HISTORIA DEL CHOCOLATE EN LAS FUERZAS ARMADAS

Artículo de Miguel Krebs
Noviembre 2008

 El chocolate, además de sus propiedades energéticas por el alto contenido en hidratos de carbono y grasas, tiene la propiedad de producir una sensación de bienestar debido a la teobromina, un alcaloide que estimula el sistema nervioso otorgando un beneficio adicional al soldado.

Hernán Cortés que desconocía estas cualidades, pudo comprobar empíricamente sus bondades y se lo hace saber al emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico en una de sus cartas cuando se refiere al cacao como bebida: “Una sola taza fortalece tanto al soldado que puede caminar todo el día sin necesidad de tomar ningún otro alimento.

Lo cierto es que mucho se ha escrito sobre las propiedades energéticas del chocolate y su historia está desarrollada ampliamente en nuestras  páginas pero en esta oportunidad el tema ha de centrarse en la historia y consumo del chocolate sólido y líquido dentro de las raciones militares como alimento, como fortalecimiento moral para las tropas, y que por su alto valor energético y fácil transportabilidad lo convierten en un excelente producto integrado a la dieta del soldado. 

 

 

EL TESTADURO PHILIPPE SUCHARD

 

Philippe Suchard uno de los pioneros de la industria chocolatera mundial trató de imponer hacia 1870 un chocolate en polvo de bajo costo en las filas del ejército suizo para que fuera consumido como una nueva modalidad para el desayuno en lugar del té o café, enviando muestras e información a todas las guarniciones  del país para que lo probaran. No cabe duda que Suchard se anticipó al marketing moderno no solo por la técnica empleada para convencer de las bondades de su  producto sino que además le dio el sugestivo nombre de “Chocoladepatronen” (cartuchos de chocolate).

En 1873 su esfuerzo se había concentrado en introducir el chocolate en la guarnición de la región del Gottardo (Gothard) y en 1874 el periódico Schweizer Handels-Courier, publica una nota revelando que el chocolate de Suchard se estaban distribuyendo desde bastante tiempo atrás en los cuarteles de Colombier, Lausanne, Yverdon, Bière, Freiburg y Basilea recibiendo elogiosos comentarios por sus propiedades nutritivas y “fortalecedor estomacal”.

 Entre agosto y septiembre de ese mismo año aparecieron los primeros comentarios sobre este producto y aunque no del todo unánimes, hubo opiniones favorables como la aparecida en el diario Neue Zürcher Zeitung (Nuevo Diario de Zurich): “Esperamos que estos cartuchos que no matan, sean bienvenidos en nuestro  ejército” en tanto que el Luzerner Tagblatt (Periódico de Lucerna) afirma que en los cuarteles  de Bellizona fue testado el chocolate como desayuno a finales de agosto de 1874 y debido a que las tropas no estaban acostumbradas a alimentos tan dulces, no sorprendió que la mitad de los soldados lo hayan desechado por imbebible. 

Tres semanas más tarde el mismo periódico comenta que durante unas maniobras militares el consumo de chocolate había dado resultados satisfactorios aunque todavía habían soldados reticentes a consumirlo.

Suchard continuó su propósito de incorporar definitivamente el chocolate en las guarniciones enviando continuamente  muestras de sus productos a los oficiales que tenían a su cargo el mando de tropas  y en 1876 les remite una circular donde expone desde su perspectiva los motivos por el cual algunos soldados rechazan el chocolate. “Sabrán seguramente que desde hace  algunos años yo he proporcionado a varios lugares de las milicias suizas el chocolate necesario para el desayuno de las tropas. Una de las principales dificultades a superar [...] consiste en el prejuicio que hace ver al chocolate como una glotonería  o un manjar de mujeres.  

Yo me esfuerzo desde hace varios años en combatir esa apreciación errónea y estoy honrado de constatar algunos progresos en este sentido” .

Suchard había puesto el dedo en la llaga al señalar el prejuicio que el chocolate venía arrastrando desde hacía dos siglos en los estamentos mas bajos de la sociedad, considerándolo como un alimento destinado exclusivamente a las clases pudientes, ociosas y mayoritariamente de consumo femenino. Estos argumentos tuvieron el peso suficiente – siempre desde el punto de vista de Suchard - para que los soldados rechazasen su consumo porque sentían  vulnerada su virilidad al considerar que beber chocolate era cosa de mujeres.

Sin embargo, si nos remitimos al artículo  sobre el Chocolate en España veremos que su ingesta a mediados del siglo XVII abarcaba a todas las capas sociales dando un “espectáculo bochornoso de ociosidad al ver al pueblo tomar chocolate a todas horas en las calles” y tildado de “vicio” por la iglesia. 

