Una comida sabrosa, tradición
gastronómica p’urhépecha en Caltzontzin, Michoacán |
Trabajo de
Martha Delfín Guillaumín |
Septiembre
de 2011
El presente trabajo que exponemos es la ponencia presentada por
nuestra compañera Doctora Martha Delfín Guillaumín, impartida en las
XV Jornadas de Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología e
Historia (ENAH) de México
el día 22 de septiembre de 2011.
Para comenzar esta charla cabe plantearnos ¿qué es el patrimonio cultural gastronómico mexicano?, ¿qué se entiende por
gatrimonio gastronómico? Una respuesta podría ser: “Defender, fomentar y exponer la comida autóctona, la que nos identifica como nación y como pueblo, [ya que] es un bien inmaterial de nuestro patrimonio.”
Asimismo, según Tresserras y Medina, se reconoce que “instituciones como la UNESCO han definido la gastronomía como parte integrante del patrimonio cultural inmaterial de un país, a la vez que se ha
incorporado cada vez más activamente en las políticas culturales y de promoción del turismo.”
Hace
casi tres años, un 15 de noviembre del 2008, tuve la fortuna de participar como apoyo logístico en el encuentro “Rescate de la gastronomía P’urhépecha” en Caltzontzin.
Los integrantes de la organización cultural indígena Ambakiti,
(Bueno), me habían invitado a apoyarlos desde principios del
mes de octubre, de hecho, el 8 de ese mes estuve presente durante
los preparativos de la muestra gastronómica en la casa de una de las
organizadoras de Caltzontzin.
A mediados de 1943, los habitantes del pueblo de
San Salvador Combutzio tuvieron que abandonarlo con todo el dolor de
su corazón porque había hecho erupción un volcán nuevo, recién
nacido, el Paricutín: “El volcán finalmente reventó el sábado 20 de
febrero a las 3:30 de la tarde.”
Luego arribaron a su nuevo hogar, una ex-hacienda llamada
Caltzontzin que en aquel entonces estaba bastante alejada de la
ciudad de Uruapan, pero que actualmente ha quedado en sus suburbios.
Fue el general Lázaro Cárdenas quien compró esa ex hacienda para que
se construyera el nuevo poblado. De hecho, en el mural mencionado se
halla una frase de este importante político michoacano.
Si bien la lava del volcán invadió su antiguo
poblado y no tuvieron más remedio que dejarlo, vale la pena aclarar
que esas tierras aledañas al Paricutín siguen siendo de la comunidad
del nuevo San Salvador Combutzio-Caltzontzin, nuevo a pesar de sus
ya 68 años de existencia.
Como es sabido, la gastronomía mexicana es
famosa por la variedad de productos que utiliza, particularmente el
chile.
Ese día en Caltzontzin se podían degustar exquisitas salsas
picantes. Por ejemplo, la xarakata, una hoja de maíz es la base para
presentar el platillo que lleva corundas con quelite y salsa de
chile preparada en un molcajete; esta vianda en p’urhépecha se
conoce como xarakata: k’urhunta ka xakua ka k’awasï xúmakata.
Obviamente no podía faltar el churipo, que es un caldo con carne de
res y verdura muy tradicional y reconfortante. La carne se cocina
por separado y luego se le agrega al caldo. Desde recién iniciado el
período colonial se introdujo el ganado vacuno y el porcino en la
Provincia de Michoacán, los indígenas pronto se apropiaron de este
tipo de animales y los incluyeron como parte de su dieta: “En 1525
se reportan las primeras piaras en Pátzcuaro. Caballos, vacas,
borregos y gallinas llegaron a Pátzcuaro y Huaniqueo hacia 1530. En
1532 ya había vacas hasta en Pamatácuaro, al extremo de la sierra.”
También ese día hubo quesadillas de maíz blanco y
azul. La masa de las tortillas es preparada con cal, es parte del
proceso de nixtamalización, el cual permite que el grano de maíz
amasado sea manipulable, que la tortilla no se quiebre cuando se
cuece en el comal de barro y que los almidones se liberen del grano
para que sean mejor digeridos y procesados por el cuerpo humano. Los
españoles llamaban a la tortilla como el pan de la tierra. En
idioma p’urhé a la tortilla se le dice echúskuta. Al maíz blanco se
le conoce como tsiri urapiti y al azul, tsiri xupipiti.
Las bebidas refrescantes no podían faltar y la
gente se formaba para pedir agua de jamaica y agua de chía. También
de maíz fueron los atoles, bebidas con cierto grado de consistencia
espesa, y que las mujeres de Caltzontzin preparan con particular
maestría lo que los hace muy famosos entre los conocedores. Para la
ocasión hicieron atoles blanco y de tamarindo, este último es de los
que más me gustan. Atole es también palabra en náhuatl, en p’urhé se
dice kamata. El atole es bueno para muchas cosas, tiene usos
medicinales, por ejemplo, contra la diabetes, pero también es un
efectivo remedio para quitar el frío del cuerpo, como el ponche
caliente. Al bajar el sol fue una linda manera de acabar el día y el
evento, con atole, dulce de calabaza (purhu tekua jukari) y buñuelos
revueltos o bañados con miel.
A manera de conclusión quiero comentar que el
consumir los ricos alimentos, beber el atole de tamarindo, escuchar
al cronista de Caltzontzin que narró su vivencia cuando era un niño
en la que presenció la erupción del volcán Paricutín, el deleitarme
con la danza de los curpites, oír las bellas melodías y
disfrutar de la visión de tan bellos colores en las magníficas
piezas artesanales fue una experiencia fascinante. Creo que la
rogativa que hicieron los encargados de la medicina tradicional al
comienzo de la muestra fue muy conveniente puesto que todo fue
exquisito, incluso, ahora que lo recuerdo, se me sigue haciendo agua
la boca y mi corazón se llena de nostalgia.
FOTOS
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Corundas preparadas por
Martha Delfín Guillaumin y colocadas en una vasija de barro
p’urhépecha de Santa Fe de la Laguna para la conferencia de las
Jornadas de Etnohistoria de la ENAH, Auditorio Javier Romero, 22 de
septiembre de 2011 |
Arreglando la mesa para
mostrar los diversos platillos |
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Flores de calabaza, mazorca,
quesadillas |
Curundas |
Organizadoras de la muestra
gastronómica, en la charola de barro se encuentra una imagen que
representa la erupción del volcán Paricutín.
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Bellos bordados de las
mujeres de Caltzontzin para cubrir las viandas |
Señoras vestidas con sus
faldas de rollo y bellos mandiles bordados mientras servían
la comida preparada por ellas al público asistente al evento del
sábado 15 de noviembre de 2008. |
Frase de Lázaro Cárdenas en
el mural de Caltzontzin
BIBLIOGRAFÍA
Maturino Gilberti, Diccionario de la lengua tarasca o de
Michoacán, edición facsimilar, Morelia, Michoacán, Balsal
Editores, 1975, p. 427.
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Visite nuestro magnífico monográfico
dedicado a la
historia de la alimentación y la
gastronomía de México
Recomendamos leer el trabajo previo a esta conferencia y
que publicamos en nuestra revista en diciembre de 2008 y que
lleva por título:
Un día en Caltzontzin (Michoacán, México) disfrutando de su
patrimonio gastronómico y cultural
Propiedad
intelectual: Las fotos obrantes en este trabajo son
propiedad de la autora
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