada, Mexicali y Tijuana se pueda comer una exquisita comida china.
En el China Town de San Francisco, de hecho, desde el siglo XIX existen restaurantes como el Hang Fer Low, ahora llamado Four Seas. Si bien actualmente hay otros restaurantes de comida china más reconocidos y famosos en el China Town, no debe perderse de vista que el Hang Fer Low, Four Seas, en 1885 era descrito por John Shertzer Hittell de la siguiente manera:
El restaurante Hang Fer Low, en la calle de Dupont [ahora la Grant Avenue], entre Clay y Sacramento, es el Delmonico de Chinatown. El segundo piso de este y otros restaurantes líderes se establece para clientes regulares, quienes pagan por la semana o el mes. El piso superior, para el alojamiento de los invitados más ricos, está dividido en apartamentos con tabiques móviles, curiosamente tallados y lacados. Las sillas y mesas, los candelabros, los paneles de madera teñidos de tinte de las ventanas, e, incluso, los utensilios de cocina utilizados en este restaurante fueron casi todos importados de China. Aquí las cenas cuestan de $20 a $100 [dólares] para una media docena de invitados, las cuales frecuentemente son dadas por los comensales chinos ricos. Cuando se paga la última suma [cuenta], todo el piso superior es distinguido del resto, es decir, es separado para su comodidad, y la cena a veces dura de 2 p. m. hasta la medianoche, con intervalos de entre los platillos, durante los cuales es que los invitados salen a tomar aire o para realizar transacciones de negocios.[8]
Asimismo, nos relata este viajero que en ese entonces se podían disfrutar exquisitos platillos como:
Sopa de nido de pájaro, las aletas del tiburón, el hongo Taranaki (que crece en un árbol de Nueva Zelandia), terrapin chino hecho con tortuga, ganso chino, codorniz china, cerebros de peces, tiernos brotes de bambú, varios vegetales extraños para los ojos estadounidenses, y arrack, (licor destilado de arroz). Champagne, ostras al jerez, pollo, paloma, cochinillo.[9]
La música y los faroles chinos de papel de varios colores le daban y le siguen dando un toque de elegancia a este tipo de restaurantes mientras uno disfruta su exquisita comida. Y si bien en San Francisco uno puede saborear ricos platillos de diversos países como la India o México, que de hecho había un restaurante de cocina yucateca mexicana cerca del hostal en donde nos hospedamos con mis sobrinas y mi hija, sinceramente yo prefiero la comida china y tener algo más de buena suerte con las famosas galletitas con que generalmente al finalizar de degustar los diversos guisados se bebe el té de jazmín, como el que también disfrutamos en el Japanese Tea Garden en los primeros días de nuestro paseo familiar.
[1] Sherburne F. Cook y Woodrow Borah, Ensayos sobre historia de la población: México y California, Colección América Nuestra, N° 29, México, Siglo XXI Editores, 1980.
[2] Thomas Merton, Ishi, España, Editorial Pomaire, 1979.
Teodora Kroeber, Ishi in Two Worlds. A Biography of the Last Wild Indian in North America, Berkeley & Los Angeles, University of California Press, 1965.
[3] http://www.inoschile.cl/batallas/hist125.htm (1° de agosto de 2012).
[4] http://materialesdehistoria.blogia.com/ (1° de agosto de 2012).
[5] Francisco Palou, Relación histórica de la vida y apostólicas tareas del venerable padre Fray Junípero Serra y de las misiones que fundó en la California Septentrional, y nuevos establecimientos de Monterey [1787], prefacio e introducción de Miguel León Portilla, Colección Sepan Cuántos N° 143, México, Editorial Porrúa, 1982. En particular véase, “Fundación del presidio y misión de nuestro padre San Francisco”, Cap. XLV, p. 142-150.
[6] http://angelisland.org/history/miwok-history/ (2 de agosto de 2012).
[7] Francisco Palou, Vida de fray Junípero Serra y misiones de la California Septentrional, op. cit.
[8] «Hittell’s Handbook 0f Pacific Coast Travel,» by John Shertzer Hittell had this account of San Francisco’s leading Chinese Restaurant in 1885, en Hang Fer Lo, the «Delmonico’s» of 19th Century San Francisco Chinatown, sábado 12 de febrero de 2011, http://www.google.com.mx/imgres?start=375&num=10&hl=es&biw=1024&bih=654&tbm=isch&tbnid=YM_BGbEm9J7lbM:&imgrefurl=http://eatingchinese.blogspot.com/2011/02/hang-fer-lo-delmonicos-of-19th-century.html&docid=Dz6CvlkCSNSdVM&imgurl=http://3.bp.blogspot.com/-qXc8KT2oblY/TVdLYIO5DhI/AAAAAAAABAA/kblkbISbi00/s1600/hflpic.JPG&w=714&h=556&ei=clEYULr6MIWE8ASKkICYBA&zoom=1&iact=hc&vpx=406&vpy=326&dur=3011&hovh=198&hovw=254&tx=138&ty=148&sig=101386369203116998319&page=21&tbnh=135&tbnw=172&ndsp=19&ved=1t:429,r:16,s:375,i:314 (31 de julio de 2012).
[9] Idem.
Una interesante relaciòn de los chilenos en california, la encontramos, en «Recuerdos del Pasado» libro autobiogràfico de don Vicente Perez Rosales chileno que buscò oro en California y que relata en forma amena y fresca los albores de San Francisco, Sacramento y otras localidades de California
Gracias por compartir esta información, saludos cordiales, Martha Delfín.