Pero en Suiza a pesar de aquellos prejuicios mencionados por Suchard, hacia 1900 varios ejércitos ya habían adoptado la modalidad de desayunar con chocolate en lugar de café o té lo que por otra parte permitió un gran desarrollo de la industria chocolatera suiza.  

Milton Hershey descendiente de una familia alemana que se había radicado en Pensylvania a mediados del siglo XIX hizo su aprendizaje en el mundo de la golosina trabajando desde muy joven junto a maestros en la confección de caramelos. La experiencia adquirida lo animó a intentarlo por su cuenta pero tras varios fracasos y a base de préstamos bancarios (tenía un gran poder de convicción) logró comprar en 1893 en la Exposición Mundial de Chicago, una máquina chocolatera alemana para poner en el mercado norteamericano  al año siguiente una barra de chocolate rellena de praliné  con  el nombre de su nueva empresa: Hershey's Chocolate Company.

 

En 1908 el suizo Theodor Tobler inventa la famosa barra de chocolate con leche y miel,  Toblerone.

 

Durante el período 1912 -1913 Turquía que ya había tenido un enfrentamiento con Italia el año anterior, se vio envuelta en la guerra de los Balcanes, conflicto armado con Grecia, Bulgaria, Serbia y Montenegro permitiendo que Tobler como otras fábricas de chocolate fueran proveedoras de este alimento para las fuerzas armadas, actividad que se prolongó al estallar la Primera Guerra Mundial.

En 1914 Alemania había desarrollado una gran industria chocolatera  pero su éxito tuvo una vida efímera, ya que el conflicto se había prolongado más de lo previsto, lo que motivó la escasez de materia prima, básicamente como  consecuencia del bloqueo inglés.  La poca que llegaba a través de los paises neutrales o de la captura de barcos enemigos provenientes de las zonas de producción, fue destinada integramente al ejército a partir de 1916, de manera que el cacao crudo para consumo de la población civil solo era posible obtenerlo a través del contrabando pero además, las fábricas de chocolate fueron reconvertidas para producir materia prima sintética y alimentos básicos. Toda esta situación llevó a que muchas de ellas perdieran  mercados en el extranjero y sus filiales en el exterior fueran expropiadas.

Con la escasez de alimentos y la desnutrición generalizada el chocolate, a pesar de  su difícil obtención, pudo demostrar definitivamente sus cualidades como alimento imprescindible.

Inmediatamente de terminada la Primera Guerra Mundial, Alemania prohibió la importación del cacao crudo  para evitar fuga de divisas y el  azucar, debido a su escasez, fue racionado. Toda esta situación permitió que durante  un breve período empresas francesas, inglesas y americanas trataran de reforzar su presencia pero sus productos en el mercado alemán no tuvieron gran aceptación.

En 1923 el fabricante de caramelos caseros (junto con su esposa, los fabricaban en la cocina de su casa en Tacoma, Washington), Frank Mars, padre de Forrest Mars, quien sería el inventor de los famosos confites M&M, pone en  el mercado su primera barra de chocolate bajo el nombre de Milky Way, todavía hoy en el mercado.

Pocos años más tarde comienza a reverdecer el negocio del oro marrón para endulzar los dorados años 20 y numerosas empresas alcanzan su máximo esplendor - que tampoco les ha de durar mucho tiempo porque son atrapadas por la crisis financiera de 1929 - y las quiebras se multiplican, los capitales extranjeros se retiran abandonándolas a su suerte y muchos dueños de fábricas tradicionales se vieron obligados a venderlas.

Con la toma del poder por parte del partido nacional socialista con Adolfo Hitler a la cabeza,  comienza lentamente la preparación para la Segunda Guerra Mundial. Se disuelve la Asociación de fabricantes de chocolates y a partir de 1935 se trazan nuevos lineamientos para poner la producción bajo las normas del III Reich que controla los contingentes de materias primas..

A poco de comenzar la guerra entre  1939 y 1940 no se expende más chocolate a los civiles y la totalidad de la producción es destinada al ejército que también se ve afectado al poco tiempo por la falta de cacao, un problema similar al que había ocurrido en 1914.

Pero aún dentro de estas dificultades hubo un producto que fue figura destacada en materia de chocolates, el Scho-Ka-Kola fabricado por Hildebrand Kakao und Schokoladenfabrik GmbH, producto  que pronto adquirió fama como el chocolate de los aviadores, alimento destinado a los pilotos de combate, alcanzando un record de producción en 1941 para luego decaer completamente hasta finalizar la guerra. 

El Scho-Ka-Kola estaba compuesto de cacao, cafe y derivados de la nuez de cola con lo que las proporciones de theobromina y cafeína eran significativas, ayudando a los pilotos a mantenerse activos durante las acciones de combate.

A pesar de la escasez de cacao, en la mayoría de las fábricas había plena ocupación porque muchas fueron reconvertidas al igual que en la Primera Guerra Mundial para fabricar materia prima sustituta, alimentos básicos y armamentos. Al finalizar la guerra la producción de chocolates desapareció debido a que la mayoría de las fábricas habian sido destruidas por los bombardeos.

También para los aliados la guerra significó un cierre de los mercados chocolateros y, por ende, una drástica disminución del consumo. Así en el Reino Unido fue racionado el chocolate y cada britanico recibió 50 gramos de golosinas por semana, aunque las empresas se beneficiaron con los pedidos que hacía el estado. Así Cadbury, empresa fundada por John Cadbury en 1824, que comercializa en el Reino Unido cacao y chocolate, compró en 1935 una de las más antiguas fábricas de chocolates,  Joseph S. Fry & Sons, y produjo un chocolate vitaminizado para las tropas británicas que fue repartido entre la población de los sectores ocupados tras la derrota de Alemania.  Recién en 1954 se liberó el mercado del chocolate en Inglaterra.

UN CHOCOLATE DURO DE COMER

 

Para 1937 las fuerzas armadas de los EE.UU. vuelven a retomar el tema del chocolate como un componente de la ración de emergencia  y esta tarea le es encomendada al coronel de intendencia Paul Logan quien a su vez propondrá a  la empresa fabricante y proveedora de chocolates Hershey (en la actualidad, Hershey Co., la compañía chocolatera más grande de los EE.UU.) la misión de fabricar un producto con características muy particulares.

Su fundador, Milton Hershey, que ya mencionamos anteriormente, a sus 80 años estaba muy interesado  en el proyecto para desarrollar un chocolate con características muy definidas para uso militar, no solamente como contribución a una causa de interés nacional sino también por tratarse de un excelente negocio en el caso de conseguir el objetivo propuesto por Logan. Con la ayuda del químico Samuel F. Hinkle, jefe del laboratorio de química de Hershey Chocolate Corporation, se pusieron en la tarea de dar satisfacción a los cuatro requisitos que debía reunir esta barra de chocolate, a saber:  

1: Su peso estaría en las 4 onzas (115 gr.)

2: Debía ser de alto valor energético.

3: Capaz de resistir altas temperaturas.

4: Sabor un poco mejor al de “una patata hervida”.  

El resultado - luego de modificar algunos ingredientes, proporciones y métodos de fabricación en los que en un primer momento hubo que colocar a mano la pasta de chocolate en los moldes – fue un pack envuelto en papel metálico de 4 onzas que contenía un bloque durísimo de chocolate con seis divisiones difícil de romper, de color marrón oscuro cuyo valor energético era de  600 kilocalorías pero era necesario ingerir tres bloques para llegar a las 1.800 kilocalorías consideradas como mínimas para las unidades de combate. 

Se fabricaron 90.000 unidades para ser testadas en distintas unidades del ejército establecidas en Filipinas, Panamá, algunas guarniciones en los Estados Unidos y en la frontera de Texas.

Las “Barras Logan”, (Logan Bars) como se las denominó, tuvieron rápida aceptación y luego del ataque a Pearl Harbor se ordenó que los envases fueran diseñados y fabricados a prueba de gases tóxicos.

Cuando en 1942 el ejército norteamericano comienza a desembarcar en Marruecos y Argelia cuyas tropas estaban comandadas por el general Eisenhower, traían consigo un nuevo producto de Hershey, las Barras tropicales (Tropical Bars).  A pesar de mantener el sabor azucarado, lo más próximo a un chocolate “normal”, muchos soldados lo rechazaron por encontrarlo muy duro y poco apetitoso.

Pero, más allá de las críticas, esta barra de chocolate ha sido también un elemento de trueque, una moneda de cambio durante y después de la guerra, muy apreciado por la población civil y donde más de un filme nos recuerda situaciones en que todo se podía conseguir a cambio de una Ración D.

Se estima que durante el período 1940-1945 se fabricaron 3 millones de barras para la Ración D y la Tropical Bars, lo que significó un excelente negocio para  Hershey que se convirtió así en la mayor fábrica de chocolates de  los Estados Unidos. 

Pero debido al uso erróneo de la Ración D, es decir, empleada como alimento o ración de combate (recuérdese que solo era un complemento) más el agregado de su impopularidad creciente entre las tropas,  fue reemplazada poco antes de finalizar la guerra por las Raciones C y K. 

El exceso de estas barras que en su última compra fue de  52 millones de unidades debía tener un destino y se trató de reubicarlas dentro de las mismas fuerzas armadas, barajando también la posibilidad de venderlas a la industria de la alimentación pero estas no aceptaron debido al contenido de harina de avena y el alto costo que significaba tener que desenvolver cada una de las barras de su envoltura  original. Con los excedentes sin envasar, se sugirió embalarlas en containers para enviarlas a los campos de prisioneros y también con la posibilidad de ser reelaboradas por la industria para alimentar a la población civil de las zonas bombardeadas.  

Paralelamente a la distribución de las barras Hershey, dentro de las fuerzas armadas de los Estados Unidos fue creciendo otro chocolate con características diferentes y menor volumen de producción pero que mereció la total simpatía de los soldados, me refiero a las confituras M&M, el chocolate recubierto con una capa de azúcar de distintos colores. El producto en cuestión fue desarrollado por Forest E. Mars basándose probablemente en el principio de la garrapiñada, es decir un núcleo de fruto seco cubierto de una costra de azúcar caramelizada y que Mars hizo de ella  su propia versión, las llamadas gotas de chocolate revestidas de caramelo

El diseño fue patentado el 3 de marzo de 1941 y cuando el 8 de diciembre de ese mismo año EE.UU. entra en la Segunda Guerra Mundial, declarándole la guerra a Japón, M&M comenzó a ganar popularidad entre los soldados debido a que podía ser transportado cómodamente sin que le afectara las altas temperaturas, incorporándose, poco más tarde, en las Raciones C.  

Las barras de chocolate volvieron a ser incorporadas en las raciones de combate durante la guerra de  Corea y más tarde en la de  Vietnam.  Ray Smith un soldado que perteneció al 1st Battalion 69th Armor, hace al respecto el siguiente comentario:

Estas barras que eran enviadas en diversos paquetes y que nos eran entregadas en los intervalos infrecuentes, fueron diseñadas para soportar el calor tropical de Vietnam pero normalmente la mayoría de las barras de chocolate llegaban líquidas, pero aun sin derretirse, su gusto era terrible  y se las dábamos de comer a las cabras que bordeaban los caminos cuando marchábamos a través de las aldeas”.

Durante las operaciones “Escudo y Tormenta del Desierto”, en Medio Oriente (1990/91), la Hershey's Co. puso a prueba una nueva barra de chocolate bautizada como Desert Bar (Barra del Desierto) que debía soportar temperaturas extremas de 60º y para este propósito la empresa envió 144.000 barras a los soldados americanos, pero mientras el portavoz del ejército decía que el sabor de las barras era bueno, las opiniones de las fuerzas en combate no eran coincidentes con lo cual esta barra no entró en producción comercial como se tenía previsto.

Esta fue la última vez que el ejército norteamericano empleó el chocolate como alimento energético para sus soldados, los que a partir de 1996 comenzaron a disfrutar de otro producto en barra que no era precisamente chocolate pero diseñado por la Dirección del Departamento de Alimentación de Combate de la Defensa en los EE.UU. cuyo centro se encuentra en Natick, Massachussets en cooperación con  M&M Inc. bautizándola con el extraño nombre de  “HooAH Bar” sobre la cual comentaré en un próximo artículo acerca de la alimentación de los ejércitos en el siglo XIX y XX.

UN CHOCOLATE CON MUCHAS CALORÍAS

Los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial además de crear armas mortíferas, como la V1 y la V2, en sus ratos de ocio se dedicaban a fabricar latas de guisantes, pastillas de menta, chocolates, ciruelas en almíbar, latas de aceite y una variedad de productos comestibles que escondían en su interior explosivos o  productos inflamables destinados a misiones de sabotaje.

Pensar que los artilugios inventados por Q en las películas de James Bond son productos de la ficción cinematográfica esta lejos de la realidad porqué ese papel lo desempeño Hans Nidermeyer, un químico alemán experto en explosivos y creador de toda esta parafernalia.   

En el 2005 salieron a la luz algunos archivos secretos del  Servicio de Inteligencia Británico MI5 relacionados con la red de saboteadores y espionaje nazi que no solo operaba en la isla sino también en todos los países integrantes de la Commonwealth con el fin de crear caos y terror en la población. Entre las sutiles creaciones que pretendían hacer llegar hasta la Casa Real había una bomba en forma de tableta de chocolate moldeada en acero y recubierta con una capa de auténtico chocolate que al romperla ponía en funcionamiento un dispositivo que en 7 segundos podía desprender la suficiente energía como para quitarle las ganas de comer a Jorge VI si este plan se hubiera concretado. Pero lo cierto es que quedó en una expresión de deseo por parte del servicio de inteligencia alemán.


Referencias:  

Roman Rossfeld: “Vom Frauengetränk zur militärischen Notration. Der Konsum von Schokolade aus geschlechtergeschichtlicher Perspektive”.

Hershey: Company History

Ray Smith: 1st Battalion 69th Armor: www.rjsmith.com

Arne Homborg: Fabricante e historiador del chocolate. www.homborg.de/ 

US Army Quartermaster Museum

BBC News  

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